Gracias a sus papeles de policía incorruptible en las películas de artes marciales de Hong Kong, Jackie Chan fue nombrado embajador especial anti-drogas de China en 2009. Pero su hijo Jaycee Chan, de 31 años, va por un camino muy distinto. Tanto en el cine, donde sus películas han sido grandes fracasos, como en la vida, donde se enfrenta a una pena de tres años de cárcel por consumo de drogas.

Al más puro estilo comunista, Jaycee ha sido escogido por el autoritario régimen chino para dar un escarmiento público dentro de su última campaña contra las drogas, en la que también han caído otras celebridades del país. A mediados de agosto, la policía entraba en su apartamento de Pekín y lo sorprendía junto al joven actor taiwanés Ko Kai con 100 gramos de marihuana. En otros países, dicha cantidad no daría más que para una multa, pero en China, y a modo de escarnio, ambos eran mostrados en televisión llorando y reconociendo que tomaban dicha droga.

Mientras a Ko Kai le caían dos semanas de detención administrativa, el hijo de Jackie Chan puede ser condenado a tres años de cárcel por dar refugio en su domicilio para consumir drogas. La Fiscalía del Distrito de Dongcheng ya ha autorizado su arresto formal para ser llevado a juicio, último escenario de su descenso a los infiernos.

Con su pulcra imagen seriamente dañada, su padre ha pedido disculpas por él y se ha comprometido a ayudarlo en su rehabilitación. Pero la carrera de Jaycee ya parece arruinada porque las más importantes compañías y asociaciones nacionales de artistas han anunciado que no contratarán a quienes tengan problemas con las drogas.

Controlados por la censura y dirigidos por la propaganda, los medios estatales chinos han linchado públicamente a Jaycee desde su detención, con la que el régimen quiere dar ejemplo.

Nacido y criado en Los Ángeles en diciembre de 1982, Jaycee se mudó en 2003 a Hong Kong tras abandonar sus estudios en Estados Unidos, donde destacó más por su afición a los coches de lujo y las fiestas que por sus notas. Desde entonces, ha perseguido la fama publicando un par de discos en mandarín y protagonizando varias películas, ninguna con éxito.

Consciente quizás de sus limitaciones artísticas, ni siquiera su padre quería rodar una película con él hasta que ambos coincidieron en «1911», uno de los títulos más fallidos en la larga carrera del astro de Hong Kong. Asesorado por artistas surcoreanos y de Singapur, Jaycee lo ha intentado todo para hacer despegar su carrera, hasta interpretar a un mujeriego «hijo de papá», un personaje muy parecido a él. Pero el público ha seguido dándole la espalda de forma sistemática y sólo se ha interesado por él, paradójicamente, cuando le ha tocado el rol más ingrato de su vida: el de drogadicto objeto de escarnio.




Lissette Garcia


RosasSinEspinas