NUEVA YORK — En el sótano de un establecimiento legal de la
Tercera Avenida, en
El Bronx, los fines de semana se convierten en noches de lujuria clandestina.
Precisamente, a 21 años desde que
Julio González le prendió fuego al bar ilegal "
Happyland" —establecido en El Bronx—, donde fallecieron calcinadas 87 personas, la problemática sigue latente.
Durante el día y hasta las primeras horas en que cae la noche, el local de la Tercera Avenida, que opera los 7 días de la semana desde hace dos años, todo parece legal.
En fin de semana, de jueves a domingo, a partir de las 10 de la noche, el sitio se convierte en el ingreso a un bar clandestino, mismo que opera en el sótano del edificio, tres pisos más abajo. Para llegar al mismo los clientes utilizan una pequeña puerta blanca que conduce a una estrecha escalera, donde sólo hay espacio para una persona.
Al final del pasillo, se encuentra un calentador que surte de agua caliente a los departamentos del edificio, mismo que se encuentra en malas condiciones. "María", nombre ficticio de la dueña del establecimiento, suele calmar a sus clientes argumentando "que no pasa nada", refiriéndose a un posible incendio.
El bar está ubicado en un espacio de aproximadamente 32 pies de largo por 22 pies de ancho. Una mesa de billar, una rocola y algunas sillas forman parte del inmobiliario. "María" sirve los tragos de manera indiscriminada, mientras que "Mónica", nombre ficticio de una mesera de origen salvadoreño, atiende a los clientes del lugar, algunos de ellos menores de edad.
"El bar empieza a trabajar desde las 10 de la noche hasta que se va el último cliente. Podemos cerrar a las 6 ó 7 de la mañana. Mis bebidas cuestan 10 dólares y las cervezas 5 dólares. Entre más consumo, más me pagan. También bailo con los clientes como parte de mis servicios", afirmó la joven, quien reside en la Ciudad de Nueva York desde hace 2 años.
Una vez que el centro clandestino alberga a un gran número de clientes, una joven mujer acompañada por su "chulo", baila y se desnuda "para divertir a los hombres".
"Por un show me gano unos 300 dólares entre propinas y mi pago. Por noche se puede sacar hasta mil dólares, todo depende de que tan bueno sea el ambiente. Yo sólo bailo y dejo que me toquen, pero hay chicas que se prostituyen", afirmó la bailarina, quien se negó a dar su nombre, a un miembro del equipo de investigacion de
El Diario-La Prensa.
El centro opera de manera inadvertida desde hace más de un año y es administrado por "María" y su esposo, también mexicano y originario de
Atlixco, Puebla.
"Nosotros apenas empezamos y queremos ganar dinero más rápido, por eso no estamos a la luz. Tuvimos unas meseras de
Veracruz que hacían su show. Si una mujer quiere ser flexible, aquí se gana buen dinero", dijo el esposo de "María" a un miembro del equipo de investigación de El Diario.
"Aquí sólo entran clientes conocidos. El señor dice quién entra y quién no. La mayoría son clientes (...) y llaman antes de venir. Las mujeres que quieren trabajar las contrata la señora", explicó "Mónica".
El bar ilegal sólo cuenta con una salida por medio de las escaleras que conducen a la calle, por lo que en caso de un siniestro, los clientes tendrían pocas posibilidades de ponerse a salvo.
José Francisco Ávila, Director Ejecutivo de
Garífuna Coalition U.S.A Inc., dijo para
El Diario-La Prensa que es urgente que los departamentos de Bomberos, Policía y Edificios refuercen la investigación y regulación de bares y centros nocturnos clandestinos en la ciudad.
"Tenemos reportes de bares ilegales que fueron supervisados recientemente en el área. La situación es preocupante, por lo que miembros de la coalición realizan rondas nocturnas para detectar la presencia de estos lugares. La proliferación de bares clandestinos representa un grave problema de seguridad para la comunidad", afirmó el activista.
El Senador
Estatal José Peralta del condado de
Queens, manifestó que lo aprendido con el incendio ocurrido en "
Happyland", es que existen leyes para evitar este tipo de tragedia; sin embargo, estas no sirven de nada sin la coordinación necesaria entre los departamentos de Bomberos, Policía y Edificios.
"La investigación de El Diario La prensa obliga a que se examine de nuevo la colaboración entre estas tres importantes agencias municipales para evitar que se repita lo ocurrido en
El Bronx en 1990", aseveró el senador.
Hasta el cierre de esta edición, no logramos una declaración oficial del
Departamento de Policia de la Ciudad de Nueva York.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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