Home » internacionales, noticias, politica » Berlusconi hace un intento sobre humano y trata de utilizar el recurso de la inestabilidad en Italia
Silvio Berlusconi tiene un gran aliado en Italia: la oposición política. Después de que su propio Gobierno lo metiera en un lío el martes al no aprobar las cuentas de 2010, el primer ministro decidió acudir al Congreso el jueves por la mañana para someterse a una moción de confianza. Pero lo que podría haberse convertido en un calvario ha resultado un paseo triunfal, porque la oposición ha decidido quedarse fuera del salón de plenos y Berlusconi —traje azul, sonrisa amplia— ha podido articular cómodamente un discurso de 15 minutos en el que, arropado por los aplausos de los suyos, se ha presentado como la única alternativa posible: “A quien me pide que dé un paso atrás, digo que ahora como nunca siento la responsabilidad de no hacerlo. No para preservar poderes, sino porque no hay alternativas creíbles de gobierno y las elecciones adelantadas no son la solución para los problemas que tenemos”.
Yo o el caos, ha venido a decir Berlusconi, que incluso se ha permitido bromear con la inexplicable ausencia de la oposición: “No hay otra mayoría posible. La oposición está dividida. Mejor, está desaparecida [con una sonrisa subrayó el chiste]. No tiene programa único. Solo insulta”. El primer ministro, que el viernes se someterá a la votación de la Cámara, ha admitido que lo ocurrido el martes fue “un accidente muy grave”. Dos ministros de su propio Gobierno —el de Economía, Giulio Tremonti, y el de Federalismo, Umberto Bossi— se quedaron en los pasillos a la hora de votar la rendición de cuentas del año pasado. Esto, unido a que 19 de sus diputados ni siquiera se acercaron al Congreso en un día en el que además se iba a votar la polémica ley mordaza, provocó un sorprendente —por inesperado— empate a 290 votos. A Berlusconi, que necesitaba 291 votos, se le heló la sonrisa.
Durante la intervención ante el Congreso, Il Cavaliere ha pedido disculpas por el traspiés del martes: “No escondo la gravedad de lo que pasó, pero eso no puede tener consecuencias institucionales. Si no tengo la confianza [del Congreso], hay que someterse a la voluntad de las ciudadanos y eso sería la victoria de los catastrofistas, de los especuladores que llevan meses actuando en Italia. ¿Alguien piensa que un gobierno técnico tendría más credibilidad para hacer aquellas reformas difíciles que exige el momento de crisis que un gobierno avalado por la voluntad popular? Estoy aquí para testificar con mi presencia que Italia puede, podrá y volverá a salir adelante barriendo la estrategia del pesimismo”. El primer ministro incluso ha tenido una respetuosa referencia al papel “impecable” del presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien a través de un escrito le pidió “una solución creíble” al embrollo generado por la no aprobación de las cuentas.A cada rato, Berlusconi ha sido interrumpido por los aplausos de sus todavía leales. La ausencia de la oposición —que volverá a ocupar sus escaños el viernes por la mañana para intentar derribar al primer ministro con sus votos— se hizo notable cuando el primer ministro habló de “la seriedad y responsabilidad” del Gobierno que preside. No son esos los atributos que mejor definen el devenir político y personal de Berlusconi, cada día más contestado por estudiantes, sindicalistas, empresarios y hasta por algún alto miembro de la Curia avergonzado por la difusión mundial de sus canas al aire. Pero Il Cavaliere ha podido adornarse con esas palabras que no practica porque, en un día tan señalado, la oposición política ha decidido tomarse el día libre.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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