Marcando diferencias con lo que sucedió con la anterior Administración y la gestión del desastre provocado por el huracán Katrina -fenómeno natural al que se sumó la incompetencia humana-, el presidente Barack Obama ha dedicado el domingo a visitar Paterson, la tercera ciudad en importancia del Estado de Nueva Jersey y una de las más dañadas por la furia de Irene hace una semana.
La Administración Obama no quiso que Irene se convirtiera en su Katrina -que avergonzó ante el mundo a la Casa Blanca de George W. Bush, ya enfangada en la guerra de Irak y Afganistán- y con días de antelación puso a sus ciudadanos en estado de alerta y ordenó evacuaciones (que incluyeron a una parte importante de Nueva York). Pero a pesar de que su potencia devastadora fue menor de la prevista, Irene provocó el desbordamiento de ríos y la destrucción de puentes; y dejó en la calle a cientos de familias.
Desde Carolina del Norte hasta Vermont, la ruta que siguió Irene en la costa este norteamericana, el huracán causó cerca de 45 muertos y dejó un balance económico de daños que se eleva a unos 10.000 millones de dólares. En Peterson (150.000 habitantes), un millar de familias siguen sin luz. En el resto del país, unas 6.000 no han recuperado la corriente eléctrica.
Cuando Obama aterrizó en Newark (New Jersey), al pie del avión presidencial le esperaba el gobernador Chris Christie, un republicano elevado a la categoría de héroe entre sus correligionarios debido a sus duras posiciones a la hora de proponer recortes en los presupuestos y a sus duras críticas al gasto de Obama. Sin embargo, ahora el gobernador no hace más que reclamar los favores de Washington.
Conocida en tiempos no lejanos como una próspera ciudad industrial, Paterson ha sucumbido a la crisis económica y vive duros tiempos. Irene y el desbordamiento del río Passaic ha sumido ahora a la localidad en el barro, los escombros y la desolación.
Antes de llegar a Paterson, el presidente visitó Wayne, otra localidad que ha sufrido daños en Nueva Jersey. En el número 172 de la calle Fayette, Obama se bajó del coche para hablar con una familia, la de Francisco Alarco, su mujer y sus dos hijos adolescentes. Al señor Alarco le preguntó qué tal estaban. No hubo respuesta. "Haremos todo lo que esté en nuestra mano", respondió el presidente a un hombre con el pecho descubierto que se le acercó y le pidió ayuda. Luego volvió al coche oficial.
Mientras el presidente observaba los efectos del huracán, la tormenta tropical Lee obligaba a declarar el estado de emergencia en la ciudad de Nueva Orleans, seis años después de Katrina, todavía en estado de reconstrucción y con algunas zonas en las que no ha cambiado nada desde el 29 de agosto de 2005.
Con fuertes vientos y torrenciales lluvias, Lee ya ha entrado de lleno en Luisiana y la costa del Golfo y su amplio radio se ha extendido hasta las costas de Florida. La lenta marcha de Lee, que avanza a una velocidad de seis kilómetros por hora, mantienen a las autoridades de Luisiana y el vecino Misisipi en alerta ante el inminente riesgo de inundaciones. Más de 155.000 residentes en Luisiana se han quedado sin electricidad este domingo después de que los fuertes vientos derribaran cables del tendido. El Servicio Nacional de Meteorología prevé que tras su paso por Louisiana la tormenta enfile en los próximos días hacia Tennessee, Alabama e incluso Georgia.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
No comments:
Post a Comment