75 años de la vida del 'Rey de todos los españoles'RosasSinEspinas .
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75 años de la vida del 'Rey de todos los españoles'

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Don Juan Carlos inaugura los 75 en el foco del escenario público. La familia real española ha cerrado el 2012 con una imagen renovada, que se escenificó en los actos del día de la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Inmersa España en una difícil situación, el monarca protagonizó el pasado 24 de diciembre su discurso más cercano, por primera vez pronunciado de pie, para dar una sensación de proximidad y simpatía, así como de mejoría en su estado físico, después de haberse sometido, días atrás, a su tercera operación de cadera. El rey estrena los 75 desempeñando un papel clave como baluarte de la democracia y de la cohesión territorial de España. Como en el primer día de su reinado hace más de treinta y siete años. Consciente del largo y tortuoso camino recorrido hasta aquí, no obstante, el soberano resta importancia a las cicatrices y se centra en el futuro con optimismo. Don Juan Carlos nace prematuramente el 5 de enero de 1938, en Roma. Los dolores de parto se le presentan a doña María de las Mercedes, un mes antes de lo previsto, cuando estaba en el cine viendo una película con su suegro y tío, Alfonso XIII, y mientras su esposo, don Juan, se encontraba de viaje. “El pobre nació ochomesino y tenía los ojos saltones. Era feo, feo ¡como un dolor! Era horrible. Menos mal que enseguida se arregló”, declararía después la Condesa. El pequeño Juanito, como lo llamaban para distinguirlo de don Juan, tuvo que despedirse pronto de su niñez, de un mundo sin preocupaciones lleno de calor familiar, al cargar con la misión de devolver la corona a la dinastía Borbón. Misión, que le habían encomendado entre su padre y Franco. Así, mientras sus padres y sus hermanos se instalan en un nuevo país, don Juan Carlos, por decisión del Conde de Barcelona, ingresa como interno en un colegio marianista de Friburgo, donde debe endurecerse y conocer el sufrimiento y la soledad. La única visita que recibe en aquel tiempo es la de su abuela y madrina de bautismo, la reina Victoria Eugenia, que le trata con enorme cariño. “Al principio fui bastante desgraciado allí. Tenía la impresión de que los míos me habían abandonado, de que mi padre y mi madre se habían olvidado de mí… En Friburgo, lejos de mi padre y de mi madre, aprendí que la soledad es un fardo muy duro que soportar. No era crueldad por su parte y menos todavía falta de sensibilidad, pero mi padre sabía, como yo lo supe más tarde, que los Príncipes deben ser educados a las duras si se quiere hacer de ellos hombres responsables, capaces de soportar algún día el peso del Estado… Mi padre tenía un profundo sentido de la realeza. Veía en mí no solamente a un hijo, sino al Heredero de una dinastía”. Llega a Madrid Juanito recibe con enorme tristeza la noticia de que continuaría estudios en España y que, por disposición de Franco, lo haría sin que su tutor Latapié estuviera a su lado. Pronto, no obstante, hace amigos en su primer hogar en Madrid y, también, su colegio: Las Jarillas. Desde su llegada a España, con tan sólo 10 años, hasta la muerte de Franco, los imperativos de una futura restauración priman sobre las necesidades del chico, resignado a la soledad y al aislamiento. El General tiene claras las reglas del juego para la restauración monárquica: “Don Juan debe someterse a mis deseos, que son en bien de él y de la patria y confiarme la educación de su hijo, que deberá ser impartida por personas de mi absoluta confianza”. Don Juan cede terreno, pero siempre dejando claro que nada de lo que decidiera significaba una renuncia a sus derechos dinásticos. En 1954, el Príncipe termina el bachillerato en el Instituto San Isidro, de Madrid. Después llega su instrucción militar. Don Juan Carlos recordaría sus años en las Academias Militares como los años más felices de su vida, pese a que el Príncipe pasa por toda serie de trastadas, como cualquiera de sus compañeros. El 12 de diciembre de 1959 finaliza la formación militar y se licencia con el grado de teniente en las tres armas. En la ceremonia de graduación, el entonces Ministro del Ejército, Antonio Barroso, con el visto bueno de Franco, rinde honores a don Juan Carlos haciendo mención de sus valores y de su patriotismo que “han de compensarse de otras penas y sinsabores”. A la formación militar siguió la académica en la Universidad Complutense, donde cursó estudios de Derecho Político e Internacional, Economía y Hacienda Pública. Una nueva vida tras su despertar al amor En el verano de 1954, la reina Federica de Grecia organiza