Barack Obama intentó este miércoles poner de nuevo el foco de su presidencia en la economía, tras meses de polémicas, escándalos y dificultades que le han impedido ejecutar la agenda que anunció en enero, en la toma de posesión de su segundo mandato. Con el «caso Snowden» aún en los titulares, Obama pronunció un discurso en Illinois sobre la recuperación económica, especialmente trompeteado por la Casa Blanca.
«Hoy, cinco años después del comienzo de la Gran Recesión, América ha peleado por su recuperación», dijo en Knox College, precisamente donde Obama pronunció su primer gran discurso como senador. «Gracias al valor y a la resistencia del pueblo americano, hemos despejado el camino de los escombros de la crisis financiera y hemos comenzado a poner nuevos fundamentos para un crecimiento económico más fuerte y duradero», añadió el presidente estadounidense, tras mencionar el descenso del paro (ahora en el 7,6 por ciento) y la ligera mejora de otros indicadores. Según destacó, «vendemos más productos hechos en América al resto del mundo de los que vendíamos hasta ahora».
Obama se cuidó de no dar por alcanzada la recuperación y culpó a los republicanos de entorpecer el crecimiento con su oposición a iniciativas legislativas que, según dijo, supondrían acelerar el paso. «En los últimos seis meses la parálisis ha empeorado» en el Congreso, señaló, confirmando su estrategia de no dar puntada sin arremeter contra los republicanos.
Foco en la economía
Por si su intervención de este miércoles caía en saco roto, Obama tiene programados otros seis discursos en dos meses, con el fin de remachar la idea de que la economía mejora a ojos vista. La percepción ciudadana es que hay un avance. El 60% de los estadounidenses creen que la situación económica sigue siendo mala, y solo el 39% la califica de buena, pero se trata de los resultados más positivos desde la llegada de Obama a la presidencia.
Para entender mejor por qué la Casa Blanca ha programado estos dos meses de discursos económicos, probablemente baste este dato: la popularidad de Obama ha descendido al 46%, frente al 49% de George W. Bush, de acuerdo con los recientes datos de Gallup. Se trata de una cifra baja para el presidente, mientras que la de su antecesor es la más alta desde que la guerra de Irak le hundiera en las encuestas.
De puntillas sobre los escándalos
La economía ya fue el gran asunto que Obama presentó para su segundo mandato, pero desde que este fue inaugurado en enero, al presidente le han llovido complicaciones. Obama ha tenido que hacer frente a polémicas como las discutibles versiones oficiales ofrecidas en relación al ataque al consulado en Bengasi (Libia) del año pasado, el acoso de la Agencia Tributaria a organizaciones de la derecha del Partido republicano y las escuchas a diversos periodistas que publicaron exclusivas sobre temas de seguridad. Obama se refirió ayer a esos asuntos, sin mencionarlos explícitamente, como «un desfile sin fin de distracciones, posicionamientos políticos y falsos escándalos». Está claro que, de cara a futuras elecciones, quiere centrar el foco en la inminente recuperación económica.
La última gran contrariedad para la Casa Blanca fueron las filtraciones de Edward Snowden, experto informático en la NSA sobre el orwelliano acceso a llamadas telefónicas y comunicaciones en internet que tiene la inteligencia estadounidense.
La Casa Blanca se vio anoche en la incomoda posición de hacer frente a una votación en la Cámara de Representantes sobre una posible prohibición de que la NSA siga almacenando los registros de las llamadas telefónicas de los estadounidenses.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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