La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se verán hoy en Berlín con una desesperada y ambiciosa agenda sobre la mesa. La enésima cumbre urgente parece pensada para enviar, finalmente, una señal política de unidad y determinación. Algunos esperan incluso que la reunión sirva para lanzar un nuevo tratado europeo que resuelva las deficiencias mostradas por la UE durante la crisis. Las patronales francesa, alemana e italiana lo reclamaron el sábado negro sobre blanco en una solemne nota conjunta, en la que piden "más integración" europea y el programa de recapitalización bancaria.Merkel y Sarkozy se han mostrado finalmente de acuerdo en que es urgente recapitalizar la banca. Quizá han hecho efecto las críticas y presiones del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, del presidente de EE UU, de la Comisión Europea y de las patronales de las mayores economías europeas. O tal vez ha sido el golpe de realidad que ha supuesto el ruidoso batacazo del coloso bancario franco-belga Dexia.
La mayor dificultad para un acuerdo es la forma de refinanciar a los bancos con problemas. Alemania aboga por el mercado y las nacionalizaciones. París desea que el dinero salga en primer lugar del fondo europeo de rescate. El Gobierno francés desmintió ayer que París tenga "divergencias" con Berlín. Sarkozy se reunió ayer con la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que el jueves había visitado a Merkel. La exministra de Economía francesa fue la primera que habló, hace ya varias semanas, de la necesidad inyectar capital a los bancos europeos.
Sea como sea, parece que el momento de actuar ha llegado, aunque muchos duden de sus razones reales. Una extendida impresión entre los analistas afirma que Alemania y Francia estarían preparando ya el plan B: pilotar la quiebra de Grecia, y luego inyectar dinero a los bancos para salvarlos de la catástrofe que provocará el default de Atenas.
El encuentro de hoy también servirá a ambos mandatarios para preparar el Consejo Europeo y la reunión del Eurogrupo de los próximos 17 y 18 de octubre. Una cita a la que acuden con algunas diferencias. La principal radica en el diagnóstico de los problemas, ya que mientras el debate sobre una quiebra de Grecia está presente en Alemania, en Francia es mayoritaria la opinión de que es mejor evitar llegar a esta situación extrema de la forma que sea. La razón de esta disparidad radica en que mientras los bancos alemanes se han estado preparando para afrontar una suspensión de pagos por parte de Atenas, algo que los analistas ven como inevitable, los franceses han dejado pasar el tiempo sin tomar medidas.
Ambos países discrepan sobre el uso del fondo de rescate de la zona euro para reforzar los bancos. Alemania considera que el dinero de este mecanismo de emergencia sólo debe utilizarse como último recurso cuando se han agotado las opciones nacionales. Tal y como dijo este viernes Merkel, el fondo puede acudir en auxilio de las entidades "sólo bajo condiciones estrictas y en el caso de que su situación suponga una amenaza para el euro en su conjunto". Francia, sin embargo, quiere que sus recursos se puedan emplear de forma directa para zanjar las crecientes dudas sobre la banca. Sarkozy dijo hace una semana que Europa nunca abandonaría a Grecia.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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