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Busqueda de sobrevivientes en Filipinas “Morirán de hambre si no llega ayuda pronto”

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El presidente de Filipinas, Benigno Aquino, ha declarado este lunes el estado de desastre nacional, a la vista de la devastación causada por el tifón Haiyan –o Yolanda-, que el viernes pasado arrasó el archipiélago asiático. “Hemos declarado el estado de desastre nacional para acelerar las labores de rescate, asistencia y rehabilitación en las provincias devastadas por Yolanda”, ha dicho en una comparecencia en la televisión nacional, según el Diario Philippine Inquirer. “Esto es importante, no solo para controlar el precio de los productos y servicios básicos que necesitan nuestros conciudadanos, sino también para evitar el abuso en los precios y el acaparamiento de productos esenciales”. La declaración se ha producido cuando los equipos de rescate luchan en medio del caos y la destrucción para salvar a los supervivientes y llevar ayuda a las víctimas. Algunas poblaciones continúan aisladas, debido al corte de las comunicaciones y la energía eléctrica, y la destrucción de las carreteras. El Gobierno ha desplegado cientos de soldados para evitar el pillaje de la población, que, desesperada, sin agua y comida, ha saqueado tiendas y supermercados. Alrededor de 620.000 personas se han visto desplazadas y 9,5 millones están “afectadas”, según Naciones Unidas. Aquino ha asegurado que el Gobierno ha aprobado fondos adicionales -1.100 millones de pesos (18,8 millones de euros)- para el Ministerio de Asuntos Sociales y Desarrollo y el de Obras Públicas y Autopistas con objeto de que puedan ser utilizados de inmediato en ayudar a la población y las zonas afectadas. También ha afirmado que el Gobierno central ha tenido que intervenir para dirigir las operaciones de rescate y ayuda porque el personal y los responsables de los departamentos de los Gobiernos locales han sido también víctimas de la catástrofe. El presidente ha reconocido que la interrupción de los servicios de comunicación y electricidad está dificultando los trabajos. “Esto ha causado caos en algunas áreas”. Haiyan –o Yolanda- ha tocado tierra este lunes por la mañana en Vietnam, aunque con nivel 1, como tormenta tropical, con vientos constantes de 120 kilómetros por hora 156 kilómetros al sureste de Hanoi, después de haber perdido fuerza en el mar de China Oriental. No ha habido daños significativos. Más de un millón de personas fueron evacuadas en el centro y el norte del país antes de su llegada, y al menos seis murieron en los preparativos para la tormenta. En China, más al norte, cerca de la isla de Hainan, cinco tripulantes de un barco mercante están desaparecidos. Los meteorólogos prevén lluvias torrenciales las próximas 24 horas en el sur de China. Las autoridades de la provincia sureña de Guangxi han advertido a los pescadores que se queden en tierra. A medida que pasan los días, se hace visible la amplitud de la tragedia provocada por Haiyan en Filipinas, donde golpeó con nivel cinco, el máximo de la escala Saffir-Simpson. Barrió el archipiélago de este a oeste, con vientos de 314 kilómetros por hora y rachas de 378, que fulminaron todo a su paso. Según las autoridades de la isla de Leyte, una de las más afectadas, al menos 10.000 personas han muerto solo en esta provincia, principalmente en la capital, Tacloban (580 kilómetros al sureste de Manila). Fallecieron ahogadas y por el desplome de edificios. Testigos y empleados gubernamentales describen escenas de caos. Gran parte de la ciudad y aldeas vecinas están inundadas. Los supervivientes buscan entre las ruinas a sus familiares desaparecidos. Cientos de personas intentan salir en avión de Tacloban, cuyo aeropuerto resultó gravemente dañado, aunque la pista de despegue y aterrizaje funciona. Tata Abella-Bolo, de Intermón-Oxfam, describe un paisaje desolador en el norte de la isla de Cebú, a su vuelta de un viaje de reconocimiento al norte de la isla filipina golpeada por el tifón. “Las casas están completamente destruidas, incluido el Ayuntamiento. No hay electricidad, ni agua para beber. Las autoridades locales dicen que tardarán al menos un mes en poder reestablecer la corriente eléctrica”. Abella-Bolo explica que el problema más acuciante es precisamente la falta de agua. La mayor parte de la población se encuentra refugiada en centros público a donde fueron evacuados preventivamente 8.000 personas, pero que e incluso allí algunos tejados han volado. "Hay muchos en el centro cultural, pero el tejado ha salido volando por los aires". Las casas particulares, construidas con madera y uralita han quedado arrasadas. El acceso a las poblaciones más afectadas ha sido hasta ahora complicado debido a la cantidad de árboles y postes de la electricidad que yacen sobre las vías de comunicación. “Falta agua, alojamiento y medicinas”, indica en conversación telefónica Abella-Bolo, quien apunta a un problema menos urgente, pero crucial para la supervivencia de la población local. “Aquí la gente vive sobre todo de la pesca y han perdido sus barcos, que han quedado destruidos en el mar”. Elisa Aguilar, relata por teléfono desde Manila la situación de su primo Marc. Desde el jueves por la tarde, cuando Haiyan golpeó la provincia de Leyte, en la zona central de la costa este de Filipinas, no sabía nada de la familia de su esposa. El sábado por la mañana viajó a Tacloban, capital de Leyte que supera los 200.000 habitantes, gracias a la ayuda de familiares de un amigo en el Ejército. Desde allí logró alcanzar Palo, de 62.000 habitantes y tercera ciudad de la provincia. “En un correo electrónico esta mañana nos dice que la familia está segura. Que ha tenido que caminar durante más de 