Era un secreto a voces, pero tras varios meses de guerra civil, el régimen del presidente Bachar el Asad confirmó hoy que poseía armas químicas e incluso biológicas que está dispuesto a utilizar si padece una “agresión externa”.
El portavoz del Ministerio de Exteriores sirio, Jihad al Maqdisi, leyó un comunicado en el que recalcó que “ningún arma química o biológica será empleada durante la actual crisis en Siria sea cual sea su evolución” excepto “en caso de agresión externa contra el país”.
Al Maqdisi intentó así tranquilizar a las potencias que temen que, a causa del caos que impera en Siria, las armas no convencionales dejen de estar bajo control. “Esas armas (...) están almacenadas y custodiadas por las Fuerzas Armadas”, subrayó.
Aunque nunca lo ha reconocido, se cree que el régimen sirio empezó a desarrollar un programa de armas químicas en 1971 y que ahora posee gas mostaza, sarín y el agente nervioso VX que podría colocar en misiles SCUD.
¿Qué es una agresión externa a ojos de Damasco? El portavoz no lo aclaró. Puede que sea una intervención militar occidental o que baste con la mera presencia en Siria de guerrilleros islamistas de varias nacionalidades. La televisión pública siria mostró hoy los cuerpos sin vida de varios guerrilleros de cuatro países árabes en Qaboun, un suburbio de la capital.
El comunicado sirio fue interpretado en varias capitales como una amenaza velada. Los sirios “no deberían pensar ni un segundo en recurrir a las armas químicas”, advirtió George Little, portavoz del Pentágono. Utilizarlas sería “reprensible”, según Ban Ki-moon, secretario general de la ONU.
Siria no firmó la Convención sobre Armas Químicas aprobada en París en 1993 y que prohíbe su uso, producción y almacenamiento. Israel sí la suscribió, pero no la ha ratificado y no está por tanto obligada a respetarla. Aun así está empeñada en que Damasco cumpla.
El gran temor israelí es que un régimen sirio al borde del colapso opte por poner su arsenal no convencional en manos de Hezbolá, la milicia chií libanesa aliada de Damasco.
“Si imaginamos que Hezbolá tiene armas químicas, es como si Al Qaeda tuviera armas químicas”, declaró el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el domingo, a la televisión estadounidense Fox. “Esto es algo inaceptable para nosotros y para EE UU y debemos actuar para impedirlo (...)”, añadió.
“Estamos siguiendo de cerca la posibilidad de que Hezbolá trate de aprovecharse de la oportunidad de hacerse con sistemas de armamento avanzados”, señaló, por su parte, en un comunicado Ehud Barak, ministro de Defensa israelí. “He ordenado al Ejército que se prepare para una situación en la que tengamos que sopesar la posibilidad de llevar a cabo un ataque”, añadió.
Los artefactos químicos “no pueden ser destruidos mediante ataques aéreos o terrestres porque la contaminación sería inevitable”, advirtió José Esteban García de los Ríos, profesor de microbiología y autor de un libro sobre los riesgos que entrañan esas armas.
Es decir que hay que apoderarse de los lugares en los que están almacenadas y “poner en marcha los costosos protocolos para inactivar cada una de las sustancias que se emplean en su fabricación”, prosiguió García de los Ríos.
“Los agentes biológicos pueden ser inactivados más fácilmente que los químicos”, explica García de los Ríos. “Pueden ser destruidos por temperaturas elevadas o por tratamientos con agentes químicos desinfectantes”, precisó.
Si el Ejército sirio leal a El Asad fuese sólo golpeado desde el aire, como sucedió en 2011 en Libia con los fieles de Moamar el Gadafi, “el atacante quedaría a salvo de una hipotética réplica con armas químicas sirias”, señala García de los Ríos. No así los países vecinos, empezando por Israel, “que estarían amenazados por tales agentes”.
El portavoz sirio advirtió, por último, que potencias extranjeras podrían proporcionar armas no convencionales a “grupos terroristas” que actúan en Siria. “(...) bombas o minas con sustancias biológicas que explotarían en algún pueblo servirían para poder acusar a las fuerzas sirias de ser las responsables”, añadió.
“Es difícil que entre los rebeldes” del Ejército Sirio Libre, formado por desertores, haya personas preparadas para emplear este tipo de armamento tan complejo”, observa García de los Ríos.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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