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La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha ganado las elecciones presidenciales argentinas y revalidado un nuevo mandato. Con el 15,5% escrutado, la mandataria habría obtenido un 53,04% de los votos; el socialista Hermes Binner, el 16,9%; y el radical Ricardo Alfonsin, un 13,2%. Los dos peronistas críticos, Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde, se situarían cuarto y quinto con un 7,3% y un 5,7% respectivamente.Los resultados conceden a Cristina Fernández de Kirchner una fuerte concentración de poder, mayor aún que la que obtuvoen su primera victoria, en 2007, cuando sucedió a su propio marido, Néstor Kirchner, y con todo su respaldo, obtuvo un 45% de los votos. En esta ocasión, en la que acudió “en solitario” debido al fallecimiento, hace un año, de su esposo, el objetivo era superar el 50% del escrutinio, establecer una ventaja histórica sobre el segundo clasificado, que puede rondar los 40 puntos, la mayor desde la victoria del general Perón sobre el radical Ricardo Balbín, en 1973, y recuperar el control en el Congreso y el Senado, en los que el fuerte respaldo conseguido permite augurar un avance sustancial.
Poco después de depositar su voto, en Río Gallegos, la presidenta manifestó que sentía “una mezcla indefinida de muchas cosas. Pero si digo felicidad, mentiría”. Cristina Fernández se mostró emocionada al recordar a su marido, del que dijo que “fue un hombre que marcó la vida de la política en Argentina”. “Esta votación es la ultima parada de un proceso institucional que consolida la apertura de los partidos políticos a la sociedad”, añadió.
La oposición, muy debilitada, según los sondeos, no aspiraba siquiera a forzar una segunda vuelta. En los últimos días de campaña el esfuerzo se concentró fundamentalmente a evitar que el kirchnerismo lograra una mayoría absoluta en el Parlamento. Las elecciones presidenciales coinciden también con la renovación de parte de las dos cámaras,130 escaños en el Congreso y 24 en el Senado, y de nueve gobernaciones de otras tantas provincias, entre ellas la más poderosa, Buenos Aires, que concentra algo más del 37% del electorado (11 millones sobre los 29 millones del total).La principal incógnita para la oposición era el reparto de papeles y, sobre todo, quien quedaba situado en la segunda posición. Los sondeos a pie de urna confirman el avance logrado durante la campaña electoral por Hermes Binner, de 68 años, médico, gobernador de la provincia de Santa Fe, que habría arrebatado esa posición a la histórica Unión Cívica Radical y habría colocado a su coalición Frente Amplio Progresista en la parrilla de salida para 2015. El éxito de Binner retrata un electorado argentino claramente escorado hacia la izquierda y el centro izquierda, con los que también se identifica el potente sector kirchnerista del peronismo.
Para los radicales, tradicionalmente la segunda fuerza política del país, perder esa posición significa un duro golpe y la confirmación de que todavía no ha conseguido recuperar de la catástrofe que sufrió en la crisis de 2001. Ricardo Alfonsín, hijo de Raúl Alfonsín, el primer presidente de la democracia tras la dictadura militar, ha asegurado que se abrirá un periodo de reflexión pero que se propone seguir al frente del partido.
En el caso de los peronistas críticos, que se presentaron divididos en dos candidaturas, la de Eduardo Duhalde y la de Alberto Rodríguez Saá, la campaña se desarrolló como una pelea interna para saber quien logra imponerse al otro. Los primeros resultado indican que ha sido Rodríguez Saá quien se ha llevado el gato al agua, con un 7,3% superando a Duhalde (5,7%). Los dos peleaban por conseguir mantener alguna influencia en el Partido Justicialista, cara a las elecciones de 2015, en las que, según la actual Constitución, Cristina Fernández no podrá ser candidata.
Para esa futura batalla es también importante el porcentaje final obtenido en la provincia de Buenos Aires por el actual gobernador Daniel Scioli, que puede haber alcanzado igualmente un número de votos inédito, por encima del 50%, lo que le asienta como alternativa dentro del justicialismo. Para impedirlo, sectores del kirchnerismo que le detestan por considerarle conservador, promocionaron a otro posible candidato a gobernador, Martín Sabbatella. El segundo puesto fue, sin embargo, para el opositor Francisco de Narváez.
Una victoria tan apabullante como la que ha logrado Cristina Fernández de Kirchner, histórica, dará a la presidenta un control formidable del poder y ha despertado los temores de la oposición, que teme lo que algunos denominan ya una “galopada” kirchnerista en los “cien primeros días”. La presidenta, que no ha desarrollado a lo largo de la campaña ningún programa concreto, se ha limitado a asegurar que “profundizará” el modelo y continuará con las banderas del kirchnerismo.
Nadie predice un cambio sustancial en su manera de gobernar,aunque se especula con posibles ajustes, sobre todo en el área económica. Fernández de Kirchner tendrá también que tomar rápidamente medidas para atajarla inflación (y la manipulación de los datos oficiales que hace el Instituto Nacional de Estadística y Censos INDEC) dominado por el peculiar Guillermo Moreno. El actual secretario de Comercio ha sido acusado de participar en una paliza a un candidato opositor en el cinturón bonaerense.
En el plano político, la presidenta parece seguir apoyándose especialmente en los sectores más jóvenes de su partido, sobre todo La Cámpora,un movimiento que dirige su hijo Máximo y del que pueden salir en estas elecciones siete nuevos diputados, así como diversos cargos administrativos.
Cristina Fernández pasó las últimas horas antes del inicio del escrutinio oficial en Río Gallegos, la ciudad patagónica en la que esta censada, para visitar las obras del mausoleo en el que reposarán los restos de su marido y que tiene previsto inaugurar el próximo jueves 27. A primera hora de la tarde se trasladó a Buenos Aires, para asistir, en un hotel de la capital, a la fiesta del Frente para la Victoria, acompañada por su hija, Florencia.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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