En casi cualquier lugar del mundo la suerte de un policía estará echada si es detenido tras atacar un convoy de autoridades en un fallido intento por liberar a un narcotraficante. Más aún, si a ese policía de nombre José Alberto Loera Rodríguez, alias El Voltaje, se le encuentra, además, cocaína para dar y repartir. En casi cualquier parte pero no en México, donde el exagente logró permanecer en libertad y ahora es buscado por las autoridades, acusado de ser uno de los autores de la matanza del 25 de agosto pasado en el Casino Royale de Monterrey. En esa brutal acción murieron 52 personas, 42 de ellas mujeres.
Monterrey y su élite se encuentran hundidas en la crisis que trajo el humo del incendio del Casino Royale, una tragedia que desnudó tanto la capacidad de los criminales para corromper y asesinar, como la indolencia de políticos de todos los niveles cuyo único afán es salir bien librados de los cuestionamientos de una ciudadanía harta de constatar que expolicía y delincuente son sinónimo, y que los delincuentes, si eventualmente son detenidos, logran una libertad que usarán para matar.
El relato de lo que ha pasado en Nuevo León en las tres semanas transcurridas desde el incendio del casino debe comenzar con los nombres de Miguel Ángel Barraza, de 54 años, María Dolores Reyna Rivas, de 52 años, y Orlando Misael Barraza, de 24. Los tres fueron asesinados el pasado miércoles, en su casa. Se trata del padre, la madrastra y un hermanastro de Miguel Angel Barraza Escamilla, el policía detenido y acusado de ser parte del grupo que prendió fuego al local de apuestas. Las muertes ocurrieron apenas unas horas después de que el Gobierno diera a conocer la identidad de los autores intelectuales de la matanza en el local de apuestas. La venganza de los criminales no dilató.
La saña del asesinato múltiple se explica al recordar que hasta ahora sólo operadores de baja estofa han sido detenidos por el ataque al Casino Royale. Las autoridades han subido la mira y, además del expolicía El Voltaje, buscan a otros dos que también habían estado presos por otras faltas: Baltasar Saucedo Estrada fue detenido por destrozos en un hotel de Villahermosa, Tabasco, en febrero de 2007, ocasión en la que se identificó como integrante de los Zeta. Sin que se sepa los motivos, una semana después fue liberado. Mientras que Roberto Carlos López Castro, alias El Toruño, fue policía municipal en Saltillo (norte del país) y en 2000 causó baja tras agredir a periodistas.
Mientras la policía desvela estas nuevas acusaciones, las autoridades civiles han protagonizado tres semanas de recriminaciones en medio del escándalo provocado por la aparición de unos vídeos en donde un hermano del alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal, miembro del gobernante Partido de Acción Nacional (PAN), aparece recibiendo dinero en efectivo dentro de un casino. En otras imágenes, se ve al hermano del alcalde con un colaborador del edil en una entrevista con un personaje ligado a los casinos. Larrazabal negó cualquier irregularidad y desafió al PAN al negarse a dejar el cargo por 30 días para facilitar las investigaciones.
El embrollo de Larrazabal, que es popular pero poco querido por los líderes panistas de viejo cuño en Nuevo León, ha permitido respirar sin tanto sofoco a Rodrigo Medina, nuevo gobernador del Estado, que de cualquier manera no se ha salvado de tres manifestaciones ciudadanas, que cada domingo piden su renuncia.
En los primeros minutos del viernes, cuando todo México festejaba con gritos y fuegos artificiales el aniversario 201º del comienzo de la independencia nacional, la cuenta de twitter @MAGS_SP se afanaba en una labor imposible: "DIFICIL identificar balaceras en #Mtyfollow por festejos. Gente sigue tronando cuetes en varias zonas de #NL 00 08am". Creada por una "mujer preocupada por la inseguridad y comprometida con mi comunidad, alertándoles de situaciones de riesgo", la cuenta @MAGS_SP sabe que Nuevo León no está para fiestas, que este 15 de septiembre es suicida salir a la calle a gritar "¡Viva México!" cuando en la víspera hubo 19 homicidios y apenas unas horas antes del festejo otras cinco personas fueron asesinadas, entre ellas tres policías.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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