Las autoridades japonesas han confirmado este lunes que 10 personas han muerto y 63 han resultado heridas, la mayoría con fracturas óseas, como consecuencia de la erupción del volcán Ontake, localizado a 200 kilómetros al oeste de Tokio y segundo más activo del país asiático. Los fallecimientos se suman a la treintena que dejó ayer el violento estallido del volcán, situado a más de 3.000 metros de altura.
Además, se han retomado las labores de búsqueda y rescate de los desaparecidos, cifrados al menos en 36, aunque fuentes oficiales consideran probable que hayan fallecido. Entre ellos se encuentran ocho escaladores, algunos de ellos menores de edad. Las tareas se han reanudado después de que el domingo se suspendiera el operativo por temor a un aumento de los gases tóxicos.
La población, que no fue avisada el sábado antes de la erupción, ha sido alertada hoy por la Agencia de Meteorología, supervisora de la actividad volcánica de Japón, de que no se acerque a un radio de al menos cuatro kilómetros del cráter, donde la erupción sigue su curso. Los expertos han explicado que, pese a los temblores de los últimos días en la zona, hubiese sido muy difícil prever la erupción debido a que no ha habido cambios en el monte. Lo sucedido, según Toshitsugu Fuji, uno de los expertos en vulcanología que se ha pronunciado tras el estallido, está asociado a un tipo de explosión provocada por el vapor muy difícil de predecir.
Fujii ha afirmado que "no hay en absoluto garantías" de que lo sucedido el sábado en el Onake esté relacionado con los terremotos que tuvieron lugar a principios de este mes. "No hay garantías de total seguridad cuando estás tratando con la naturaleza", ha añadido, en declaraciones recogidas por la agencia Reuters.
Por su parte, el portavoz del Gobierno Yoshihide Suga ha admitido que la Agencia Meteorológica nacional debería considerar su sistema de vigilancia: "Sin embargo, creo que hicieron el único juicio que pudieron", ha explicado.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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