El presidente Nicolás Maduro y su Cancillería siguen acumulando millas y promesas de negocios en la búsqueda de apoyos en América Latina y el Caribe para el nuevo Gobierno de Venezuela. Cuando aterrice de regreso en Caracas, el próximo jueves, Maduro ya habrá visitado cuatro países –Perú, Uruguay, Argentina y Brasil- y habrá participado en dos cumbres –la de Unasur y la de Petrocaribe— desde que fue proclamado ganador en las presidenciales del 14 de abril. En el camino, se ha comprometido a mantener la cooperación petrolera de Venezuela y a multiplicarla, aún a pesar de las horas bajas que vive la economía del país. A cambio, el heredero de Chávez ha pedido a sus socios que no presten oídos a las denuncias que la oposición venezolana ha llevado a algunos países de la región y de Europa acerca de las irregularidades ocurridas en el proceso electoral y sobre el cerco que ha tendido el chavismo alrededor de la disidencia.
Maduro anunció este domingo su primera gira oficial por tres de los países miembros del Mercosur (el Mercado Común del Sur) durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Petrocaribe que se llevaba a cabo en Caracas. “Una gira de Mercosur para ratificar el camino de la integración profunda con Uruguay, Argentina y Brasil. Para seguir completando la ecuación perfecta de integración energética, financiera, económico-productiva, cultural y política”, dijo Maduro frente los mandatarios de los 18 países caribeños que integran el bloque. El martes se reunirá en Montevideo con el presidente José Mujica; el miércoles, estará en Buenos Aires con Cristina Fernández; y el jueves en Brasilia, con Dilma Rousseff.
Venezuela, el último socio en integrarse al bloque, quedará encargada de la presidencia pro tempore de Mercosur el próximo 28 de junio. Más allá de gestionar su legitimidad política frente al grupo, a Maduro le corresponderá mediar en los conflictos que a lo interno dividen al bloque: las quejas de Uruguay respecto al incremento de los controles impuestos por el Gobierno de Argentina al tipo de cambio y por ende, a la comercialización de sus productos; la paralización de las inversiones brasileñas en Argentina; y la caída del precio de algunas de las materias primas más preciadas del grupo: la soja, la carne y, desde que se incorporó Venezuela, el petróleo.
Minutos antes de informar sobre su gira, el presidente venezolano se comprometió a mantener los acuerdos de venta de petróleo a los países del bloque, bajo el esquema de financiamiento ideado por el difunto Hugo Chávez: pago del 40% del coste del crudo a 90 días, en efectivo o en especies –en frijoles, vacas o azúcar--, y financiamiento del resto de la factura de 17 a 25 años, con dos de gracia, y al 1% de interés, en caso de que el precio del barril supere los 40 dólares. Adicionalmente, propuso la creación de una “zona económica regional integral”. Desde 2005 y hasta ahora, los países que integran Petrocaribe acumulan una deuda con Caracas que supera los 20.000 millones de dólares, según cifras del Banco Central de Venezuela; la deuda más grande es la de República Dominicana, por 3.000 millones de dólares. En total, son 18 los países que integran la alianza -Cuba, Nicaragua, Honduras, Guatemala, República Dominicana, Honduras, Haití, entre otros—y con excepción de Cuba, cada uno de ellos representa un voto en cualquier discusión que pueda darse en la Organización de Estados Americanos (OEA) o en Naciones Unidas con respecto a la crisis política que atraviesa Venezuela.
El Gobierno venezolano ha calificado de “intervencionista” toda opinión extranjera sobre el tenso clima político postelectoral que no le favorezca. El pasado viernes, Nicolás Maduro llamó a consultas a su embajador en Lima, luego de que el canciller peruano, Rafael Roncagliolo, propusiera el día antes a los países de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) que le solicitasen a Maduro “tolerancia y diálogo” en el manejo de la situación interna de Venezuela. La petición de Roncagliolo se basa en una declaración previa, firmada por los presidentes de Unasur que se reunieron en Lima el 18 de abril pasado, en la que, entre otros asuntos, reconocían la victoria de Maduro en las elecciones, aplaudían la decisión del Consejo Nacional Electoral venezolano de auditar el 100% de los votos e invocaban “al diálogo y a contribuir a preservar un clima de tolerancia en beneficio de todo el pueblo venezolano”.
Desde entonces y hasta ahora, ha ocurrido lo siguiente: el recuento de los votos no se ha llevado a cabo; algunos dirigentes de la oposición han sido encarcelados o acusados de “traición a la patria”; y la bancada chavista en el Parlamento ha impedido –incluso a los golpes—que los diputados de la opositora Mesa de la Unidad Democrática participen de los debates. Sin embargo, la propuesta de Roncagliolo no prosperó entre las cancillerías de los países de Unasur: Bolivia, Ecuador, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Guyana y Surinam; aunque sí ha encontrado eco en los Parlamentos y entre la opinión pública de Perú y Uruguay.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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