La prensa británica vive "un momento catártico", ha asegurado el primer ministro británico, David Cameron, al comparecer este jueves ante la llamada comisión Leveson. Puesta en marcha a raíz de las escuchas ilegales del desaparecido tabloide News of The World, la comisión cierra con el primer ministro su tercera y última etapa, consagrada a abordar las relaciones entre los políticos y los medios. Antes de Cameron han desfilado también sus antecesores en el número 10 de Downing Street, el conservador John Major y los laboristas Tony Blair y Gordon Brown.
Las relaciones entre Cameron y Murdoch son uno de los puntos de mayor interés de la comparecencia de Cameron, que la mañana del jueves ha afirmado que nunca ha “comerciado” sus políticas a cambio de apoyo mediático. “Creo que la idea de acuerdos específicos es un absurdo”, dijo.
El primer ministro aceptó que la normativa que regula la prensa en estos momentos “se ha de mejorar”, pero no se adentró en cuál debería ser la manera de mejorarla. Aceptó, eso sí, que la reforma no puede estar en manos de los políticos porque son parte interesada.
El mayor interés de la comparecencia de Cameron, que se espera que no concluya hasta bien avanzada la tarde, gira en torno a sus relaciones con Rupert Murdoch. Unas relaciones que se pueden analizar a través de varios ángulos, muchos de ellos con nombres personales.
Uno de ellos es Andy Coulson, el ex director del News of The World al que Cameron decidió contratar como jefe de Comunicación del Partido Conservador a pesar de haber tenido que dimitir por el escándalo de las escuchas y al que se llevó luego a Downing Street en contra de los consejos de algunos. El primer ministro tendrá que explicar no solo por qué hizo eso sino qué hizo para averiguar hasta dónde podían llegar las responsabilidades de Coulson en el asunto de las escuchas, que al final le llevaron a abandonar también Downing Street y le han convertido hoy en sospechoso a ojos de la policía.
Cameron deberá explicar también sus estrechas relaciones con Rebekah Brooks, la que fuera mano derecha de Murdoch en sus negocios de prensa británica, que va a ser procesada por sospechas de que ha destruido pruebas sobre su participación en las escuchas del diario, que en los casos más delicados ocurrieron cuando ella era directora.
Pero en el centro de la atención política a corto plazo el nombre propio que más resonará en la sala es el de Jeremy Hunt, el ministro de Cultura al que Cameron otorgó la responsabilidad de decidir sobre la conveniencia de dar o no luz verde a Murdoch en su petición de hacerse con el 100% de las acciones de la plataforma de televisión por satélite BSkyB, de la que ya poseía el 40%.
El hecho de que Hunt se hubiera pronunciado a favor de esa operación antes de recibir el encargo de juzgar la petición de Murdoch han asentado la sospecha de que el primer ministro quería a toda costa favorecer los intereses del magnate, que a su vez había apoyado desde sus medios a Cameron cuando aspiraba a ganar las elecciones generales de 2010.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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