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La mujer responsable de la imagen de Dominique Strauss Kahn

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Anne Sinclair (Nueva York, 1948) es quizá el personaje más misterioso y fascinante del trío que protagoniza la asombrosa historia de riqueza, glamour, sexo y miseria que el pasado 14 de mayo empezó a escribirse en la suite 2806 del hotel Sofitel de Manhattan. Cuando en 1991 Sinclair se casó con Dominique Strauss-Kahn, era la periodista estrella de la televisión francesa. En su programa dominical 7 sur 7, en la entonces cadena pública TF1, la abogada y periodista entrevistó a los máximos líderes políticos nacionales e internacionales durante una década. Fue nombrada mejor periodista del país en 1986 y la mujer más influyente de Francia en 1985. Cuando era la más popular dejó su trabajo: su marido fue nombrado ministro de Economía, y no quiso incurrir en un conflicto de intereses.
La única heredera del marchante de Picasso Paul Rosenberg, que fue uno de los principales galeristas de entreguerras, era (y es) dueña de una colección de arte y de inmuebles valorada en varios cientos de millones de euros. Desde luego, no necesitaba trabajar para comer. Aparte de las obras de Degas, Matisse, Braque, Léger y otros, Sinclair tiene hoy casas en el barrio más chic de París (plaza de los Vosgos), en el corazón de Washington (Georgetown), además del riad de verano en Marrakech donde DSK ejerce, o ejercía, de anfitrión mundano.
La periodista de Le Monde Raphaëlle Bacqué, que ha producido ríos de buena información sobre el asunto DSK, ha escrito que "hasta que se casó en segundas nupcias con Strauss-Kahn, Anne Sinclair era seguramente la mujer más famosa de Francia. Pero renunció a su carrera y se dedicó a la carrera de su marido con la misma dedicación e inteligencia que aplicaba a su trabajo. Es curioso", analiza Bacqué, "que Sinclair lograra convertir a DSK en el candidato favorito de la izquierda cuando ambos, en realidad, han llevado un tren de vida opuesto a lo que en teoría debería ser la izquierda. Pero el caso es que era así. Cuando DSK daba un mitin, la gente iba en masa a verle, pero sobre todo iban a verla a ella".
Ahora han llegado los tiempos del sufrimiento y la humillación pública para Anne Sinclair. El domingo 15 de mayo, horas después de que explotara la bomba global de la detención del director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) en un avión de Air France bajo la acusación de violación, Sinclair publicó una nota donde afirmaba: "No he creído un solo segundo en esas acusaciones. Y no dudo en absoluto que su inocencia será probada".
La última entrada del elegante blog que la periodista escribía desde Washington desde otoño de 2008, Dos o tres cosas de América, se quedó colgada el día 12 de mayo de 2011.
En aquel momento, la vida de Sinclair se detuvo también y empezó una fase nueva y bastante menos atractiva, que todavía nadie sabe dónde y cómo acabará. El domingo pasado, en televisión, DSK confesó haber cometido un "error moral" al haber mantenido una "relación inapropiada" con la camarera guineana Nafissatou Diallo en el pasillo de entrada de la suite de 200 metros cuadrados. Asesorado por el potente gabinete de comunicación contratado hace años por Sinclair, el político francés utilizó el estilo que usó Bill Clinton para justificar su desliz con Monica Lewinsky en el Despacho Oval.
Como Hillary Clinton, Anne Sinclair sigue todavía ahí, en su puesto, imperturbable. "Es una mujer excepcional", dijo su marido la otra noche ante 13,5 millones de franceses. "No sé qué hubiera hecho sin ella, no habría podido soportarlo". Y añadió: "Creo que me apoyó porque desde el primer minuto supo que era inocente".
El político sonó en ese momento mucho más sincero que en otros pasajes de la entrevista, que en general resultó un ejercicio teatral de lo menos espontáneo. Quizá esa parte sonó veraz porque los franceses saben que Anne Sinclair ha sido siempre guía y protectora de su incontrolable marido. Su entorno más cercano, los amigos, la familia, ha recordado estos días que era ella quien dirigía las ambiciones de Strauss-Kahn, y que no solo las alentaba, sino que también las financiaba (vendiendo algunos cuadros del abuelo) y las modelaba hasta el punto de que la carrera hacia el Elíseo de DSK parecía más un deseo íntimo de su mujer que una libre elección del libertino exministro de Finanzas.
