Aunque Chen Guangcheng lleva años luchando por los derechos humanos en China, especialmente en las áreas rurales, alcanzó notoriedad mundial en abril de 2012 al escapar del arresto domiciliario al que estaba sometido y encontrar refugio en la Embajada de Estados Unidos en Pekín, desde donde, después de una difícil negociación diplomática, fue trasladado a Nueva York, donde hoy vive.
Chen, ciego desde su infancia, se formó por su cuenta como abogado para desafiar ante los tribunales de su país las leyes represivas del régimen comunista, especialmente la que obliga a las esterilizaciones forzosas dentro de la política oficial de un solo hijo por familia. Finalmente, él mismo fue condenado por desórdenes públicos y confinado a su residencia.
Con 42 años de edad, es actualmente profesor visitante en la escuela de leyes de la Universidad de Nueva York y mantiene su actividad de denuncia de la situación política en su país. EL PAÍS ha hablado con él en Oslo, donde participa en el Oslo Freedom Forum, una conferencia anual de activistas contra regímenes represivos que ha crecido tanto en influencia que se la conoce ya como el Davos de los derechos humanos.
Pregunta. ¿Cómo recuerda el episodio de su huída del lugar de detención y su refugio en la Embajada?
Respuesta. Fue algo terrorífico y emocionante al mismo tiempo, pero la verdad es que hoy lo recuerdo más bien como un episodio emocionante.
P. ¿Qué detalles le marcaron más de ese suceso?
R. Es algo de lo que prefiero no hablar ahora.
P. ¿Qué tal le va en Estados Unidos?
R. Me va bastante bien. Esta es una sociedad muy diversa.
P. ¿Cómo se gana la vida?
R. De los anticipos que me pagan de algunos libros que estoy escribiendo, entre ellos mis memorias, una autobiografía.
P. En el pasado tuvo algunos problemas de salud, ¿cómo se encuentra ahora?
R. Sigo con algunas dificultades, pero nada que me preocupe mucho.
P. ¿Recibe todavía amenazas de parte del Gobierno chino?
R. Las autoridades siguen amenazando a mi familia. Mi sobrino fue encarcelado hace poco, contrajo una infección y se negaron a llevarlo a un hospital. Mi hermano ha sido golpeado. Han entrado en mi casa y ha destruido las cosas de mi familia. Siguen teniendo mucho medios de amedrentar a mi familia.
P. Eso debe de pesarle sobre su conciencia.
R. Sí, es verdad. Pero también creo que es una obligación actuar para acabar con estos comportamientos.
P. ¿Está usted convencido de que hizo es correcto? Algunas personas dicen que la política de un solo hijo es una manera de evitar la sobrepoblación de China, y que puede ser lógica la obligación de cumplirla.
R. Es evidente que forzar a las personas a tener abortos es un acto ilegal, y no tengo ninguna duda de que es mi obligación estar en contra.
P. ¿Está motivada esa posición por sus creencias religiosas?
R. No, no tengo ninguna religión por el momento.
P. ¿Está cambiando algo en China desde que usted salió?
R. Hay muchos cambios, sobre todo en la sociedad. Está despertando gradualmente una sociedad civil. Se está perdiendo el miedo a ser perseguido por el Gobierno. La gente está empezando a darse cuenta de que tiene que defender sus derechos. El régimen no tiene las cosas tan fáciles como antes.
P. Y, por parte del Gobierno, ¿hay algún cambio?
R. Los nuevos líderes están tratando de hacer más férreo el control. Han establecido siete ideas de las que no se puede hablar en la prensa ni dentro del partido: valores universales, libertad de prensa, sociedad civil, derechos civiles, los errores del partido comunista, capitalismo aristocrático -porque los líderes del partido están empezando a ser vistos como una especie de aristocracia- y, el séptimo, independencia judicial.
P. ¿Cree usted que el mundo debe de presionar más a China en el tema de los derechos humanos?
R. El mundo ha estado tratando ese asunto con China desde hace décadas. Ha habido decenas de reuniones a puerta cerrada en las que se han hablado de eso, y ninguna de ellas ha producido resultados. Es preciso cambiar de estrategia. El mundo tiene que plantear abiertamente un diálogo que deje claro ante la comunidad internacional que se está presionando al Gobierno chino a emprender acciones y a poner fin a su comportamiento actual.
P. ¿Espera volver a China alguna vez?
R. Sí, confío en que mi regreso a China no estará muy lejano, y confío en que mi país no estará regido en el futuro por este sistema de partido único, y que dejará de ser un sistema en el que sean unos pocos los que deciden quién tiene que abandonar el país y quiénes pueden regresar. Espero que pueda volver a una sociedad abierta. Pero lo más importante no es la posibilidad de regresar a China, lo más importante es el derecho a entrar y salir cada vez que uno quiera.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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