Kate Middleton se encuentra ingresada desde las seis de la madrugada ( hora de Londres) en la clínica St. Mary para dar a luz. Para los más fanáticos es sin duda un mensaje celestial de buen augurio: la duquesa de Cambridge, llamada a parir en cualquier momento al bisnieto o la bisnieta de Isabel II que será tercero en la línea de sucesión al trono, ha ingresado coincidiendo con una fenomenal tormenta de verano que ha descargado una fuerte lluvia sobre la capital por primera vez desde hace semanas. La princesa ha roto aguas al mismo tiempo que Londres.
Acompañada de su marido, el príncipe Guillermo, Catalina ha llegado mostrando los primeros síntomas de alumbramiento, según ha informado el palacio de Kensington. La pareja fue trasladada en coche desde su residencia en Kensington, a la que se cree que se había trasladado desde hace unos días desde la casa de la familia Middleton en Berkshire. A las 11 de la mañana, un portavoz de la duquesa ha anunciado que el parto "progresa normalmente".
La reina se encuentra en el castillo de Windsor pero está permanentemente informada sobre el estado de Kate. Se espera que Isabel II regrese a Buckingham Palace esta tarde.
La llegada del bebé real, ahora sí inminente, se esperaba desde hace días. Muchos medios llevan más de dos semanas acampados frente al hospital para reservar los mejores lugares para fotógrafos y cámaras de televisión, convencidos de que el parto iba a ser a mediados de este mes. El sábado 13 de julio se daba como la fecha más probable y cada día que ha pasado desde entonces ha incrementado el nerviosismo por la tardanza en la llegada de la criatura.
Lo único que ha ocurrido es que la madre se encontraba lo bastante bien para no forzar el pacto y tanto ella como los médicos han preferido esperar y dejar que la naturaleza haga su trabajo para tener un parto natural y dejar la opción de la cesárea como último recurso. El problema obviamente no es la madre, sino la política de comunicación de palacio, empeñados en tratar a la duquesa de Cambridge como un persona privada en lugar de como el personaje público que es: la madre de un futuro rey o reina de Inglaterra en el momento de dar a luz a ese heredero. Un poco de información sobre las estimaciones de los médicos habría permitido a los medios cumplir mejor con su trabajo, pero habría contribuido a reducir la absurda expectación mediática que rodea a este parto.
No se espera información oficial no de palacio ni del hospital hasta que la duquesa haya dado a luz, probablemente dentro de unas horas. Es entonces cuando se sabría si Inglaterra tendrá un rey o tendrá una reina cuando el príncipe Carlos y después su hijo mayor, Guillermo, dejen el trono al que aún no han llegado.
Tan pronto como se produzca el nacimiento el palacio de Buckingham emitirá un comunicado. En la nota se dará a conocer solamente el sexo, el peso y posiblemente el nombre del tercero en la línea de sucesión al trono de Inglaterra.
A mediados de junio, la duquesa realizó su última aparición en los muelles de Southampton, donde fue la madrina de un nuevo crucero con el nombre de Royal Princess. Desde entonces los habitantes de Reino Unido aguardan expectantes el acontecimiento y en las casas de juego se admiten apuestas sobre el sexo del bebé y sobre el nombre que se le impondrá. Las cotizaciones se decantan por que será un varón y, en cuanto a los nombres, los británicos apuestan a que si es niña se llamará Isabel, Diana o Victoria, y si es niño, Jorge, Felipe o Alberto. Los padres callan. No han desvelado el sexo de su primer hijo.
Si hace 30 años, Lady Di fue tomada por una innovadora porque decidió practicar los ejercicios de respiración con ayuda de un gurú. La entonces princesa de Gales, además, quiso que su hijo Guillermo naciera en el hospital de St. Mary de Paddington y pidió que en el parto estuviera su marido, Carlos de Inglaterra. Hasta ese momento, todos los herederos de Reino Unido habían venido al mundo en palacio. En esta ocasión Kate, de 31 años, ha vuelto a este mismo hospital de Paddington, acompañada de Guillermo, para dar a luz. La duquesa será atendida por el ginecólogo cirujano de la reina, Alan Farthing.
El ala de la maternidad de St. Mary ha sido recientemente reformada y cuenta con unas modernas instalaciones, entre ellas, una piscina para el parto. No hay confirmación de si la futura madre optará por sumergirse en el agua para tener a su bebé. Solo ha trascendido que a Kate le gustan los métodos naturales, pero se ha hecho saber que seguirá los consejos de los especialistas para determinar qué es lo mejor. No quiere correr ningún peligro. Para el parto se ha preparado dando clases de yoga y sesiones de hipnosis para controlar el dolor.
Tras las primeras semanas de náuseas, Kate ha sido una mujer muy activa durante su embarazo, con una agenda llena de compromisos y algún que otro antojo. Aun así sus estilismos han seguido marcando tendencia. Cualquier modelo premamá que lucía se convertía a continuación en un éxito de ventas. Un ejemplo: hace unos días se fue de compras por Chelsea con su madre vistiendo un jersey de la popular web de moda Asos y en pocos minutos el modelo de color azul marino que vale 80 libras se agotó. Poco después, la firma ofrecía más piezas y más colores.
A finales de 2011 los 16 países de la Commonwealth que tienen al monarca británico como su propio jefe de Estado acordaron acabar con la discriminación que da preferencia a los varones frente a las mujeres en la ley de sucesión al trono. El acuerdo, que pone fin a numerosos intentos frustrados de acabar con esa discriminación de género, fue adoptado en la cumbre que los miembros de la Commonwealth están celebrando en Perth (Australia). También se eliminará la prohibición de que el cónyuge del monarca sea de religión católica, pero se mantiene la discriminación por religión al seguir exigiendo que el monarca sí sea protestante. La ley ha cumplido todos los trámites pero está pendiente solo de un último recurso presentado por dos jueces de Canadá.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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