"Es su lucha, su vida, y, por tanto, yo siempre estoy a su lado", declaró la experiodista en 2006 a Le Monde, cuando DSK se aprestaba a perder las primarias socialistas ante Ségolène Royal. Lo cierto es que Strauss-Kahn y Sinclair tienen muchas cosas en común, pero caracteres opuestos, según comentan los pocos amigos comunes que todavía aceptan hablar con la prensa sobre ellos. Ella es ordenada, discreta, reflexiva, religiosa, liberal y muy educada. Él es un ciclón, simpático, campechano, anárquico, camaleónico y sanguíneo. Los dos tienen 62 años, y un enorme y sincero apetito por la vida y el poder. La tercera familia formada por DSK agrupa a seis hijos, ninguno común: cuatro son de él ?tres de su primera mujer y una, Camille, de la segunda? y dos de ella, nacidos de su unión con el periodista Ivan Levaï.
Ambos comparten además la condición judía ("más cultural en él y más religiosa en ella", según Le Monde) y cuando se casaron congregaron a lo más granado de la burguesía intelectual parisiense. Él aportó sus amistades políticas (Laurent Fabius fue su testigo), universitarias y económicas. Sinclair le introdujo en el spleen cultural parisiense y en el ambiente bo-bo (burgués bohemio), como vieja amiga de los filósofos Bernard-Henri Lévy y Elisabeth Badinter, y de la productora Rachel Kahn.
"DSK no solo es la pareja de Sinclair, es también su producto, su creación; en cierto modo, su invención", explica una antigua pareja de Strauss-Kahn que exige el anonimato. "Fue Sinclair quien organizó y financió el aparato de asesores informáticos, de prensa, sondeos y relaciones públicas que asiste a DSK desde hace 10 años. Ella le rodeó de ese pequeño círculo que jamás le contradecía y que siempre tapaba sus aventuras amorosas".
El equipo, tan capaz como impenetrable, está comandado por Anne Hommel, buena amiga de Sinclair y una de los cuatro asesores que la empresa Euro-RSCG tiene dedicados de manera permanente a cuidar la imagen pública de DSK. Hommel fue la persona que acompañó a Sinclair a Nueva York para organizar la prohibitiva pero exitosa defensa legal y mediática del exjefe del FMI en Estados Unidos. En agosto, los fiscales decidieron retirar los siete cargos imputados inicialmente al exdirector del FMI al constatar que el "muy coherente" relato de Diallo había ido haciéndose cada vez más confuso y que "su credibilidad no resistiría ni la más básica evaluación de un jurado".
El 4 de septiembre, un DSK insultantemente sonriente y su inseparable esposa regresaban a su lujosa casa en la plaza de los Vosgos de París y anunciaban que él estaba dispuesto a dar pronto la cara. La preparación de la (semi) confesión pública duró dos semanas y se ensayó hasta el mínimo detalle. Claire Chazal fue la periodista elegida para la confesión televisiva. Colega de Sinclair y amiga de DSK, asistió de brazos cruzados (literalmente) a la transformación del presunto verdugo en una víctima acosada por no se sabe qué enemigos, antes de confirmar que sus ambiciones presidenciales pertenecían ya "al pasado" y de sugerir que Diallo le había tendido una trampa y no descartar un complot. En la segunda parte, DSK, ya más relajado, se permitió dar algunas lecciones sobre la deuda griega. Como diciendo: "He vuelto, y mi palabra debe ser escuchada otra vez".
Su benévolo juicio sobre sí mismo y sus melodramáticas y vacías explicaciones han resultado un desastre perfecto. El viernes se supo que solo el 4% de los franceses cree que la entrevista ha mejorado su imagen. Pero el sondeo muestra también la enorme división nacional sobre el asunto: un 47% piensa que hay un complot detrás, el 48% cree que no.
