Las duras críticas de los socialistas franceses a la política de austeridad aplicada por Angela Merkel en Europa, y la mención a la “intransigencia egoísta” de la canciller en un documento redactado —y finalmente suavizado el sábado— por la dirección del Partido Socialista (PS), han suscitado la cólera de los conservadores en las dos orillas del Rin y han elevado varios grados la temperatura de la “tensión amistosa” —la fórmula es de François Hollande— entre las dos mayores economías de la zona euro.
Desde Berlín, la reacción más dura a los ataques fue expresada por el diputado de la CDU de Angela Merkel en la Cámara baja (Bundestag) Andreas Schockenhoff, que habló de “críticas improcedentes y parciales” contra la canciller, “insólitas en las relaciones francoalemanas”. La postura más extendida entre los medios alemanes sería el equivalente a alzar las cejas con indiferencia: según el diario muniqués Süddeutsche Zeitung, el presidente socialista François Hollande “está bajo presión porque la economía alemana va mejor que la francesa”.
Por su parte, el Ejecutivo alemán trató de minimizar las tensiones y destacó el “trabajo conjunto” de Hollande y Merkel. Y la oposición socialdemócrata alemana expresó su fe en la capacidad reformista del presidente Hollande, aunque tiró con bala al afirmar que Francia se encuentra en una situación parecida a la de Alemania hace 11 años.
El documento redactado por los dirigentes socialistas franceses, que será discutido en junio durante un congreso del partido sobre Europa, enfatizaba que “la amistad entre Francia y Alemania no implica la amistad entre Francia y la política europea de la canciller Merkel”. Sus autores, que eliminaron del primer borrador todas las menciones personales a la canciller, animan al presidente Hollande a enfrentarse a la derecha alemana para cambiar el rumbo económico de Europa y acabar con las políticas de austeridad.
El mensaje es un clamor en toda Europa del sur. El viernes, los líderes socialistas de Francia, Portugal y España unieron en Lisboa sus voces para decir lo mismo, y hoy ha sido Enrico Letta, el nuevo jefe del Gobierno italiano, quien ha lanzado una requisitoria contra la ausencia de crecimiento. “Solo saneando las cuentas Italia se muere”, ha dicho en el Parlamento. “Después de una década sin crecer, las políticas de estímulo no pueden esperar más. Ya no hay más tiempo”.
En París, el texto de los socialistas consiguió el milagro de unir a la dividida oposición conservadora, que acusó al PS y al propio Hollande de defender tesis “germanófobas” que ponen en peligro la histórica relación entre Berlín y París. En su primera nota conjunta desde que firmaron la paz en diciembre tras las discutidas elecciones a la presidencia de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), los dos líderes del partido, el presidente Jean-François Copé y el ex primer ministro François Fillon, culparon a Hollande de “la degradación continua y desoladora de la relación franco-alemana”, y subrayaron el “clima germanófobo que ha conquistado al PS y a su aliado de extrema izquierda”, en alusión al Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon.
Según el relato de Copé y Fillon, Hollande “ha maniobrado desde la cumbre europea de junio pasado para tratar de aislar a la canciller alemana”, logrando el efecto contrario. “Este comportamiento indigno”, añaden los dos aspirantes a suceder a Nicolas Sarkozy, “guiado por inquietudes puramente partidistas, ha dado el tono de la que ha sido, desde entonces, su relación con Alemania. El resultado es catastrófico”, remachan.
Los dos líderes de la derecha deploran también la “inaudible voz de Francia, aislada en Europa”, y califican “la actitud desdeñosa” de Hollande como “un insulto a todos los que, desde el general De Gaulle y Konrad Adenauer, han sabido consagrar toda su energía y talento al servicio de una relación excepcional que es un modelo para el mundo entero”.
La explosiva nota concluye diciendo que “la UMP no dejará que unos dirigentes que no están a la altura de su misión en estas circunstancias excepcionales deshagan la relación franco-alemana”. Por su parte, el líder de la centrista Unión de Demócratas e Independientes (UDI), Jean-Louis Borloo, pidió a Hollande que detenga la deriva germanófoba y antieuropea de su partido y pida excusas de forma solemne a la canciller.
El Gobierno alemán se tomó con más calma los ataques de los socialistas galos. El portavoz de Merkel, Steffen Seibert, descartó que las críticas contra su política sean un síntoma de “distanciamiento” entre ambos países, y explicó que para el Ejecutivo alemán “solo cuenta la actividad de los Gobiernos, no la de los partidos” extranjeros. Alemania no quiere “comentar lo que algunos socialistas han puesto en un papel” para el congreso de su formación política en junio. Lo que se dice o se hace fuera del Gobierno francés es, para Merkel, “una música de acompañamiento que se percibe pero no se tiene en consideración”. En palabras de Seibert, la relación de trabajo entre Hollande y Merkel “es muy diferente de lo que se lee en ese papel”.
En el fondo de las reacciones alemanas está la generalizada convicción de que Francia está en un marasmo económico del que solo saldrá con la receta conocida: reformas estructurales y medidas drásticas. Y ese es el gran problema que vislumbra el Partido Socialista francés: aunque Francia ha conseguido de Bruselas un año más para ajustar su déficit, la popularidad de Hollande es cada vez más baja, y el ala izquierdista del partido teme que el recorte del gasto público y la necesaria reforma de las pensiones —que Hollande quiere concertar este año con los agentes sociales— aumente el descontento y acaben dando alas a los populismos de izquierda y derecha, lo que podría suponer un serio revés en las elecciones municipales y europeas de 2014.
En todo caso, el malestar en el grupo democristiano (CDU / CSU) del Bundestag con los socialistas fue palpable. El parlamentario Schockenhoff se encargó de devolver golpe por golpe los ataques del PS. El experto en Exteriores habló de la “considerable desesperación” de los socialistas, que han sido “incapaces de dar respuestas convincentes a los problemas económicos y políticos de Francia” durante los casi 12 meses que llevan en el Gobierno.
El jefe parlamentario de los socialdemócratas alemanes (SPD), Frank-Walter Steinmeier, pidió en cambio al Gobierno de Merkel que se contenga en sus críticas a Francia, porque “podrían dañar de forma duradera las relaciones” entre los vecinos. El diputado del SPD añadió que ve en peligro “uno de los pilares esenciales de la construcción europea”. Steinmeier aprovechó para tirar contra Merkel asegurando que su Gobierno “se beneficia del efecto de unas reformas para las que no ha movido un dedo”. El socialdemócrata, eso sí, destacó que Francia “está en una situación tan compleja como la de Alemania hace 11 años, pero con un entorno económico más difícil”.
Los empresarios también dejaron ver su inquietud, y el presidente del grupo aeronáutico europeo EADS, el alemán Tom Enders, dijo en una entrevista a Le Monde que las acusaciones de hegemonía son un gran problema para Alemania. “Siempre ha sido acusada de ser demasiado fuerte o demasiado débil. Es una realidad geoestratégica. La generación actual de dirigentes alemanes es muy sensible a esa temática. No conozco ningún responsable político que persiga una política de dominación alemana. Debemos hacer todo lo posible para evitar una situación en la que Alemania se encuentre sola contra todos. Para prevenir eso, Francia y Alemania deben cooperar”.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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