8 horas para encontrar el lugar donde estaban”, explica Aguilar. “Al llegar se ha encontrado con que casi todas las casas están destrozadas, no hay comida, ni agua potable, ni gas… por supuesto tampoco hay electricidad.”, prosigue una nerviosa Elisa. “Marc dice que desde Tacloban están llegando equipos de rescate, pero no tienen los medios suficientes para ayudar a todo el mundo. Están compartiendo la comida que Marc llevó desde aquí. La gente no se está matando, pero se van a morir de hambre si no hay ayuda pronto, llevan cuatro días sin nada.” Tres días después de que el huracán golpeara con fuerza seis de las islas del país, el Gobierno no ha dado aún una cifra realista de víctimas mortales. El balance oficial del Consejo de Gestión y Reducción del Riesgo de Desastres Nacionales de este lunes a las seis de la mañana (siete horas menos en la España peninsular) es de 255 muertos y 38 desaparecidos. De momento, no se conoce el número de personas que pueden haber fallecido en Guiuan, una ciudad en la isla oriental de Samar, que tiene una población de 40.000 almas, y que fue destruida en gran parte. “Este área ha resultado completamente arrasada”, ha asegurado Sébastien Sujobert, director del Comité Internacional de la Cruz Roja en Tacloban, informa Associated Press. “Se han perdido muchas vidas, hay un gran número de desaparecidos, los servicios básicos como agua potable y electricidad están cortados”. En algunos lugares, los cadáveres cuelgan de los árboles, otros han sido depositados en los arcenes e iglesias semidestruidas. Entre 300 y 500 han sido enterrados en fosas comunes; una labor efectuada con rapidez, pero que podría imposibilitar la labor de búsqueda e identificación de las víctimas por parte de los familiares. “Es muy difícil llegar a las zonas más afectadas; el acceso está limitado, debido al daño causado a las infraestructuras y las comunicaciones por el tifón”, ha afirmado Tomoo Hazumin, representante de Unicef en Filipinas. “Hay un número terrible de muertos, por todos lados, mucha destrucción”, ha dicho Richard Gordon, director de la Cruz Roja en Filipinas, a la cadena de televisión BBC. “Es un follón absoluto ahora mismo, pero tengo la esperanza de que la situación mejorará conforme lleguen más y más suministros a la zona”. Se estima que el tifón destruyó entre el 70% y el 80% de las estructuras que encontró a su paso. La mayoría de las muertes fueron provocadas por olas de cinco a seis metros levantadas por el huracán, que inundaron y barrieron pueblos y aldeas costeros. Las imágenes recuerdan a las del tsunami de 2004, que asoló la costa del Índico. Más de 200.000 personas murieron entonces como consecuencia del terremoto y el consiguiente tsunami; la mayoría de ellas –unas 170.000- en Indonesia. Las imágenes difundidas por el ejército tras haber sobrevolado Guiuan muestran escenas apocalípticas, con supervivientes que deambulan entre restos de viviendas y árboles hechos astillas. “La única razón por la que no tenemos informes del número de víctimas hasta ahora es que las comunicaciones no funcionan”, ha asegurado el coronel John Sánchez, informa Reuters. Según fuentes gubernamentales, al menos 300 personas ha muerto en Samar y otras 2.000 se encuentran desaparecidas. El 80% de Baco, una ciudad de 30.000 habitantes en la provincia de Mindoro Oriental, en la isla de Mindoro, está inundado, según Naciones Unidas. Estados Unidos ha enviado a 90 marines y marineros a Filipinas, como parte de una primera oleada de ayuda militar. Grupos de ayuda humanitaria estadounidenses también han puesto en marcha campañas de apoyo. Uno de ellos, World Vision, asegura que un envío de mantas y toldos de plástico llegarán desde Alemania el lunes, dentro de un plan para ayudar a 400.000 personas. La Comisión Europea contribuirá con tres millones de euros a las regiones más afectadas. En España, las ONG que trabajan habitualmente con Filipinas, como Acción contra el Hambre (AcH) e Intermón Oxfam, se han movilizado también. AcH va a enviar ocho toneladas de material de emergencia en el vuelo organizado por la Agencia Española de Cooperación Internacional, que tiene previsto salir hoy. La ONG centrará sus esfuerzos en la distribución de agua potable. Intermón ha enviado un grupo de expertos para evaluar las condiciones del agua y el saneamiento en las islas de Bohol, Samar y Leyte. A pesar de que el Gobierno evacuó a unas 800.000 personas antes de la llegada de Haiyan, el impacto ha sido descomunal. Mucha gente se refugió en escuelas, iglesias y edificios gubernamentales que no aguantaron la fuerza del viento y el embate de las aguas. Para empeorar la situación, una borrasca tropical –cargada de lluvias- se acerca a la zona. Se calcula que llegará el martes. Los meteorólogos aseguran que podría provocar nuevas inundaciones en las zonas afectadas. Incluso para Filipinas, que se ve castigada por unos 20 tifones cada año, la catástrofe es esta vez de proporciones descomunales. Los vientos de Haiyan se encuentran entre los más fuertes nunca registrados, y, si se confirman las previsiones, ha matado a muchas más personas que otros supertifones. Sería el peor desastre natural jamás registrado en el archipiélago de 7.000 islas. La tormenta más dañina hasta la fecha en Filipinas, Thelma, provocó 5.100 muertos en el centro del país en 1991. El desastre natural más grave se produjo en 1976, cuando un terremoto de magnitud 7,9 provocó un tsunami en el golfo Moro en el sur del país, que mató a entre 5.000 y 8.000 personas. El año pasado, el tifón Bopha devastó tres poblaciones, dejó 2.000 muertos y desaparecidos y causó daños cifrados en más de 1.000 millones de dólares en la isla sureña de Mindanao. Lissette Garcia RosasSinEspinas

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