Europa cierra un acuerdo con el FMI para tratar de salvar a Grecia

Tras 36 horas de reuniones celebradas en tres sesiones a lo largo de las tres últimas semanas, los 17 responsables de Economía de la zona euro cerraron un acuerdo en el que, según apuntan varias fuentes, habrían convencido al Fondo Monetario Internacional (FMI) de relajar el ritmo del ajuste de la deuda griega. "Doy la bienvenida a la decisión tomada por los ministros de Finanzas, que reducirá la incertidumbre en Grecia y en la zona euro”, aseguró Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), al abandonar la reunión en la madrugada del martes. Según fuentes citadas por la agencia Reuters, los líderes reunidos fijaron un nuevo calendario para que la deuda griega se equilibre en 2020 hasta caer al 124% del PIB, en lugar del objetivo anterior del 120%. Puede parecer un cambio menor, pero sería crucial para desbloquear el próximo tramo del rescate y despejar –una vez más, no se sabe hasta cuándo- el fantasma de la suspensión de pagos y la primera salida de un país de la unión monetaria. Las medidas para aliviar el peso de la deuda griega que negociaba la troika de acreedores –UE, FMI y BCE- sumarían un total de 40.000 millones. Después de que los países de la zona euro hayan dado el visto bueno a las reformas puestas en marcha por el Gobierno del conservador Antonio Samarás, permitirían desbloquear el próximo tramo del rescate griego. Son 31.500 millones de euros (o 44.000 si se junta con el próximo) que servirá para recapitalizar unos bancos en estado comatoso y pagar los gastos corrientes de la Administración griega, como los salarios de funcionarios y las pensiones. Como dejó claro antes de entrar en la reunión el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, Europa se ha salido con la suya y no ha cedido a las pretensiones del FMI, que quería que los Gobiernos asumieran pérdidas en los préstamos que concedieron a Grecia. El organismo que encabeza Christine Lagarde considera que esta es la única vía para garantizar la sostenibilidad de la deuda helena. Pero que Alemania y el resto de países se hayan librado en esta ocasión de la temida quita no quiere decir que esta no vaya a llegar. La prensa alemana publicaba este fin de semana que el pacto podría consistir en aparcar el tema hasta 2014, después de las elecciones en las que la canciller Angela Merkel aspira a revalidar su cargo. Cuando finalice el programa de ayuda, España tendrá una exposición total de 25.000 millones en Grecia. “Es esencial que tomemos una decisión para eliminar la incertidumbre. Quiero alentar a los Estados miembros y al FMI a recorrer el último centímetro, porque ya estamos cerca de un consenso”, dijo el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, en su entrada en la reunión. “Todos los Estados miembros han dicho que según sus bases jurídicas no pueden aceptar una quita si tienen que dar al mismo tiempo más garantías a Grecia”, dijo el todopoderoso ministro alemán de Finanzas, Wolgang Schäuble. Lagarde presionaba en sentido contrario, porque considera que esta solución es la única que de verdad podría alejar el fantasma del hundimiento de las arcas griegas. El resto de las medidas de alivio para desbloquear el tramo pendiente de ayuda parece menos conflictivo. Grecia, que en los últimos cinco años ha visto evaporarse un 25% de su producto interior bruto, espera ansiosa las medidas que le permitan encauzar una deuda que en los dos próximos años puede rozar el techo del 200% del PIB. Para ello, los Gobiernos europeos impulsaron medidas como la rebaja de los tipos de interés de los préstamos –Francia e Italia defienden una bajada considerable, frente a Alemania, que se muestra más cicatera- y el alargamiento del plazo de devolución. También apuestan por que el BCE transfiera parte de los beneficios que ha cosechado gracias a los préstamos concedidos a Grecia por valor de 55.000 millones de euros. Otra de las soluciones con las que se especulaban consiste en prestar 10.000 millones de euros al Tesoro heleno para que recompre a precios ventajosos parte de la deuda en manos de los inversores privados, aligerando así la pesada carga que soporta el Estado. Los gobernantes europeos también se plantean mejorar las previsiones de déficit de Grecia como una herramienta para vislumbrar una reducción de la deuda más acelerada. Pero lo preocupante es que ni aunque se tomaran todas estas medidas se cumpliría el objetivo del 120% de deuda para 2020. Por si fueran pocas incertidumbre, aparece una más sobre el futuro político de Grecia. Tan solo medio año después de que el conservador Antonis Samarás accediera al poder, las encuestas ya dan por vencedor en unas hipotéticas elecciones al partido de izquierdas Syriza, contrario a las condiciones pactadas en el rescate. Lissette Garcia RosasSinEspinas