Los soldados leales al régimen de Bachar el Asad retomaron este domingo por la noche algunos suburbios de la capital, Damasco, que milicias rebeldes habían tenido brevemente bajo control. De todos modos, los alzados y el Ejército combaten a cinco kilómetros del aeropuerto damasceno, según ha informado Malik Kurdi, el número dos del Ejército Libre Sirio, integrado por militares desertores, a la agencia Efe. Al menos ocho personas han muerto en los enfrentamientos en la zona de Damasco. Mientras, en el plano diplomático, el Ministerio de Exteriores ruso ha informado de que el Gobierno de El Asad ha aceptado abrir una vía de diálogo con la oposición con la mediación de Moscú, único aliado de Damasco junto a Pekín. La oposición siria ha rechazado, no obstante, la oferta.
La agencia oficial Sana ha informado de que "un grupo armado terrorista" ha atacado un gasoducto en Tal Kalah, al norte. También ha habido enfrentamientos en el sur. Tres civiles han muerto en Hirak, cerca de Deraa, y soldados alzados contra Bachar el Asad han matado a seis miembros de las fuerzas de seguridad en un ataque a un microbús, según el Observatorio de Derechos Humanos.
Ambos bandos se han enfrentado duramente en las afueras de Damasco durante el fin de semana. Pero el avance de las tropas regulares no es tal, sostienen sus adversarios. "El Ejército Libre Sirio ha hecho un repliegue táctico. Las fuerzas del régimen han reocupado los suburbios y han empezado a practicar detenciones casa por casa", ha asegurado a Reuters por teléfono desde el este de la zona Al Guta un activista de la oposición llamado Kamal. "Han entrado los tanques pero no saben dónde está el Ejército Libre. Aún estamos moviéndonos cerca de Damasco", ha declarado un portavoz de los soldados desertores.
El líder rebelde Kurdi ha explicado, por teléfono desde Turquía, que los suyos se han replegado del aeródromo de la capital ante la gran presencia de soldados pero que esperan en la zona para reanudar los ataques. Sostiene que el Ejército fiel a El Asad tiene ametralladoras, tanques y helicópteros, mientras los rebeldes utilizan armas ligeras. Según Kurdi, número dos del Ejército Libre Sirio, hay enfrentamientos en la zona de Al Guta, próxima a la capital; en la ciudad central de Homs y sus alrededores; en la provincia septentrional de Idleb y en Latakia, junto a la costa mediterránea.
El sabotaje al gasoducto que une Homs y Banias no es el primer ataque de los insurrectos contra este tipo de infraestructuras. El pasado 27 de diciembre hubo un ataque contra otro gasoducto en la misma zona.
Las tropas de Bachar el Asad lanzaron este domingo una ofensiva para reconquistar los suburbios de Damasco y se combate a apenas tres kilómetros de la capital. La ciudad no está bajo asedio, pero la enorme superioridad del Ejército sirio sobre las milicias de la oposición ha sido hasta ahora insuficiente para sofocar una revuelta que surgió hace casi un año en Deraa, una población remota, y se ha extendido ya a casi todo el país.
La violencia ha experimentado un rápido incremento durante la última semana. La Liga Árabe suspendió el sábado la misión de sus observadores, porque consideró que los riesgos resultaban excesivos. También la ONU dejó de contabilizar las víctimas del conflicto en diciembre, cuando se llegó a las 5.000, dada la imposibilidad de verificar datos.
El Ejército, confeccionado a medida por la minoría alauí a la que pertenece la familia El Asad (se calcula que el 80% de los altos oficiales pertenecen a dicha rama del chiísmo), empieza a dar muestras de fatiga tras meses de despliegue ininterrumpido. El uso de artillería y tanques en zonas urbanas sólo ha exacerbado las protestas y ha estimulado el uso de las armas por parte de grupos opositores.
Las Fuerzas Armadas sirias son numerosas, pero la gran mayoría de los 300.000 soldados son reclutas suníes a los que no suelen asignarse misiones de combate porque se duda de su fidelidad al régimen. La principal responsabilidad a la hora de reprimir la revuelta recae en la Guardia Republicana, con unos 10.000 efectivos, y en la Cuarta División Mecanizada, con unos 20.000 efectivos, ambas dirigidas por Maher el Asad, hermano menor del presidente, y formadas exclusivamente por alauíes.
Para desplegar unos 2.000 soldados y medio centenar de tanques en suburbios de Damasco como Sakba, Hamouriya y Kfar Batna, el Gobierno ha tenido que reducir fuerzas en otros lugares. Esa es la razón de que la superioridad en número y armamento del Ejército no se haya traducido hasta el momento en una victoria sobre la oposición: en cuanto una ciudad es sometida a sangre y fuego, los soldados de Maher el Asad deben abandonarla para asaltar otra y los rebeldes resurgen.
Los portavoces de la oposición y del Gobierno coincidían este domingo en que los combates cerca de Damasco eran muy intensos. La oposición hablaba de “guerra”. También se combatía en Rankus, a unos 30 kilómetros de la capital y muy cerca de la frontera libanesa, por donde, según el Gobierno, entran grandes cantidades de armas pagadas por “gobiernos extranjeros” (El Asad prefiere no señalar directamente a Arabia Saudí y el resto de los países petroleros del Golfo) y destinadas a la oposición. Arabia Saudí, la gran potencia suní, e Irán, la potencia chií aliada con el régimen de El Asad, libran en territorio sirio un conflicto estratégico por la hegemonía.
El régimen de Bachar el Asad ha decidido resistir hasta el final, pese a las presiones de la Liga Árabe, que pide abiertamente la renuncia del presidente y la creación de un Gobierno de unidad. El secretario general de la Liga Árabe, Nabil Elaraby, viajó este domingo a Nueva York. El martes intentará convencer al Consejo de Seguridad de la ONU (en el que Rusia y China defienden a El Asad) de la necesidad de emitir una resolución inspirada en el plan de paz de la Liga Árabe. Nadie está a favor, sin embargo, de una intervención militar internacional en Siria, por lo que una hipotética resolución de condena a Bachar el Asad no tendría otra fuerza que la moral. Es decir, podría ser ignorada por el Gobierno de Damasco.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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