La Infanta Leonor cumple ocho años lejos de los focos

Desde que vino al mundo –hace hoy ocho años– está llamada a convertirse en la cuarta Reina de España, si incluimos a Isabel La Católica, Juana La Loca (que apenas ejerció como tal) e Isabel II. Sin embargo, su vida apenas se distingue de la de sus compañeros del colegio Santa María de los Rosales, donde estudia tercer curso de Educación Primaria. Ella sabe que es Infanta de España, sus abuelos son los Reyes y sus padres son los Príncipes de Asturias, pero «no se da ninguna importancia por ello», según cuentan a ABC personas que la tratan con frecuencia. También dicen que es «cariñosa, buena y obediente». En público, llama la atención por su formalidad y su carácter observador; en privado es más revoltosa. De vez en cuando, ella y su hermana, la Infanta Sofía, de seis años, se acercan a la zona de las oficinas de La Zarzuela, donde impera un profundo silencio, y la presencia de las niñas, con sus risas y ocurrencias, supone toda una revolución. Su padre, el Príncipe, suele llevarlas todas las semanas a ver al Rey y a la Reina, pero es su abuela materna, Paloma Rocasolano, quien suele quedarse con las niñas cuando sus padres se van de viaje. Los primeros años de la Infanta Leonor han transcurrido de forma muy parecida a la del Príncipe y es previsible que, dado el buen resultado, en el futuro se siga también el esquema de educación que recibió Don Felipe. Es decir, que después de la formación escolar pero antes de la universitaria, la Infanta reciba la formación militar necesaria para asumir en su día el mando supremo de las Fuerzas Armadas. En algún momento, también estudiará en el extranjero, una experiencia muy positiva tanto desde el punto de vista personal como académico. Sin embargo, existe una gran diferencia entre la infancia de Leonor y la de su padre en cuanto a la proyección pública. Cuando Don Felipe era niño se informaba con naturalidad de sus vivencias, sus cumpleaños y aficiones. A tan temprana edad, el Heredero de la Corona acumulaba un largo anecdotario que ayudó a forjar su inmensa popularidad en la opinión pública. En el caso de la Infanta Leonor, sus apariciones en público son muy reducidas, salvo las propiciadas por las hospitalizaciones del Rey. La Princesa ha extendido a sus hijas sus deseos de privacidad. Ello se traduce en que la Infanta apenas acude a actos públicos, no se distribuyen fotos suyas con motivo de sus cumpleaños y este año no ha habido imágenes del inicio del curso escolar, algo habitual en las demás Familias Reales europeas. Pero la ausencia más llamativa ocurrió el 20 de junio cuando las Infantas no asistieron a la misa-homenaje a su bisabuelo, el Conde de Barcelona, con motivo de su centenario, al que sí acudieron otros bisnietos de Don Juan. A sus ocho años, apenas se conocen anécdotas de Leonor y tampoco se sabe si ha empezado a prepararse para recibir la Primera Comunión, o si lo hará el curso que viene. La duda es si tanta protección permitirá crear los lazos de afecto esenciales en toda Monarquía. Lissette Garcia RosasSinEspinas