“En Europa y Estados Unidos no pueden entender que en Venezuela queremos parrandear durante noviembre y diciembre”, aseguró Nicolás Maduro la noche del viernes, en un acto televisado desde Barcelona, capital del estado de Anzoátegui, en el este del país.
Para enfrentar lo que ha llamado la “guerra económica” que le habría sido declarada por Estados Unidos y la “burguesía parasitaria”, el sucesor de Hugo Chávez ha decidido echar mano a una táctica mixta, entre atrabiliaria y guasona de, por un lado, intimidar a sus adversarios y, por la otra, adelantar el clima festivo de la Navidad. Así que para la alocución en Barcelona guardó una sorpresa que compendiaba en sí misma tanto el palo como la zanahoria: pidió a las Fuerzas Armadas ocupar todas las filiales de una importante cadena de tiendas de electrodomésticos, Daka, y confiscar y vender de manera compulsiva sus inventarios “a precios justos”: “¡Que no quede nada en los anaqueles!”, retumbó la orden presidencial.
Daka es una cadena al detal fundada en 2004 por una familia de origen árabe a la que se le atribuyen conexiones con el chavismo. En cualquier caso, de ninguna ayuda le resultaron. No había terminado la cadena de radio y TV del presidente cuando turbas ansiosas se agolparon en las adyacencias de sus cinco tiendas —dos de ellas, en Caracas—. La tentación de obtener equipos de líneas blanca o marrón con rebajas irrepetibles de un 60 a un 90% creó un clima de barata que en un caso, el de la tienda Daka de Valencia -capital del estado de Carabobo, a 200 kilómetros al oeste de Caracas-, se transformó en franco saqueo.
Pero al día siguiente el gobierno puso empeño en demostrar que no se trataba de un caso aislado sino de una ofensiva formal: los establecimientos de otras tiendas de electrodomésticos en Caracas y el interior del país amanecieron tomados por funcionarios militares e inspectores. “Esto es apenas una punta del iceberg de lo que le vamos a hacer a la burguesía parasitaria”, proclamó Maduro en otra transmisión de radio y TV, el sábado desde un barrio del oeste de Caracas. “Yo se los dije muchas veces y no me escucharon, ahora ya no hay arrepentimiento”. Se sabe que, al menos, los propietarios de Daka y de JVG, otro gran comercializador, están detenidos en los calabozos de la policía política, Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia).
Maduro acusó a Daka y a los demás detallistas de cometer usura y de aumentar injustificadamente los precios de sus artículos para, así, crear lo que llamó “una inflación inducida”, principal munición de la guerra económica que enfrenta. El jueves, el Banco Central de Venezuela (BCV) reportó que solo durante el mes de octubre se había registrado un incremento de los precios al público de cinco por ciento con respecto a septiembre. Con ese dato, la tasa de inflación anual escala a 54 por ciento.
“Que las autoridades del Banco Central tomen nota de estos operativos que estamos haciendo, porque si le estamos bajando cien por ciento los precios a los productos, eso debería impactar la tasa de inflación, ¿o no?”, planteó Maduro con cierta inquietud durante su alocución, haciendo referencia a la confiscación a lo Robin Hood del inventario de artefactos para el hogar en todo el país. Bajar la inflación a punta de bayonetas, podría traducirse su consigna.
Sin embargo, ese no fue el único frente de la “guerra económica” en el que el presidente venezolano tomó la ofensiva durante una tarde-noche turbulenta, que incluyó la noticia de que la representante de Venezuela, María Gabriela Isler, había sido coronada Miss Universo en Moscú, mientras también se sabía de la liberación del corresponsal del diario The Miami Herald para la región andina, Jim Wyss, detenido durante 48 horas por militares venezolanos.
Maduro también ordenó bloquear a varios sitios de Internet, como dolartoday.com y tucadivi.com, entre otros, que a diario informan de manera oficiosa sobre la cotización del dólar negro o paralelo en Venezuela, una labor prohibida por la Ley Penal de Ilícitos Cambiarios, aprobada en 2005. El presidente venezolano acusó a esas páginas de orquestar una campaña contra Venezuela difundiendo “valores falsos” de una divisa cuya demanda, aseguró, el Estado satisface en 97 por ciento. Además asomó que la censura en Internet de ahora en adelante podría tener otros propósitos, más editoriales que técnicos: “No vamos a permitir que se burlen de las medidas que tomamos”, amenazó.
Trascendió la noche de este sábado que el ente estatal de las telecomunicaciones, Conatel, habría abierto averiguaciones administrativas contra varios proveedores de servicio de Internet, entre ellos, la española Movistar, informó el agregador noticias24.com.
“Vamos a tocar a todos los sectores”, prometió Maduro. Mientras tanto, escenas de jolgorio y angustia siguen presentándose frente a tiendas de electrodomésticos en todo el país, donde filas más o menos organizadas de compradores –bajo la mirada de piquetes de la Guardia Nacional- hacen turnos para participar en las “ventas supervisadas” del gobierno, lo que podría considerarse una oportunidad única de gangas navideñas a la vez que una actualización de la trama de Fuenteovejuna, en la que nadie deja de ser partícipe del ajusticiamiento –en este caso- del mercader.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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