En un país en donde se le critica por simplista y cursi, el artista guatemalteco regresa y establece records de ventas y presentaciones en vivo, ¿puede tanta gente estar equivocada?
No me gusta Ricardo Arjona, detesto su poesía barata y melodía fácil. No logro encontrar un ápice de talento en sus composiciones y solo veo en él a un mediocre vocalista y peor músico.
No obstante lo anterior, el absurdo cliché de criticarlo y desmerecer su música para demostrar “buen gusto” o “mayor conocimiento melómano” me tiene realmente cansado. ¿Nadie recuerda el dicho “en gustos no hay nada escrito”?
Ricardo Arjona tiene a un público fiel que corea sus canciones y vibra con sus letras no solo acá en Chile, sino que también en Argentina y el resto de América, donde el tipo es todo un fenómeno. En Chile acaba de sumar una quinta fecha en el Movistar Arena y con eso serán más de 70 mil personas que irán a ver su show de más de dos horas de duración.
Cada vez que alguien emprende el majadero bullying hacia el guatemalteco, habrá que recordar que ha vendido más de un millón doscientas mil copias de sus discos en Chile en sus treinta y dos años de carrera. Tal vez es la masividad la que molesta e impide reconocer a muchos el gusto por esa “poesía escrita para el pueblo”.
No se deje engañar tan fácilmente, hoy en día las redes sociales son importantísimas, pero el mundo real está allá afuera, y precisamente ahí, donde las cosas importan, Ricardo Arjona es un fenómeno de ventas. Todos aquellos entendidos que continúan con la absurda broma de culpar a Arjona de las desgracias telúricas del país, deberían salir y consumir un poco de la vida real, que nunca está demás.
A mí la música de Arjona no me mueve un pelo, pero respeto a quienes lo admiran y corean sus canciones. Y aunque esta frase puede haberla escuchado muchas veces, recuerde siempre que la mejor canción del mundo es la que a usted más le gusta.
Gonzalo Pichara
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