TWTNETY NINE PALMS, California.— Un alambre de púas y un letrero en árabe anuncian el puesto de control a la entrada a un pueblo en medio del desierto.
Soldados de infantería estadounidenses, conocidos como Marines, hacen guardia junto a soldados afganos, hombres de tez morena y trajes azules, que inclinan sus frentes y saludan con la frase musulmán: "Salam aleikum" (la paz este con vosotros).
A pocos minutos de entrar al pueblo, el aire se llena de silbidos de granadas explosivas propulsadas por cohetes que estallan cerca de ancianos y mujeres que corren y de los gritos de Marines que se desplazan en busca de rebeldes.
Es un día en la vida cotidiana en una aldea de Afganistán, y de Marines, pero sólo un entrenamiento en la base militar de Twenty Nine Palms en el desierto Joshua Tree, cerca de Palm Springs.
El pasado mes de enero, esta base inauguro el centro de capacitación en combate urbano mas grande del país, a un costo de 170 millones de dólares. El complejo incluye mas de 1,500 edificios, entre ellos supuestos estadios, hospitales, hoteles y centros de gobierno, con el propósito de simular una ciudad en la cual soldados puedan desempeñar su entrenamiento bélico de un centro urbanoen condiciones casi reales.
Esta enorme cuidad ficticia, es denominada Operación Combinada de Fuerzas Armadas en Terreno Urbano, y sus siglas en ingles son CAMOUT, (Combined Armed Military Operation in Urban Training). La capacitación también incluye la participación de cientos de actores, entre ellos inmigrantes afganos e iraquíes, que ayudan a replicar la dificultad de comunicación, coordinación y navegación en terrenos urbanos. El Centro CAMOUT puede entrenar desde escuadrones de 12 hombres, hasta una brigada completa de infantería que consiste de mas de 15,000 infantes de marina.
"Aquí proveemos el entrenamiento mas realista," comento el sargento de artillería Sergio Jiménez. "Es difícil comprender la religión y cultura de Afganistán, donde se encuentra el mayor numero de marines en combate; nuestra meta es que los soldados completen la misión y que regresen con vida."
Durante una reciente visita al centro de entrenamiento, lMarines concluyeron un entrenamiento de veintiocho días que será el ultimo antes de ser desplegados a zonas de combate en Afganistán.
En uno de esos ejercicios, un francotirador en una azotea inmoviliza a un escuadrón de soldados por varios minutos antes de que puedan entrar a la casa cerca de un hotel en el centro de la ciudad. Los soldados detienen a varios jóvenes afganos que gritan frases en árabe. Algunos ancianos actúan visiblemente enfadados porque según ellos, habían arrestado la persona equivocada. En otro entrenamiento, una emboscada deja inmovilizado a un soldado que tiene que ser rescatado por sus compañeros mientras algunos elementos del ejercito afgano fuman en vez de cubrir la retaguardia.
"Tratamos de que sea lo mas realista posible para que los marines se acostumbren a lo que van a encontrar en un pueblo de Afganistán" dijo el sargento Jiménez.
Los cientos de actores en este pueblo fueron contratados por el gobierno federal para que ayuden con el "ambiente cultural." Aunque ninguno de ellos tienen experiencia en la pantalla grande, sin duda pueden relatar escenas de combate en vivo ocurridas en sus pueblos natales. A muchos de ellos, se les observa caminando de un lugar a otro y se asoman por las ventanas y puertas. También se les escucha en plática amena en árabe, quizás recordando sus pueblos de antaño o preguntándose cómo fueron a llegar a parar a un pueblo ficticio en medio de un desierto en California. Las bombas y los balazos en la distancia no parece afectar sus ánimos y la mayoría de ellos sonríen y saludan a las cámaras.
Las mujeres del pueblo visten "Burgas" o coloridos vestidos que las cubren de pie a cabeza. Un grupo de "soldados afganos" sentados en un circulo comparten una pipa y luego se arrodillan y rezan inclinando sus cabezas en el suelo, con dirección a la ciudad sagrada de Meca a miles de kilómetros en el otro lado del mundo, cerca de donde muy pronto, estos infantes de marina estarán, también en tierra extraña, cumpliendo una misión y esperando regresar a casa sanos y salvos.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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