Son los çapulcu. Así se hacen llamar los ocupantes del parque Gezi de Estambul, epicentro del estallido de los indignados turcos, desde que el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, les bautizara la semana pasada con este término peyorativo que equivale a “merodeador sin domicilio fijo” y que bien podría traducirse por “perroflauta”. Pero en Gezi no hay canes adormilados ni vendedores de baratijas con peinado rastafari, sino jóvenes estudiantes que cantan viejas canciones de amor de Anatolia. “Le hemos cambiado la letra, en lugar de “vete ya de mi lado”, decimos “Erdogan, lárgate ya”, sonríe Çagaz, de 19 años, un alumno de la Facultad de Empresariales del campus de Bilgi de Estambul que declina facilitar su apellido. El corro de universitarios en camiseta alegra el césped de un parque transformado ya, en la mañana de este jueves, en pequeña ciudad de tiendas de campaña.
Los indignados de Gezi se han organizado a conciencia junto a la céntrica plaza de Taksim. Gracias a las donaciones de los ciudadanos que les visitan han instalado una biblioteca con ladrillos y tablones, una cantina que reparte bebidas y bocadillos, un centro de información en un viejo minibús… “Vamos a quedarnos y resistiremos hasta que Erdogan rectifique”, advierte Çagaz, que se declara políticamente independiente pero confiesa su simpatía por el Partido Republicano del Pueblo (en la oposición, socialdemócrata y laico). Los centenares de ocupantes del parque han exigido ya al Gobierno, a través de sus representantes desplazados el miércoles a Ankara, que paralice la construcción de un centro comercial en la zona verde y destituya a los mandos policiales que cargaron contra ellos con cañones de agua y gases lacrimógenos el pasado fin de semana.
Como toda Turquía, los jóvenes de Gezi esperan esta noche el regreso de Erdogan al país, tras una gira oficial de cuatro días por el Magreb. El gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) ha dado a sus militantes la consigna de que no vayan a recibir a su líder al aeropuerto Atatürk de Estambul para evitar incidentes. En ausencia del primer ministro, el presidente de la República, Abdulá Gül, y el viceprimer ministro Bülent Arinc se han mostrado apaciguadores para intentar apagar el incendio provocado por las descalificaciones que lanzó contra los çapulcu. Desde Túnez, donde hoy concluía su gira magrebí, Erdogan declaró a la prensa que el Ejecutivo va a seguir adelante con sus planes urbanísticos en Taksim. El primer ministro precisó que algunos de los detenidos están vinculados al Partido Revolucionario para la Liberación del Pueblo, un grupo ilegal de extrema izquierda acusado del ataque cometido el pasado 1 de febrero contra la Embajada de EE UU en Ankara, en el que murieron un guarda de seguridad y un asaltante, según una información de la web de Hurriyet Daily News.
Mientras, los indignados turcos comienzan a cobrar notoriedad. El comisario europeo para la Ampliación, Stefan Füle, tiene previsto reunirse hoy con sus representantes en el curso de una visita de trabajo a Estambul. Una decena de jóvenes europeos han sido detenidos durante los disturbios, entre ellos una estudiante francesa de 21 años, según una información de France Presse, del programa de intercambio Erasmus, del que Turquía forma parte en tanto que país candidato al ingreso en la UE. Las protestas han causado más de 4.000 heridos y se han cobrado la vida de tres manifestantes y de un policía, que falleció el miércoles a consecuencia de las lesiones que sufrió en un accidente cuando disolvía una concentración en Adana, en el sur del país.
“Yo voté al AKP porque creía que representaba el cambio para Turquía. Hoy he venido a estar junto a mis alumnos”, asegura cerca del corro de estudiantes que cantan y bailan Zeynep Banu Dalaman, de 43 años, tendida sobre una esterilla en el parque de Gezi. Esta profesora de Sociología de la Universidad Aydin de Estambul admite que “Erdogan hizo grandes reformas en Turquía, pero ahora se ha quedado solo ante este amanecer democrático que protagonizan los jóvenes con la expresión de su descontento”.
Profesores de todas las universidades de Estambul se han dado cita esta tarde para mostrar su solidaridad con el movimiento de los indignados de la plaza de Taksim. Sin duda rendirán homenaje al ingenio heredado del Mayo francés por estos çapulcu, que --como el legendario “no hay pan para tanto chorizo” de los “perroflautas” de la Puerta del Sol— también tienen sus lemas. “Tayyip, ¿estás seguro de querer tener tres hijos como yo?” —en alusión a los reiterados llamamientos del primer ministro al aumento de la natalidad en Turquía—, el más actual “Por favor no vuelvas de África”, y, el inspirado “No necesitamos gases lacrimógenos, somos gente sentimental”.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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