El Gobierno chino ha puesto en marcha una campaña de detenciones en Lhasa tras la inmolación de dos tibetanos el domingo pasado en la capital de la región autónoma. Alrededor de 600 personas han sido arrestadas por las fuerzas de seguridad, según Radio Free Asia (RFA), que está basada en Estados Unidos, pero tiene un servicio en tibetano.
Dos personas se quemaron a lo bonzo cerca del templo de Jokhang, en protesta por lo que muchos tibetanos consideran la represión que sufren su religión y su cultura por parte de las autoridades de Pekín. Fue la primera vez que tibetanos se inmolan en Lhasa desde las revueltas que tuvieron lugar en la capital de Tíbet en 2008. La agencia oficial china Xinhua dijo que uno de los implicados había muerto y el otro había sido hospitalizado con heridas graves.
Según RFA, la policía ha arrestado a residentes locales y peregrinos de otras partes de Tíbet y provincias chinas y los ha llevado a centros de detención en los alrededores de Lhasa; muchos de quienes son de fuera de la región han sido expulsados de la ciudad. Pekín prohíbe la presencia de periodistas extranjeros en Tíbet y otras zonas donde se han producido inmolaciones, por lo que es casi imposible verificar de forma independiente lo que ocurre.
Al menos 35 personas se han prendido fuego desde marzo de 2011 en distintos lugares de China, de las cuales han fallecido al menos 27, según grupos de defensa de los derechos de los tibetanos. El último suicidio ocurrió este miércoles, según RFA. Una mujer de 33 años, madre de tres niños, se quemó cerca de un monasterio en la prefectura de Aba (provincia suroccidental de Sichuan).
Casi todas las inmolaciones que han tenido lugar hasta ahora se han producido en Sichuan, Qinghai y Gansu, tres de las provincias chinas que tienen numerosa población tibetana fuera de la región autónoma de Tíbet.
Hao Peng, Vicesecretario del Partido Comunista Chino en Tíbet y director de la Comisión de Asuntos Políticos y Legales, ha instando a las autoridades a que endurezcan los controles sobre Internet y los mensajes de los teléfonos móviles, en una muestra de la gran preocupación que existe en el Gobierno por que se produzcan protestas durante el festival budista que comenzó la semana pasada y durará un mes.
El Dalai Lama ha culpado a la política “totalitaria” y “poco realista” de Pekín de la ola de inmolaciones. El Gobierno, por su parte, ha calificado a quienes se han quemado de terroristas, criminales y enfermos mentales, y ha acusado al líder budista de incitar a los suicidas. El Gobierno considera al Dalai Lama un separatista. Este asegura que solo busca mayor autonomía para la región del Himalaya y el respeto de los derechos de los tibetanos.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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