El Ejército sirio devastó la ciudad rebelde de Jisr al Shughur e incendió sus alrededores, matando ganado y destruyendo cultivos. El asalto consistió básicamente en una operación de castigo, porque gran parte de la población de Jisr al Shughur había huido en los últimos días y las tropas del general Maher el Asad encontraron poca resistencia. Los soldados y policías que desertaron el pasado fin de semana, en número desconocido, apenas aparecieron en los combates. Los bombardeos, el éxodo de civiles hacia la frontera turca y la destrucción de cosechas crearon en la región noroccidental de Idlibuna "emergencia humanitaria", según la Media Luna Roja.
La agencia estatal de noticias de Siria, Sana, portavoz del régimen junto a la televisión oficial, habló de "duros combates" contra "grupos armados". "Dos miembros de los grupos armados resultaron muertos, hubo un gran número de detenidos y las armas letales en su poder quedaron incautadas", informó Sana.
Un periodista de la agencia estadounidense Associated Press, al que le fue concedida autorización para trabajar en Siria y viajar en uno de los vehículos militares de la expedición, no hizo referencia a ningún "duro combate" e informó de que a mediodía Jisr al Shughur estaba desierta y solo se veían montones de escombros por todas partes, el resultado de casi 24 horas de ataque con helicópteros artillados, cañones y tanques.
Añadió que 10 cadáveres uniformados fueron encontrados en una fosa común excavadafrente al edificio de la Policía Militar. Cuatro de los cuerpos estaban decapitados o habían recibido hachazos en la cabeza. El edificio había sido incendiado y en varias de sus estancias se veían manchas de sangre. Según el enviado de Associated Press, los indicios tendían a confirmar que en el cuartel se había registrado un motín y que los soldados habían combatido unos contra otros.
Un residente en Jisr al Shughur que permaneció en la ciudad hasta el mismo domingo, poco antes de que entraran las tropas, explicó que los bombardeos previos habían sido muy intensos y que solo unos 60 soldados y policías, que una semana antes se negaron a disparar contra civiles desarmados y se unieron a la resistencia contra el régimen, se habían preparado para hacer frente al asalto. El mismo testigo indicó que otros 200 hombres sin armas se quedaron también para intentar oponerse a las unidades de élite de Maher el Asad. Ignoraba qué había ocurrido con los soldados y los civiles.
El humo de los campos y granjas incendiados alrededor de Jisr al Shughur era visible desde varias localidades cercanas y desde una franja de terreno cercana a la frontera siria en la que se acumulaban miles de fugitivos, temerosos de pasar a Turquía por si no se les permitía volver, pero dispuestos a dar el paso en caso de que se aproximaran columnas militares, según Mustafa Osso, un activista por los derechos humanos residente en Siria. Osso aseguró que además de Jirs al-Shughur el Ejército había bombardeado otras ciudades de la provincia de Idlib como Maaret al-Numan (donde días atrás los manifestantes incendiaron la comisaría y los juzgados) y la cercana montaña de Jabal al-Zawiya, donde se hallaban varias pequeñas aldeas que, según diversos fugitivos en Turquía, podrían haber acogido a desertores del Ejército.
El enviado de Associated Press pudo hablar con algunos residentes de Jisr al-Shughur que se habían ocultado en sótanos durante el bombardeo. "Los grupos de matones armados nos intimidaban, nos decían que el Ejército iba a matarnos y que debíamos huir", declaró Zeina Salloun, de 37 años, coincidiendo con exactitud con las informaciones oficiales, las mismas que afirmaban que miles de personas se habían refugiado en Turquía "por comodidad" y para "reunirse con familiares". El periodista precisó que no se le permitió hablar con residentes sin la presencia de funcionarios del Ministerio de Información y que "no era seguro que los testigos se expresaran libremente", dado que "quien expresa opiniones antigubernamentales se expone a la detención".
Idlib, una provincia de mayoría suní (como el conjunto de Siria) con varias comunidades alauíes y cristianas, fue escenario en los años 70 de intermitentes insurrecciones islamistas, protagonizadas por los Hermanos Musulmanes. En 1980, el entonces presidente Hafez al Asad ordenó a su hermano Rifaa que bombardeara Jisr al-Shughur. El ataque causó miles de muertos y acabó con la resistencia antigubernamental. Dos años después, en 1982, el bombardeo de Hama causó entre 10.000 y 20.000 muertos y puso fin a la presencia de Hermanos Musulmanes en el país. Desde entonces, la simple pertenencia a la organización es castigada con la muerte. Como en aquella época, el presidente Bachar el Asad y su hermano Maher, jefe de la Guardia Presidencial y de la Cuarta División y virtual jefe del Ejército, se reparten los papeles: uno se encarga de la administración y el otro de la represión.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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