Reino Unido ha accedido a acoger a algunos de los refugiados sirios "más vulnerables", aunque sigue rehusando suscribir la petición de la ONU para que los países occidentales den cobijo a unos 30.000 desplazados por el conflicto en el país árabe. Londres no ha especificado todavía cifras concretas, que los observadores estiman en centenares de personas a quienes se facilitará un visado temporal.
La coalición de Gobierno (conservadores y socialdemócratas) "quiere garantizar nuestra larga y orgullosa tradición a la hora de procurar refugio", ha subrayado esta mañana el viceprimer ministro Nick Clegg, precisando que se dará prioridad a niñas y mujeres que han sido objeto de violencia sexual, o bien corren el riesgo de serlo, a las víctimas de torturas, ancianos y minusválidos. Con ello se anticipaba a la comparecencia esta tarde de la titular de Interior, Theresa May, quien desgranará los detalles concretos del plan.
Con ese gesto, el Ejecutivo dirigido por David Cameron ha cedido ante las crecientes presiones para que acepte a las víctimas de la guerra civil en Siria, que arroja un balance de unas 130.000 víctimas desde 2011. La política de su Gobierno se ha enfocado hasta ahora en el envío de ayuda humanitaria, cuyo importe de 600 millones de libras convierte a Reino Unido en el segundo país donante. En el transcurso de un debate parlamentario consagrado a la cuestión, el Gobierno recibió este martes duras críticas de la oposición laborista por negarse a asumir la "obligación moral" de participar en el proyecto del Alto Comisariado para los Refugiados (ACNUR). Alemania lo ha suscrito, comprometiéndose a acoger a más de 10.000 refugiados, mientras Francia abrirá las puertas a medio millar. Londres desmarca de esa iniciativa de la ONU su decisión de hoy.
A la espera de la intervención de la ministra May, no está claro todavía dónde se instalará a esos refugiados sirios, aunque se espera la concesión de un visado temporal que será revisado transcurridos los tres años de permanencia en suelo británico. El anuncio de su Gobierno coincide en el tiempo con un endurecimiento de la política de inmigración, incluido un desafío al derecho de libre circulación en el espacio comunitario al pretender acotar la entrada de trabajadores procedente de otros países de la Unión Europea. La medida apunta principalmente a los ciudadanos búlgaros y rumanos, quienes desde el primero de enero pueden acceder al mercado laboral del resto de países miembros. Cameron está resuelto a negarles el acceso automático a los subsidios estatales, en una decisión populista que entraña un guiño tanto al ala más euroescéptica de su partido como a la ultraderecha que le pisa el terreno.
La cuestión de los refugiados sirios no es materia laboral, sino de naturaleza humanitaria, pero aun así el primer ministro está midiendo cuidadosamente sus pasos para evitar que la prensa más recalcitrante denuncie nuevas avalanchas de extranjeros hacia el Reino Unido.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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