un crucero a bordo del Yate Agameón con la intención de que ciento diez jóvenes, miembros de las casas reales europeas, tuvieran la oportunidad de conocerse. Sobre la cubierta de este barco se produce el primer encuentro entre la princesa Sofía de Grecia, de quince años, y Juan Carlos de Borbón, de dieciséis. No obstante, habrían de pasar muchos años hasta que ese encuentro se convirtiera de verdad en una cita. La reina Federica, después del encuentro de doña Sofía y don Juan Carlos en Londres, con motivo de la boda de los Duques de Kent, el 8 de junio de 1961, invita a los Condes de Barcelona y a sus hijos al palacio de Mon Repos, Corfú. Lugar tradicional de veraneo de la Familia Real griega con maravillosas vistas al Mediterráneo y un precioso bosque exótico. El Príncipe prolonga su visita hasta la primera quincena de agosto. Fernando Rayón extrae del libro Memorias de Federica de Grecia “Corfú es el sitio más maravilloso del mundo para enamorarse... En aquel feliz ambiente, Sofía y Juanito decidieron unir sus vidas para siempre”. En Lausana, los Reyes de Grecia se reúnen con los Condes de Barcelona y sus hijos en el Hotel Beau Rivage. El Rey –lo ha dicho doña Sofía en numerosas ocasiones- jamás usó la pregunta: ‘¿Quieres casarte conmigo?’, pero sí la sorprendió lanzando, durante aquel encuentro, una caja al aire con un “¡Sofi, cógelo!”. “¿Recuerdas –dijo la Reina mirando a don Juan Carlos ante otros testigos– que, en Suiza, en casa de tu abuela, después de comer, entraste tú, me pusiste la pulsera y me dijiste: ‘Nos casamos, ¿eh?’”. El príncipe Juan Carlos y la princesa Sofía se casan el 14 de mayo, en Atenas, por dos ritos. El primero, católico, tuvo lugar en la catedral de San Dionisio. El segundo, ortodoxo, se celebra, una hora más tarde, en la catedral de Santa María y es autorizada por Juan XXIII. Doña Sofía, emocionada durante ambas ceremonias, usa el pañuelo de don Juan Carlos en varias ocasiones. De Príncipes a Soberanos Después de su viaje de novios, alrededor del mundo, el príncipe don Juan Carlos y la princesa Sofía de Grecia se instalan en Madrid. En el palacio de la Zarzuela. Son años difíciles para la dinastía de los Borbones, pero inmensamente felices para el matrimonio que pronto se verá correteando detrás de tres niños por los jardines de su residencia. La infanta Elena nace en 1963; la infanta Cristina, en 1965, y el heredero al trono, Felipe de Borbón, en 1968. Dos días después de la muerte del general Franco, don Juan Carlos es proclamado Rey. Aún quedan múltiples cuestiones por resolver, pero el soberano se convirte en el principal artífice de la reforma política y democratización del país. Otro hito en esta pacífica transición hacia la democracia es la renuncia, el 14 de mayo de 1977, de don Juan a la Corona a favor de su hijo. Padre e hijo se funden en un abrazo con el que ambos anteponen sus intereses al bien de su país. Una firme apuesta por una nueva era que ratifican unos años después los españoles con la firma de la Constitución en 1978. El Rey consigue hacer realidad por fin el gran proyecto que fue el sueño de su padre: una Monarquía para todos. Ese largo camino que don Juan Carlos y doña Sofía inician, en su juventud, sin corona, y que siguen recorriendo hoy, con el paso firme de quien ha visto cumplidos sus sueños, respaldados por el cariño y el respeto de toda una nación, podría resumirse como una historia de entrega, carácter y oficio sin la cual ya no puede ser escrito ni el pasado ni el presente de España. Abuelos y Reyes Con el paso de los años, las Infantas y el Príncipe forman sus propias familias y, ahora, don Juan Carlos y doña Sofía son los Reyes-abuelos. Después de treinta años sin niños, ocho nietos reales llenan de alboroto y alegría los jardines del palacio de la Zarzuela… Hijos de sus tres hijos. Niños que, desde que nacieron, vienen a acaparar las portadas en las que ellos aparecieron por primera vez, en los brazos de Don Juan Carlos y doña Sofía siendo todavía unos recién nacidos. Los soberanos viven la plenitud de una edad en la que valoran lo que han conseguido como padres y soberanos. Sus ocho nietos son la gran debilidad de los Reyes. Sus Majestades siempre se deshacen en atenciones hacia ellos. Para cada uno tienen un cálido gesto, una caricia... Un momento único. Ya sea Froilán, Victoria Federica, Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel, Irene, la infanta Leonor o la benjamina, la infanta Sofía. Sus sonrisas, siempre amables, se vuelven enormemente dulces cuando están dedicadas a uno de los suyos. Y es que ese octeto de felicidad se ha colado definitivamente en la mirada de nuestros Reyes. Lissette Garcia RosasSinEspinas

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