Lo curioso es que incluso sus propios amigos, que al principio defendieron su inocencia, ahora han tomado distancia de la ofensiva para recuperar el honor perdido. Manuel Valls, candidato socialista a las presidenciales, buen camarada de DSK y hoy el tercer político más valorado del país, cree que "la gente está triste y enfadada con Strauss-Kahn porque no ha estado a la altura humana y política que su estatura requería. Ha desertado de su deber, era el candidato favorito y ahora está muerto políticamente. En Francia se asume bien que alguien engañe un poquito a su mujer, evada algunos impuestos y cometa pequeñas faltas. Mientras se sea discreto está bien. Pero los errores morales se pagan caro. Aunque la política francesa está hecha de aves fénix que resurgen de sus cenizas, esto ha sido demasiado. ¿Complot? Hizo una gran tontería y la ha pagado".
Todas las fuentes coinciden en que Strauss-Kahn ya nunca podrá ser presidente de Francia. Y dudan mucho que su obsesión por las damas tenga arreglo. "Es incorregible, y se había convertido casi en un exhibicionista", explica con probable rencor una antigua pareja que exige el anonimato. "Aparte de su insoportable ligereza, ha dado paseos nocturnos en Porsche por París, mandaba mensajes de texto en las comidas mientras Sinclair miraba hacia otro lado, llevaba un tren de vida estratosférico... Eran síntomas de una evidente negligencia política, capaz de arruinar no solo a él, sino a la izquierda. Siendo un tipo brillante y un gran pedagogo económico, era a la vez vulnerable y chantajeable, y eso ha acabado con él".
Sinclair ha soportado este proceso de derrumbe sin un mal gesto. Tras ver a su marido cuatro días y tres noches en la cárcel de Rikers Island, tras afrontar el pago de la fianza de un millón de dólares y tras soportar meses de chanzas en Francia por haber alquilado una mansión de 35.000 euros en Tribeca donde pasar el arresto domiciliario lejos de lospaparazzi, parece haber asumido con toda naturalidad la teoría del "fallo moral".
Las feministas han bramado contra esa versión edulcorada que trata de convertir un sórdido calentón de mediodía con toda la pinta de abuso de poder en una mera cana al aire ocasional. La guionista de cine Agnes de Sacy, que ahora está escribiendo una película con Valeria Bruni Tedeschi, hermana de Carla Bruni y cuñada ?a su pesar? de Sarkozy, piensa que "el personaje más misterioso de esta extraña pelícu­la muy francesa es Anne Sinclair. Ese destino fatal tiene gran potencia literaria. Se parece al de Cecilia, la exmujer de Nicolas Sarkozy, que se pasó la vida intentando que su marido llegara al poder y cuando lo logró se quitó de en medio. Aunque yo creo que Sinclair no dejará nunca a DSK".
"El hecho de que haya tolerado su fama de sátiro y sus infidelidades durante años sugiere que seguirá adelante", continúa De Sacy, que piensa que un posible guión debería fijarse en los puntos más oscuros: "Esa neurosis de pareja que seguramente se equilibrará con ventajas que no conocemos; la tolerancia muy francesa por el macho seductor (aunque él sea mucho más que eso) y el reverencial respeto de nuestra prensa por la vida privada de los políticos poderosos. Ya pasó con Mitterrand o Chirac, y sigue pasando. Ese silencio revela una fuerte promiscuidad entre prensa y poder, pero quizá el caso servirá para que acabe esa connivencia".
Difícil saber qué es mejor. El silencio ha dado paso al chiscón de portería internacional. Medio París saca de la manga nuevos relatos de sexo fou y/o hard, hasta en provincias se sabe que DSK prefiere la estética Eyes wide shut, y las bromas sobre su capacidad para dominar lo que parece una satiriasis a lo Berlusconi empiezan a parecerse mucho a las italianas: una sátira de Canal Plus le cambió el otro día las iniciales por Detraqué Sexuel Kamikaze (obseso sexual kamikaze).
