Israel ha empezado a liberar a los 26 presos palestinos, tal y como prometió el Gobierno de Netanyahu. Según las imágenes de Al Jazeera, las furgonetas con los excarcelados se dirigen a Ramala desde la prisión israelí de Ramla. La Autoridad Palestina ya había reconocido el gesto como un prólogo de entendimiento.
Esta primera fase de excarcelaciones —104 reclusos saldrán en libertad a lo largo de los nueve meses previstos para las conversaciones— incluye a 17 condenados a cadena perpetua por la muerte de israelíes. De ellos, 14 irán a Gaza y 12 a Cisjordania. Hacia las nueve de la noche, los presos comenzaron a salir de sus celdas y a ser reunidos por las autoridades de prisiones de Israel. La idea era trasladarlos en autobuses con cristales cerrados, para evitar los tradicionales gestos de victoria, como sucedió cuando otros reclusos fueron liberados como canje de Gilad Shalit, el soldado israelí secuestrado en Gaza en 2006 y que fue entregado a Israel cinco años después. Hacia medianoche se esperaa que los vehículos crucen a los Territorios Palestinos. Varias asociaciones de víctimas del terrorismo en Israel se han manifestado ante la prisión de Ofer, donde se ha reagrupado al grupo cisjordano, y han intentado cortar la carretera.
Mahmud Abbas tiene previsto recibirlos en la Mukata, la sede de la presidencia palestina en Ramala. Sus familias se agolpan esta anoche en los pasos fronterizos aguardando la llegada de los 26 presos, encarcelados antes de 1993 y que Israel ya prometió liberar hace más de una década. Mahmud al Zahar, portavoz de Hamás, ha aplaudido con frialdad esta liberación.
Este miércoles se reanuda después de tres años de parón el diálogo directo entre israelíes y palestinos en Jerusalén, pero más que conversaciones se esperan muecas, secos apretones de mano, reproches. La delegación negociadora palestina, por boca de Yasir Abed Rabbo, advirtió ayer de que el proceso de paz puede saltar por los aires antes de nacer por el empeño de Israel en ampliar las colonias sobre suelo ocupado en Cisjordania y Jerusalén Este.
Hoy mismo, el Ministerio del Interior ha confirmado el permiso para 942 nuevas viviendas en Gilo, al sureste de Jerusalén. El trámite ya recibió luz verde en diciembre, y el nuevo paso es “puramente técnico”, precisa un portavoz del Gobierno. Dice el diario Haaretz que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, influyó en el retraso del permiso, porque quería evitar más “presión internacional”.
No ha tenido el mismo tacto a la hora de calcular pasos que mantuvieran sereno el ambiente en las jornadas previas a las nuevas negociaciones. En ocho días, Israel ha aprobado 3.300 unidades en asentamientos de Cisjordania y Jerusalén Este. Solo en esta última ciudad, donde el pretendido Estado de Palestina desea ubicar su capital, se han autorizado 1.735 casas en este periodo, cuando en todo 2012 se llegó a las 2.380, una cifra récord, según la ONG Ir Amin. La prensa local sostiene que Netanyahu se ha visto abocado a esta fiebre colonizadora por la presión de sus aliados más conservadores, como Hogar Judío.
Las obras —que no han salido aún a concurso— se harán en la zona más externa de Gilo, más cercana a Beit Jala (Cisjordania), con lo que se complica aún más el espacio para la conexión sur de Cisjordania con Jerusalén. "Me alegro. Necesitamos más casas aquí. Los precios de la vivienda son muy elevados y los jóvenes como mi hija no los pueden pagar. Gilo es Israel y nadie va a echar de aquí a tanta gente [40.000 vecinos], ¿no? Pues entonces, si nos quedamos, que nos hagan promociones, las casas han subido por culpa de los millonarios", defiende Sarah Malkin, rusa de origen, contable, en la parada del 71, el autobús de Gilo. "¿No le plantea remordimientos vivir en una colonia?", le pregunta su vecino Amiel Ben-Amir, estudiante de Derecho en la Universidad Hebrea. "¿Por qué? Ellos dicen que es una colonia. Para mí es tierra nuestra, la conquistó mi gente. Vivir aquí no es fácil, en la Intifada tuvimos que poner un muro porque [los palestinos] disparaban. ¿Es eso paz?", replica.
Fuentes: NYT y elaboración propia. / EL PAÍS
Lejos de allí, el negociador palestino Rabbo insiste en que poner más ladrillos en las colonias va contra las "promesas" hechas por EE UU. "Si el proceso negociador comienza con la aceleración de colonias, uno puede preguntarse qué es lo que vamos a lograr", se cuestiona. Fuentes de la Autoridad Palestina confirman que en el círculo del presidente Mahmud Abbas muchos abogan por no aparecer hoy en la reunión convocada en el Hotel King David, segunda etapa de un diálogo arrancado gracias al tesón de John Kerry, el secretario de Estado de EE UU. Sin embargo, Abbas insiste en que aún cree en las promesas estadounidenses, que nunca han trascendido, y que son lo suficientemente fuertes como para tragarse la indignación y sentarse con su enemigo.
Kerry, desde Colombia, ha reiterado que los asentamientos no son "legítimos" y así se lo ha dicho "muy claramente" a Israel. Sin embargo, usando un tono más edulcorado, indicó que no cree que vayan a ser "un contratiempo" para el proceso de paz. A su juicio, los anuncios muestran la necesidad de acudir de forma "rápida" a la mesa de negociaciones. A ambas partes les pidió que eviten reacciones "negativas".
Los islamistas creen que las conversaciones con Israel son "inútiles" y solo ayudarán "a perpetuar la ocupación". Abbas aún no ha resuelto sus diferencias con el Gobierno de Hamás en Gaza, que no reconoce al Estado de Israel, pero sí ha podido solucionar otro entuerto político. Rami Hamdala, su primer ministro dimisionario, ha retirado su renuncia y ha aceptado formar un nuevo Gobierno en cinco semanas. Se fue porque el presidente le había restado competencias. Esta decisión ofrece estabilidad a los palestinos en plenas negociaciones.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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