TIJUANA, México.— Con dólares, muchos dólares, narcotraficantes de esta frontera han logrado seducir a los cuerpos policiacos para que les permitan realizar sus actividades delictivas, e incluso les echen la mano.
Y si no lo hacen, a las consecuencias tendrán de atenerse.
Muchos han sido los casos de policías detenidos por sus vínculos con el crimen organizado. "Trabajaban para los Arellano Félix", es la acusación habitual que les hacen.
Pero los policías no son exclusivos de esa corrupción, porque también a militares han caído en la seducción del narco.
Durante el último año, más de 20 militares asignados a Baja California han sido detenidos por sus nexos con la delincuencia organizada.
El general Alfonso Duarte Mujica, comandante de la Segunda Región Militar, en el noroeste de México, reconoció que el crimen organizado está buscando comprar al Ejército.
"Porque es su principal obstáculo para llevar a cabo sus actividades", dijo la semana pasada durante una conferencia de prensa. "Y algunos han caído en la tentación... Son unos traidores".
Desde que en 2007 el gobierno de Felipe Calderón estableció en Baja California la llamada Operación Tijuana para combatir a los capos de la droga, el Ejército no se ha ido limpio de la garra corruptora del narcotráfico.
El caso más reciente ocurrió la semana pasada, cuando 13 militares fueron detenidos por traficar casi una tonelada de "cristal", la droga hecha a base de metanfetaminas.
No obstante, analistas consideran que el modelo tijuanense para combatir el narco ha funcionado en esta frontera, aunque no se puede decir lo mismo de esa estrategia del presidente Calderón para el resto del país.
"A diferencia de Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Nogales, Monterrey, se puede identificar como que sí hay un cierto interés político del gobierno federal por impulsar determinadas acciones, y sobre todo el hecho de que en algunos casos no se está enviando personal militar y policía federal preparada", comentó a La Opinión José María Ramos García, investigador de asuntos de seguridad del Colegio de la Frontera Norte (El Colef).La Operación Tijuana dio inicio cuando todavía era alcalde el priista Jorge Hank Rohn, y en ese entonces algunos lo consideraron como un golpe político del panista Felipe Calderón.
Al ganar la alcaldía de esta ciudad su compañero de partido, Jorge Ramos Hernández, el Presidente ofreció todo el apoyo para establecer una coordinación policiaca que estuviera encabezada por el Ejército, y para ello se colocaron militares al frente de los cuerpos policiacos, como lo fue el teniente coronel Julián Leyzaola.
Al mando del general Sergio Aponte Polito se desmantelaron redes de corrupción y se establecieron las bases para fortalecer el operativo, pero sus diferencias con el gobernador José Guadalupe Osuna Millán obligaron a su salida para la llegada del general Alfonso Duarte Mujica.
Fue entonces que se lograron las detenciones de reconocidos narcos como Teodoro García Simental, "El Teo", y Raydiel López Uriarte, "El Muletas".
Sin embargo, al poco tiempo se acusó a dos militares, Francisco Ortega Zamora y Ramón Ángel Soto Corral, cercanos colaboradores del jefe policiaco Julián Leyzaola, de proteger a los narcos de la ciudad, por lo que recibían 5,000 dólares mensuales.
A pesar de que el Ejército también ha sido tocado por el narco, el investigador de El Colef señala: "Es que no hay otra agencia o dependencia que pueda hacer frente al crimen organizado".
Para Heriberto García, procurador de Derechos Humanos de Baja California, la lucha contra el narco sería impensable sin el apoyo del Ejército, dados los niveles de violencia que la delicuencia organizada ha manifestado.
"Consideramos que la presencia del Ejército en las calles debe ser temporal, mientras que se profesionalizan las policías y existen mejores niveles de control de confianza de los cuerpos policiacos", mencionó.
"Se habla de que el Ejército ha sido tocado por estas bandas delictivas, pero eso no significa que la institución del Ejército haya sido trastocada", aclaró. "El hecho de que algunos elementos traicionen la confianza y los principios rectores del Ejército, no significa que toda la institución haya sido trastocada".
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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