El varapalo es de aúpa. Justo en el momento en que saboreaba las mieles del poder recobrado, Silvio Berlusconi ha vuelto a ser condenado. La tercera vez en seis meses. Y nada menos que a cuatro años de cárcel y cinco de inhabilitación por un delito de fraude fiscal en el llamado caso Mediaset. El tribunal de apelación de Milán ha confirmado este miércoles punto por punto la sentencia de primera instancia que en octubre de 2012 consideró probado que el grupo de comunicación del exjefe del Gobierno italiano alteró de forma artificial el precio real de los derechos de transmisión de películas estadounidenses para evadir dinero al fisco y, ya puestos, enviarlo a cuentas de Berlusconi en el extranjero. En la sentencia de primera instancia se decía que el también llamado Cavaliere tiene “propensión a cometer delitos”. Tras casi siete años de proceso, el político y magnate aún puede recurrir ante el Tribunal Supremo.
Lo que quiere decir que, por el momento, ni irá a la cárcel ni tendrá que jubilarse, pero a pesar de ello la confirmación de la sentencia es un asunto muy grave, no solo desde el punto de visa penal. Hay que tener en cuenta que cuando llegó la primera condena por Mediaset, Silvio Berlusconi era en teoría un político que llevaba varios meses fuera de la circulación, meditando sobre su futuro mientras su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), sostenía junto al Partido Democrático (PD) al Gobierno técnico de Mario Monti. De hecho, la sentencia fue la excusa para olvidarse de la jubilación y volver por sus fueros. Pero ahora Berlusconi es parte fundamental –con derecho a veto, amenaza e imposición—de un Gobierno de coalición dirigido por Enrico Letta, un alto dirigente del centroizquierda italiano. Si ya para el PD era difícilmente digerible tener que pactar cada asunto de Estado con Berlusconi, ahora lo tendrá que seguir haciendo con la confirmación de una sentencia que dice cosas como esta: “Los derechos audiovisuales pasaban de mano en mano y se aumentaban de modo injustificado. Se trataba de traspasos carentes de una función comercial. Servían solo para que se elevara su precio”. Los magistrados calcularon que la “evasión muy considerable” perpetrada por Mediaset pudo superar los 12 millones de euros entre los años 2000 y 2003, coincidiendo con el segundo Gobierno de Berlusconi. Además de a Berlusconi, el tribunal de apelación de Milán también ha confirmado la condena a tres años de prisión del productor estadounidense de origen egipcio Frank Agrama –considerado el socio oculto de la trama-- y la absolución del presidente de Mediaset, Fedele Confalonieri.
Tras conocer la sentencia, uno de los abogados de Berlusconi, Nicolò Ghedini, arremetió como de costumbre contra los jueces de Milán. La línea argumental es que la tienen tomada con su jefe. Además de la suerte del exprimer ministro, la cuestión ahora es ver de qué modo afecta la condena del dueño del PDL a su pacto de Gobierno con el centroizquierda. A través de la red social Twitter, uno de los mensajes más repetidos por el entorno de Berlusconi es que “la sentencia de Mediaset confirma que con el PD no se puede hacer nada…”. A nadie se le escapa que, más que influir en tal o cual decisión, lo que el magnate desea y no acierta a conseguir es un salvoconducto que lo salve de sus cuentas pendientes con la justicia. En seis meses le han caído tres condenas –las dos de Mediaset y la del caso Unipol—y aún está pendiente la sentencia del llamado caso Ruby, en el que los cargos son de una gravedad especial: abuso de poder e inducción a la prostitución de menores… Se podría decir que la condena del tribunal de apelación de Milán no solo golpea a Berlusconi, sino también a quienes lo convirtieron, pese a todos los pesares, en su socio de Gobierno.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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