DUBLÍN.- La reina Isabel II terminará este viernes su histórica visita de cuatro días a Irlanda, que según los analistas superó todas las expectativas y consolidó la nueva era en las relaciones anglobritánicas tras siglos de conflictos.
La monarca visitó la fortaleza medieval de Tipperary y la segunda ciudad, Cork, en la última jornada de este primer viaje de un líder británico a este país desde su independencia en 1922.
Isabel II, de 85 años, afrontó los temas más espinosos de la relación en una de las visitas más esperadas y significativas de sus casi seis décadas de reinado.
En ceremonias inconcebibles hace sólo unos años, la reinahonró a los que murieron luchando por la independencia de Irlanda contra el dominio británico. También visitó el estadio de Croke Park, escenario del "Domingo Sangriento" de 1920, una de las peores matanzas perpetradas por las fuerzas británicas durante la guerra de independencia.
Y para equilibrar y subrayar los vínculos entre ambos países, rindió igualmente tributo a los cerca de 50.000 caídos que lucharon por el Reino Unido durante la I Guerra Mundial, virtualmente ignorados por sus compatriotas.
Pero fue su discurso de reconciliación del miércoles en el castillo de Dublín, en el que casi pareció pedir perdón, donde fue más lejos en el camino de la curación de las heridas abiertas hace siglos.
Tras iniciar su alocución con unas palabras en gaélico, Isabel II expresó su "profunda compasión" por las víctimas del "agitado pasado" entre ambos países, y señaló que que el legado de "dolor, turbulencias y pérdidas" es "triste y deplorable".
"Con el beneficio de la retrospectiva histórica podemos ver cosas que hubiésemos querido que se hicieran de manera diferente o que no se hicieran", agregó.
El viaje no hubiera sido posible sin los Acuerdos de Paz del Viernes Santo que en 1998 pusieron fin a 30 años de violencia (3.500 muertos) entre protestantes unionistas y católicos republicanos en Irlanda del Norte -la parte de la isla que sigue bajo el dominio británico-, y permitieron normalizar las relaciones entre los dos países.
Las amenazas de los grupos extremistas republicanos opuestos al proceso de paz y una serie de avisos de bomba antes de la llegada de la soberana no lograron empañar la visita. Esto obligó a las autoridades irlandesas a establecer un enorme dispositivo policial que impidió cualquier manifestación popular.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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