Júpiter, gigante gaseoso, el mayor planeta del Sistema Solar, recibirá una nave espacial que durante un año estudiará ese mundo de cerca para averiguar cómo se formó, cómo ha evolucionado y cómo es ahora bajo la capa exterior de bandas de nubes y tormentas. Es la próxima gran misión científica de la NASA: Juno. El lanzamiento está previsto para la tarde de hoy desde la base espacial de Florida en un cohete Atlas V, pero la nave no llegará al gran planeta hasta dentro de cinco años. "Vamos a observar Júpiter profundamente, nos vamos a acercar mucho y vamos a hacer muchas cosas que nunca se han logrado hasta ahora", ha declarado el investigador principal de la misión, Scott Bolton.
En la historia de la exploración espacial, solo otra nave ha viajado al planeta gigante para colocarse en órbita, la Galileo, también de la NASA, que funcionó hasta 2003. En torno al otro gigante gaseoso, Saturno, está ahora la nave Cassini, y una pequeña sonda se dirige a Plutón. Pero las misiones de exploración de los planetas exteriores del Sistema Solar, complejas y costosas, no se hacen a menudo.
La Juno se centrará en cuestiones fundamentales que dejó abiertas la Galileo. Las preguntas que los científicos pretenden responder son: ¿Cómo se formó Júpiter? ¿Cuánta agua u oxígeno tiene? ¿Cómo es su estructura interna? ¿Tiene un núcleo sólido? Y, si es así, ¿cómo es de grande? ¿Cómo se genera su vasto campo magnético? ¿Qué relación tienen los fenómenos atmosféricos que se observan en la capa superior de las nubes con la dinámica de su interior? ¿Qué procesos generan las vistosas auroras allí? ¿Cómo son los polos del planeta?
La luz tarda 8 minutos y 19 segundos en llegar del Sol a la Tierra, mientras que tarda 39 minutos y 50 segundos en recorrer la distancia actual entre la Tierra y Júpiter. El 4 de julio de 2016, cuando la Juno llegue al planeta gigante, estará a 48 minutos y 19 segundos luz (869 millones de kilómetros).
Júpiter está hecho casi todo de hidrógeno y helio, como el Sol, y si hubiera sido unas 80 veces más masivo se habrían encendido en su interior las reacciones nucleares que lo habrían hecho brillar como una estrella. Las nubes exteriores más vistosas están compuestas de amoniaco y forman bandas por los vientos, con algunas colosales tormentas como la Gran Mancha Roja; en el interior, el hidrógeno se licúa hasta un punto en que se convierte en un conductor eléctrico, como un metal, y debe originar los poderosos campos magnéticos del planeta. Precisamente la estructura detallada del interior de Júpiter es uno de los objetivos de la misión Juno. Para cumplirlos, la nave lleva 29 sensores que alimentan de datos a ocho instrumentos científicos.
Tras el lanzamiento previsto para hoy, la Juno seguirá una trayectoria compleja, tanto que dentro de un par de años se acercará de nuevo a la Tierra para tomar el impulso gravitatorio que necesitará para llegar a Júpiter. En total va a recorrer 2.800 millones de kilómetros.
Una vez que llegue a destino, se pondrá a girar en torno al planeta rodeándolo por los polos y en una órbita elíptica arriesgada, porque se alejará mucho, pero se acercara en cada vuelta hasta unos 5.000 kilómetros de la capa superior de nubes. La NASA explica que si Júpiter fuera un balón de baloncesto, esos 5.000 kilómetros serían 0,8 centímetros.
Aunque Júpiter recibe unas 25 veces menos luz del Sol que la Tierra, la nave, para funcionar allí, lleva unos paneles solares tecnológicamente muy avanzados para suministrar electricidad a sus instrumentos, lo que ha permitido prescindir del generador nuclear, como llevaba la Galileo.
Para cumplir también objetivos educativos y de divulgación, la nave se dedicará a tomar y enviar imágenes que se ofrecerán libremente al público. También lleva una placa en honor de Galileo Galilei, que descubrió las cuatro principales lunas de Júpiter en 1610, y tres figuritas de plástico de los dioses mitológicos Júpiter y Juno así como del sabio italiano.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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