Hasta hoy, el asesinato de periodistas en este país tiene tres constantes: los homicidios quedan impunes, el lamento del gremio es efímero y estéril -quizá porque nunca es unánime, ya que algunos colegas se reservan la condena en la lógica de que "no sabemos si esa persona andaba en 'malos pasos'"- y todo México sabe que será cuestión de semanas para que otro comunicador sea ultimado, como ocurrió hoy con Humberto Millán Salazar, cuyo cadáver fue encontrado la mañana de este jueves, convirtiéndose en el periodista número 74 que muere de manera violenta desde el año 2000.
Millán Salazar era director del diario digital A discusión, editado desde Sinaloa (estado costero ubicado en el oeste del país) y colaboraba en el importante Grupo Radio Fórmula, que ha condenado en sus emisoras el asesinato. Fue encontrado muerto, con un tiro en la cabeza, en un predio al norte de Culiacán, capital sinaloense.
El periodista fue "levantado" (término que de manera tenebrosa ahora connota en México el secuestro de una persona por la cual no se va exigir rescate alguno, sino que directamente se le va a asesinar o desaparecer) el miércoles en la mañana, cuando se dirigía a su oficina. Sus compañeros denunciaron el rapto de quien definieron como un periodista serio y profesional, ajeno a coberturas de temas de narcotráfico.
Los medios de comunicación nacionales y regionales que en marzo pasado firmaron un acuerdo para la cobertura informativa de la violencia, han condenado el asesinato de Millán Salazar y exigieron castigo a los autores de ese crimen.
Desde el año 2000 y hasta junio pasado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos había registrado el asesinato de 70 periodistas y la desaparición de otros 13. A ese recuento, hay que agregar tres comunicadores más asesinados en menos de un mes en Veracruz, y el caso de Millán Salazar.
En mayo pasado, en el Informe del Relator Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, Frank La Rue, se concluyó que México es "el país más peligroso para ejercer el periodismo en las Américas". La otra constante de estos casos es que siempre los gobernantes prometen una investigación y castigo ejemplar a los criminales, que nunca ocurre.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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