Gadafi se resiste a la derrota. Su capacidad de destrucción es todavía tan alta que puede dejar a tres millones de personas sin agua con un solo y minúsculo ataque en una de las tuberías que él mismo mandó construir y que abastecen a la población. Ese es el temor de los rebeldes estos días, quienes tratan de avanzar a Sirte con todas sus fuerzas, no solo para acabar con la resistencia que queda en la ciudad natal del dictador, sino para resolver el problema del agua.
En Bengasi nadie sabe si todo obedece a un plan diseñado por el coronel o si es fruto de la casualidad, pero el hecho de haber sido expulsado de Trípoli le ha brindado una estrategia que podría ser mortífera. Aunque todavía hay reductos que combaten a los rebeldes en la capital, la mayoría de las tropas gadafistas que defendían la ciudad se están desplazando hacia el sur, en dirección a la zona montañosa de Hasuna, según los informes de inteligencia con los que cuenta el Consejo Nacional de Transición, órgano de gobierno de los rebeldes.
Al sur de Trípoli, donde ayer hubo combates, los leales a Gadafi han destruido algunas instalaciones eléctricas y tuberías secundarias que dan suministro de agua y luz. De ahí que los rebeldes sospechen que el nuevo plan del coronel sea atacar las instalaciones de Hasuna, un área llena de pozos naturales en tierra de nadie y donde podría establecerse la base de operaciones de los gadafistas, empeñados en buscar una salida al sur para tratar también de acercarse a Argelia, donde les sería más fácil aprovisionarse de combustible, vital para continuar la guerra.
En las oficinas de Bengasi de El Gran Proyecto del Río Hecho por el Hombre (The Great Man Made River Project), una especie de empresa estatal que fue bautizada por Gadafi con ese rimbombante nombre, el ingeniero Mohamed Bushala explica los temores de los opositores. "Es muy fácil atacar esos pozos. Si destruyen los sistemas eléctricos que sirven para extraer el agua, se acabó. Una vez que se consumiera el agua de las tuberías, Trípoli se quedaría seca", explica.
Hay una posibilidad de bombear el agua de las reservas del este, controladas totalmente por los rebeldes, hasta Trípoli. Pero esa solución pasa por tomar Sirte. El régimen construyó hace más de cinco años dos estaciones de bombeo para conectar allí las dos redes de acueductos de todo el país, la del este y la del oeste. Ese canal va de Sirte hasta Assadada, donde se conecta a la red de la capital, y nunca ha sido utilizado aunque sí se ha probado con éxito en varias ocasiones, según señala Bushala.
Con la posibilidad de que los pozos de Hasuna sean atacados o envenenados, la conquista de Sirte se hace cada vez más apremiante. En su camino por carretera hasta allí, las tropas rebeldes han quedado bloqueadas en Bin Yauad, a un centenar de kilómetros de Sirte. Varios misiles de los leales a Gadafi cayeron ayer sobre esa zona y muchos de los insurgentes tuvieron que retroceder hasta Ras Lanuf. Aun así, las tropas opositoras respondieron con su propia artillería y desplegaron tanques en las inmediaciones, según la BBC.
La cabezonería de los gadafistas ha sorprendido en Bengasi, donde los militares pensaban que "una vez tomada Trípoli, las demás fuerzas se rendirían", según dijo ayer el comandante rebelde Fawzi Bukatif a la agencia France Presse.
Para algunos analistas en Bengasi, la retirada del régimen de su feudo en la capital obedece a un sofisticado plan del coronel Gadafi. Su imagen de jugador de ajedrez, capaz de anticipar varios movimientos imaginando lo que va a hacer el contrario, casa en cierta forma con su fuga del cuartel de Bab el Azizia en Trípoli.
Otros no lo ven así y aseguran que Gadafi es solo un loco, incapaz de hacer razonamientos tan lógicos. "No creo que piense tan a largo plazo", señala Nasser Bubteina, jefe de las redes de agua del este y uno de los más preocupados estos días por la posibilidad de que la otra mitad del país se quede seca. "Lo que sí está claro es que la situación es esta ahora, que el riesgo de los ataques a las instalaciones del oeste es máximo y que Gadafi está dispuesto a hacer lo que sea con tal de mantener el poder", declara Bubteina, que pide más seguridad y más personal y material técnico para seguir llevando el agua a las casas.
"El problema del agua es capital", señala Jeremy Nagoda, representante de la UE en Bengasi. "Lo advertimos hace dos meses y estamos desde entonces colaborando con el Consejo Nacional de Transición para tratar de dar seguridad en la zona y aprovisionar de combustible a las estaciones eléctricas para que no haya problemas en el suministro. Pero todo eso pasa por que las tropas del Consejo Nacional de Transición venzan en Sirte o que los leales a Gadafi se rindan", explica.
En Bengasi se habla de transición hacia la democracia. Algunas ONG llevan trabajando meses para ayudar a crear partidos políticos y las bases de un nuevo futuro. Los libios tratan de adoptar un nuevo lenguaje que les permita salir de los 42 años bajo el poder del coronel Gadafi. Pero todos saben que antes de empezar han de resolver cuestiones más básicas como el abastecimiento de agua y ganar de una vez esta guerra. En buena parte, la resolución de esos problemas depende de que la comunidad internacional libere los miles de millones de euros congelados al régimen al inicio del conflicto.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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