Mariano Rajoy no es un hombre muy acostumbrado a reivindicarse. Por timidez, por estilo, por estrategia, suele preferir que sean los demás quienes analicen su trayectoria y sobre todo quienes expliquen sus decisiones. Él casi nunca lo hace. Pero ayer, la victoria aplastante del domingo cambió las cosas. Y Rajoy aprovechó un discurso ante el Comité Ejecutivo Nacional retransmitido por televisión para recordar a todos, fieles y críticos, que ha acertado con su estrategia de perfil bajo, diseñada por él y Pedro Arriola, su gurú, y que piensa seguir adelante dados los fabulosos e inesperados frutos que ha logrado.
Lo del domingo es, para Rajoy y para la mayoría del PP, la demostración de que él tenía razón. Por eso sigue empeñado en rebajar la euforia, en no movilizar a la izquierda, en llegar a La Moncloa casi sin que se note. Y en cambiar la imagen de aislamiento de la anterior legislatura: "El PP puede hablar con todos menos con Bildu".
"Teníamos un eslogan, Centrados en ti, que era una apelación a la moderación", arrancó. "Hemos hecho la campaña que creíamos era buena para nosotros y el conjunto de los españoles. No hemos respondido a provocaciones e insultos. Es lo que hay que hacer en el futuro, no estamos para entretener a nadie y nadie debe marcar nuestras agendas", remató en clara referencia a la prensa. Le escuchaba Esperanza Aguirre, que no habló pero precisamente ha obtenido un resultado extraordinario con la estrategia contraria, la de entrar a todos los asuntos polémicos.
Tanta obsesión tiene por no hacer ruido, que incluso cuando planteó el asunto del día, la petición de elecciones anticipadas, lo hizo a su estilo, sin titulares claros, disimulando. Recordó que ya había pedido el adelanto hace 10 meses, en el debate del estado de la nación, y aseguró que sigue en pie. "Se lo dijimos a Zapatero [que adelantara]. No lo hizo, está en su derecho. Las cosas no han ido a mejor. Nuestra posición es la misma y no voy a estar todos los días repitiéndola porque no tiene sentido".
"Este Gobierno no está en condiciones. Lo de Grecia no está bien, el diferencial de la deuda se sitúa en cifras peligrosas. Hay mucha incertidumbre, y este Gobierno no es el más indicado para generar confianza y disipar las dudas", remató.
Por si alguno de sus dirigentes tuviera dudas, Rajoy puso ayer en marcha la maquinaria del partido. La dirección cree que Zapatero no adelantará, pero quiere mantener la presión y que todo el partido siga en tensión.
De hecho, Rajoy anunció que el día 6 de junio habrá una Junta Directiva en la que se tomará una decisión sobre el futuro de Dolores de Cospedal como secretaria general. Si Rajoy opta por relevarla -antes hablará con todos los barones-, Ana Mato, a la que el líder aplaudió como coordinadora de campaña, tiene todas las papeletas para ser nueva secretaria general. Cospedal siempre ha dicho que quería compatibilizar, algo muy criticado internamente, aunque ayer ya se mostraba mucho más cauta. Tanto Cospedal, después de su arrolladora victoria muy trabajada, como Rajoy, tienen fuerza interna para hacer lo que quieran.
El PP debería hacer el congreso antes de fin de año. Podría dejarse para después de las elecciones, pero también podría hacerse en otoño como plataforma de lanzamiento de las generales. "Este partido empieza ya a preparar las elecciones generales", remató Rajoy.
El líder no contestó preguntas -ni siquiera después de una victoria tan arrolladora-, pero sí lo hizo Cospedal por la mañana. Y dejó claro que, pese a que están convencidos de que la situación es insostenible, el PP no se plantea una moción de censura. Rajoy ha decidido seguir adelante con la estrategia cauta y sin arriesgar hasta que el PSOE caiga por su propio peso.
Ahora queda gobernar. Solo un otoño caliente de recortes, que hicieran que la izquierda se movilizara contra los Gobiernos del PP, como está sucediendo en Cataluña, podría alterar una victoria que los populares ven hace mucho tiempo como irreversible. El líder pidió a sus barones recortes, pero sin traumas. "Pido el control de gastos superfluos, asesores, contrataciones, gasto corriente, pido austeridad en el comportamiento y el Gobierno. Es lo que se espera de nosotros".
Aunque ayer mismo pidió "máxima transparencia" a sus barones autonómicos a la hora de aclarar sus políticas, Rajoy aún no ha explicado una decisión tan polémica, por ejemplo, como la de dejar a Francisco Álvarez-Cascos fuera de la candidatura del PP en Asturias, algo que se ha vuelto en su contra. Pero el poder de Rajoy es ya tan omnímodo, que nadie preguntó siquiera por el asunto de Cascos. De hecho, nadie habló más que él y Cospedal.
Un centenar de dirigentes, entre ellos todos los presidentes autonómicos -incluso el casi siempre ausente Francisco Camps- viajaron hasta Madrid para aplaudirse unos a otros. Rajoy ha conseguido todos sus objetivos. Incluido el último: que el PP se parezca cada vez más a su líder.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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