"En los tiempos del ministerio, DSK se ausentaba de las reuniones para ir a ver a mujeres... hasta cuatro y cinco veces al día", ironiza la antigua amante del político. "Pero no creo que Sinclair imaginase que esa fuese su actividad principal. Seguramente ella solo veía al hombre brillante, formidable comunicador, muy respetado por sus pares extranjeros...".
DSK ha prometido que ha "perdido esa ligereza para siempre". Y el escritor y columnista satírico de Le Nouvel Observateur François Rey­naert lo cree firmemente. "Ha recibido ya la peor condena posible para un tipo como él: hoy nadie compraría un libro sobre él, y ya no va a tener la libertad de acercarse a una mujer sin pensar que será chantajeado. Ha sido condenado a acostarse solo con su esposa legítima".
Los amigos y familiares viven con angustia la situación de una pareja que empezó la primavera fantaseando con la idea de cambiar la mansión de ladrillo rojo de Washington (que Sinclair compró por 2,9 millones) por el palacio del Elíseo, investidos, ambos, por el clamor popular. Su antigua amante cuenta que la familia "vive un drama terrible" y añade que los hijos "se están ayudando mucho entre ellos; están horrorizados con lo que ha hecho su padre, pero no se atreven a criticarlo".
Otros creen que Sinclair no soportará ver cómo su marido "ha tirado su obra por la borda". Una buena amiga, la periodista Michelle Cotta, que trabajó con ella en TF1, cree que "Anne está luchando para demostrar su inocencia porque sabe que no es un violador. Ahora está en la fase del salvamento porque es una combatiente. Cuando pase esa etapa, veremos qué pasa. Está muy herida, pero le quiere mucho. De momento, ha decidido dar la imagen de madre judía que responde al golpe protegiendo a su niño, como hizo Hillary Clinton".
Otra arista controvertida es la actitud ?¿respetuosa, cómplice o cobarde?? de la prensa francesa. Durante muchos años, solo un periodista (el corresponsal de Liberátion en Bruselas Jean Quatremer) advirtió (y desde un blog) del peligro que suponía DSK para sí mismo, para Francia y para el socialismo francés. Otros conocían el problema con bastante certeza, "pero para contarlo había que sopesar tanto la cantidad como la calidad", se disculpa casi un redactor de Le Monde. "Se sabía lo de Carmen Llera, lo de Yasmina Reza... Mujeres excepcionales, seguramente enamoradas. Ahora vemos que eso no le bastaba, que el lado sórdido estaba ahí, al lado del priapismo fisiológico. Es verdad que DSK se divorció dos veces por esa razón, pero no imaginábamos que el problema fuera tan grande. Su entorno siempre lo tapó".
Una penúltima curiosidad: ¿qué peso ha tenido la condición judía en esta historia? Al parecer, mucha. La causa israelí ha unido siempre a la pareja Sinclair-Strauss-Kahn. "Ella es una gran defensora del sionismo, y DSK está muy comprometido con el proyecto de Israel", confirma su amiga común Michelle Cotta. De hecho, mucha gente, incluido él mismo, pensaban que nunca habría llegado al Elíseo en una Francia donde las pulsiones antisemitas siguen existiendo. Sinclair estaba convencida de que era posible. La colección de arte de su abuelo fue expoliada por los nazis durante la guerra. Su madre, Micheline, a la que pintó Picasso siendo una niña, logró recuperar el legado al volver de Estados Unidos. Su única hija puso parte del tesoro familiar al servicio de su gran proyecto político y humano: DSK presidente de Francia. Según ha declarado a Le Monde uno de sus amigos, "Anne siempre quiso probar que, 75 años después de Léon Blum, los franceses eran otra vez capaces de elegir a un judío. A sus ojos, eso habría sido una formidable venganza de la historia".
Quizá la moraleja de esta historia demasiado humana es que nadie es perfecto, o que la impunidad, al menos la moral, no dura para siempre, especialmente si a uno le apasiona jugar con fuego. DSK parece hoy acabado y, como Clinton hace unos años, si tiene suerte, podría jubilarse como conferenciante internacional. Pero si es verdad que Anne Sinclair se parece a Hillary Clinton, quizá la historia no haya terminado de escribirse todavía.

Lissette Garcia
RosasSinEspinas

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