Singapur, el país que hace apenas 48 años se independizó de Malasia, celebra su fiesta nacional con una población orgullosa del milagro económico y del camino recorrido hasta alcanzarlo.
La isla, de un tamaño ligeramente superior a la provincia de Madrid, cinco millones de habitantes, y con una renta per cápita de casi 46.000 euros, es, medio siglo después, uno de los países más ricos del planeta, gracias a su entorno favorable para los negocios y la inversión, un sistema transparente sin apenas corrupción, precios estables, tipos de interés bajos, infraestructura moderna y altos niveles de educación.
Para Federico Palomeras, embajador de España en Singapur, «las claves del éxito son tan fáciles de enjuiciar como difíciles de conseguir: todo el mundo habla inglés, hay una legislación fiable y estabilidad política, ausencia de corrupción y una situación geográfica privilegiada».
Han pasado casi dos siglos desde que, en 1819, Sir Stanley Raffles fundara la ciudad y estableciera en ella un puerto libre de impuestos que atrajo a numerosos comerciantes de la zona. Los vestigios del pasado colonial de Singapur siguen vigentes en algunos de los edificios, como el hotel Raffles, las casas «black and white» o el club de «cricket», y en los nombres de sus arterias principales. Fue Albert Winsemious, economista de Naciones Unidas que asesoró durante muchos años al gobierno local, quien recomendó no cambiar el nombre de las calles, para dar esa imagen de estabilidad y continuidad en los negocios.
Prohibición de comer chicle
Anécdotas aparte, como la prohibición de comer chicle, o más bien la imposibilidad de comprarlo, Singapur es un país con una legislación muy estricta, donde el tráfico de drogas está castigado con la pena de muerte y arrojar papeles o colillas al suelo con multas desorbitadas.
Hoy en día, lo que permanece de aquellos primeros años es la vocación mercantil, el marco legal y la mezcla de culturas, religiones y razas, ya que, en este pequeño país, conviven sin incidentes indios, malayos, chinos y un cuarenta por ciento de extranjeros.
Con una clase política excelentemente remunerada y un sistema educativo que figura en el quinto lugar del planeta, Singapur es, según el Banco Mundial, el país del mundo más fácil para hacer negocios.
Líder visionario
El orgullo de ser parte de este éxito se observa en los balcones de los edificios públicos, los centros comerciales y las viviendas sociales engalanados con la bandera local y en los miles de singapurenses que hoy han acudido a celebrar el aniversario del nacimiento de su país en un acto multitudinario. Y en el recuerdo de todos, Lee Kuan Yew, el «padre de la patria», como se le conoce en Singapur. Un hombre al que todos otorgan el mérito de conducir el país hasta donde ha llegado. A sus 90 años, acaba de publicar un libro, «La vision de un hombre sobre el futuro», del que se podría destacar la frase «Nunguna sociedad permanece estática. Cada sociedad continúa su evolución, para mejor o para peor». El reto de Singapur en los próximos años será continuar el legado de este líder visionario.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
No comments:
Post a Comment