Once años después, el desastre ecológico del «Prestige» se queda sin culpables

Según el veredicto emitido por el tribunal que juzga la catástrofe del «Prestige», en la Audiencia Provincial de La Coruña, no existe responsabilidad penal y concluye que el accidente se produjo por un fallo estructural cuyo origen «nadie puede precisar». El capitán del buque, Apostolos Magouras, y el jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos salen absueltos del delito medioambiental. Mangouras es condenado a nueve meses de prisión por un delito de desobediencia grave a la autoridad. Si bien, el griego no ingresará en la cárcel. Además, debe afrontar el pago de la restante tercera parte de las costas procesales, con abono del tiempo ya sufrido de privación de libertad por esta causa. La sentencia sostiene que «nadie sabe con exactitud cuál pudo ser la causa de lo ocurrido, ni cuál debería haber sido la respuesta apropiada a la situación de emergencia creada por la grave avería del Prestige, pero nadie puede negar el fallo estructural, ni pudo demostrar en el juicio dónde se produjo exactamente ni por qué razón». El magistrado Luis Pía leía en la mañana del miércoles las conclusiones a las que se llegó tras un proceso que se ha prolongado durante ocho meses. En el banquillo de los acusados se sentaban los griegos Apostolos Mangouras y Nikolaos Argyropoulos, respectivamente capitán y jefe de máquinas; y el ex director general de Marina Mercante, José Luis López-Sors. Para ellos solicitaban penas de prisión que oscilaban entre los 5 y los 12 años. Responsabilidad civil Sostiene la Sala que «la responsabilidad civil exigible no puede referirse a las graves consecuencias económicas del vertido de fuel del Prestige». Si bien, la aseguradora es condenada a pagar 22 millones de euros en indemnizaciones. Once años después El 19 de noviembre de 2002, tras seis jornadas a la deriva frente a la localidad coruñesa de Fisterra, el «Prestige», que operaba bajo bandera de Bahamas, se partió en dos y se hundió provocando un inmenso vertido de fuel que anegó las costas de Galicia y afectó a más de 1.700 kilómetros de litoral, desde Portugal hasta Francia. Este suceso desencadenó la mayor respuesta solidaria de la sociedad civil en España frente a una catástrofe medioambiental, con miles de voluntarios de todo el país que se trasladaron a Galicia para ayudar a limpiar a mano el crudo esparcido por las playas y rocas de la costa afectada. Lissette Garcia RosasSinEspinas