Nadie como los pesos pesados de las grandes compañías estadounidenses sabe rechazar una pregunta con una sonrisa cargada de amabilidad. En ese arte es especialista Greg Greeley (Pendelton, Oregón, 1963), quien desde Luxemburgo ejerce la vicepresidencia para Europa de Amazon. Antes de la presentación para la prensa en Madrid de este gran centro comercial online, que ayer abrió sus puertas en versión española (Amazon.es), Greeley respondió a las preguntas de EL PAÍS y echó varias veces mano de esa "política de no desvelar planes futuros" que desde hace años observan todos los directivos de esta compañía, valorada en 73.000 millones de euros. Pese a su opacidad, sí despejó algunas incertidumbres.
La primera, asegura Greeley, es que Amazon.es no es un banco de pruebas de nada: no es un caballo de Troya para asaltar el ecosistema cultural en español: "Lo único que le puedo decir es que este equipo está concentrado al 100% en cómo conservar clientes en España".
Greeley reconoce además con una media sonrisa que Amazon.es se parece todavía demasiado a cómo era Amazon.com hace diez años y que, además, no habrá de momento en España las grandes ofertas que caracterizan a su hermana mayor estadounidense. Entre otras razones porque la ley de precio fijo en el libro impide estrategias de precios muy bajos (el máximo descuento permitido es del 5% tanto en libro físico como en formato digital). "Este es parte del desafío al que se enfrenta nuestro equipo y si podemos encontrar la oportunidad para ofrecer descuentos, lo haremos: quizá en libros de texto, en música y en electrónica. No vamos a ser tanto de grandes promociones como de precios bajos... en cuantos más productos, mejor".
Tampoco podrá disfrutar el cliente español, por ahora, de la variada oferta de contenidos digitales (música, libros, series de televisión y películas) que ofrece la firma en otros países: "Pero la expansión de Amazon en España va a ser mucho más rápida, porque tenemos la ruta trazada en otros países. No puedo hablarle de los planes para contenidos electrónicos. Tenemos una tienda de música en mp3 en otros países de Europa, pero no tengo ahora mismo ningún plan que anunciar en ese sentido para España, y me remito a nuestra política de no hablar de lo que podríamos hacer en el futuro. Con el Kindle pasa lo mismo: los clientes españoles pueden comprar los productos Kindle en Amazon.com".
La irrupción de este gigante de los precios baratos inquieta a los libreros y a los responsables de las grandes superficies. Greeley trata de despejar esos temores: "Visto lo visto en otros países en los que operamos, habrá muchos ganadores. Hay cosas que las tiendas tradicionales hacen y nosotros no podemos ofrecer. Le garantizo que los libreros van a buscar maneras innovadoras para conservar clientes".
Amazon empezó en 1995 en Estados Unidos vendiendo libros físicos. Más tarde diversificó su oferta a DVD, CD, videojuegos, productos de electrónica, electrodomésticos, relojes... Y fue saltando de país en país: Canadá, Reino Unido, Alemania, Austria, Francia, China, Japón, Italia... y ahora España.
En este último desembarco el libro también aparece como una baza estratégica: el cliente podrá acceder a más de 2,5 millones de títulos, en español y en otros idiomas (en catalán, unos 80.000 títulos). Greeley no desvela cuántos libros vende Amazon, en su conjunto, al año. "No damos esa información. Hablamos de millones, claro, pero nunca damos la cifra exacta".
Así que las librerías no tienen nada que temer y tampoco los editores, asegura Greeley: "No he percibido miedo entre los editores cuando hablamos del mercado de libros físicos, más allá de preguntas sobre los términos comerciales tradicionales. Pero es verdad que los editores españoles se muestran aprensivos sobre el mundo digital y tratamos de animarles a firmar con Amazon, pero es un proceso que todavía está en marcha". Greeley tampoco desvela los entresijos del contrato propuesto a las editoriales, algunas de las cuales, como Random House Mondadori y Santillana, ya han firmado.
En Francia las relaciones con los editores han sido más bien tensas. La compañía fue acusada de tirar los precios de los libros digitales, desafiando la ley gala de precio fijo. "Me gustaría corregirle en eso. En Francia las quejas de los editores por el bajo precio de los libros electrónicos eran hacia Amazon Estados Unidos. Nosotros respetamos la ley en todos los países y estamos orgullosos de ello. Cada país elige cómo quiere limitar o favorecer la distribución de bienes culturales", se defiende Greeley.
Otra incertidumbre despejada por este directivo es la de los planes editoriales de Amazon.es, una senda que ya recorre su matriz estadounidense: "Allí estamos en primer lugar volviendo a poner en circulación obras en las que los editores ya no están interesados. También estamos traduciendo, y desde luego traduciremos, aquello que consideremos interesante para la comunidad de clientes hispanoparlantes. Pero hoy no tenemos un proyecto para editar a autores en castellano".
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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