Nadie, absolutamente nadie, del círculo más próximo a la Infanta Doña Cristina y a su marido, Iñaki Urdangarín, se atreve a poner en duda la continuidad de ese matrimonio, al menos en estos momentos. Quién sabe qué ocurrirá en el futuro, pero hoy por hoy, ni las sospechas de corrupción del caso Nóos ni las supuestas infidelidades virtuales de Urdangarín han abierto la más mínima fisura en esta pareja que pronto cumplirá 16 años de matrimonio y que considera a su familia -ellos y sus cuatro hijos- como lo más preciado que tienen.
En ello han coincidido todas las fuentes consultadas por ABC en estos últimos días cuando se han disparado los rumores de una inminente separación. «No hay nada que haga pensar en ello, más bien todo lo contrario», insisten. Sin embargo, la forma en la que se han ido desencadenando los hechos esta semana apuntaban en otra dirección. Los mensajes del Palacio de La Zarzuela, siempre sutiles, pero más aún cuando se trata de informar de delicados asuntos familiares, no lograron evitar las interpretaciones precipitadas de algunos medios que, por otra parte, llevan ya muchos años anunciando un divorcio inminente de los Duques de Palma.
El caso es que Doña Cristina se ha convertido en noticia todos los días de la semana. El lunes, por su aparición veraniega en Palma de Mallorca, junto a la Reina, a la Infanta Doña Elena, sus cuatro hijos y sus dos sobrinos. La Infanta apenas estuvo unas horas en la isla, ya que esa misma mañana regresó a Barcelona, junto a su marido. El martes una juez de la Ciudad Condal levantó la prohibición a los medios de comunicación de difundir unos correos electrónicos íntimos enviados por Iñaki Urdangarín hace diez años y que demostrarían unas supuestas infidelidades. Su contenido era totalmente irrelevante para la causa judicial que afecta al Duque de Palma, pero formaba parte de la estrategia de su exsocio, Diego Torres. Al comprender éste que ha arruinado su vida, está lleno de odio y de rencor. Primero intentó dañar a la Corona y ahora se ha empeñado en destrozar también a la familia de Urdangarín.
Torres pinchó en hueso
Sin embargo, Torres pinchó en hueso. Urdangarín ya le había contado a su esposa en su día todo lo que debía saber. Si de verdad ocurrió algo hace diez años que había que perdonar, Doña Cristina ya lo había olvidado. Para el matrimonio era agua pasada, pero en cualquier caso era muy desagradable que esos correos electrónicos íntimos se hicieran públicos.
Cuando apenas habían pasado 24 horas del levantamiento de la prohibición que pesaba sobre los correos, el miércoles, se hizo pública una nueva noticia que afectaba a Doña Cristina: su traslado a Suiza. Obviamente, no era consecuencia de la anterior, pues la mudanza llevaba meses preparándose. Hacía casi un año, al poco tiempo de regresar de EE.UU., que los Duques de Palma buscaban un destino profesional en el exterior que les permitiera alejar a sus hijos del calvario mediático y judicial en el que se ha convertido la vida de la familia. Estaban dispuestos a irse a vivir a Qatar, cuando el exentrenador de Urdangarín, Valero Rivera, le ofreció que colaborara con él en la organización de los Mundiales de Balonmano. Pero esa propuesta no prosperó. Finalmente, la solución llegó de mano de la Fundación La Caixa, donde la Infanta trabaja desde hace veinte años. Doña Cristina se encargará de coordinar los proyectos de esta fundación con las organizaciones de Naciones Unidas instaladas en Ginebra. En su nuevo destino, también trabajará con las fundaciones del Aga Khan.
Juntos a Suiza
A Ginebra se trasladará el matrimonio con sus cuatro hijos. Sin embargo, poco después de que se anunciara el nuevo destino de los Palma, llegó una precisión de fuentes cercanas a la familia: Urdangarín seguirá residiendo en Barcelona, lo que fue interpretado por algunos medios como que la Infanta se mudaría a Ginebra con sus hijos, pero su marido se quedaría en España. Este dato, unido a la foto solitaria de la Infanta en Palma y a los correos, dispararon las alarmas.
Esa misma tarde, fuentes próximas a la familia ofrecieron nuevas explicaciones: «Por supuesto que él acompañará a su familia a Ginebra, pero ha querido mantener su residencia legal y fiscal en Barcelona para que nadie piense que se ha escapado a Suiza. Además, vendrá con frecuencia a Barcelona para seguir el proceso judicial y para intentar vender la casa de Pedralbes. Pero, de separación, nada de nada».
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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