Ariel Castro, el carcelero de las tres chicas liberadas el lunes en Cleveland tras diez años de secuestro, fue ayer acusado formalmente del secuestro de cuatro personas (incluye la hija que una de las jóvenes tuvo en cautiverio) y de repetida violación de las tres mujeres: Amanda Berry, Gina DeJesus y Michele Knight.
Según las investigaciones, estas estuvieron atadas con cadenas y cuerdas, al principio en habitaciones separadas, y se vieron sujetas a un «prolongado abuso sexual y psicológico y sufrieron abortos espontáneos». No se ha especificado el número de embarazos ni la causa de que no terminaran la gestación. Solo en dos ocasiones, durante todos estos años, habrían salido al garaje y el patio trasero de la casa.
Los dos hermanos de Ariel Castro detenidos, Pedro y Onil, permanecen en dependencias policiales. El FBI ha indicado que «de momento» no se eleva ninguna acusación contra ellos, pero no descarta que eso pueda ocurrir a medida que avanza la investigación. La Policía no ha encontrado restos humanos en la casa de Ariel Castro, de 52 años, lo que llevaría a descartar otras víctimas. También se ha registrado al menos otra vivienda propiedad suya.
De acuerdo con algunos medios, cuando el lunes Amanda Berry logró salir con su hija a pedir auxilio, las otras dos mujeres habrían decidido permanecer dentro, sin arriesgarse a verse sorprendidas por una repentina vuelta de su captor.
Amanda, Gina y Michele, desaparecidas entre 2002 y 2004 cuando tenían 16, 14 y 20 años, respectivamente, continúan su proceso de recuperación. Amanda y Gina, que había sido amiga de una hija de Castro, llegaron ayer a sus casas, tras una revisión médica. Vecinos y familia -algo cambiada en estos años, con hermanos casados, sobrinos y, en el caso de Amanda, la muerte de la madre- las recibieron con pancartas y globos. Michele tuvo que seguir en el hospital, pues su estado es de mayor fragilidad.
Aunque se anunció una comparecencia de Amanda a la puerta de casa, quien apareció fue su hermana. «En este momento mi familia pide privacidad, para que mi hermana, mi sobrina y yo misma tengamos tiempo para recuperarnos», dijo, y agradeció a todos el esfuerzo realizado durante años para resolver el caso.
Mientras los investigadores seguían ofreciendo restringida información, los vecinos daban cuenta de versiones en ocasiones contradictorias. Varios testigos aseguran que Ariel llevaba en ocasiones al parque a Jocelyn, la niña que tuvo una de las mujeres, cuya paternidad la Policía sugiere. También habría llevado a la pequeña, de 6 años, a visitar en fines de semana a la abuela, la madre de los Castro. La Policía aseguró que ninguna de las mujeres salió del recinto de la casa, aunque no está claro si esa aseveración incluía también a la niña.
Denuncias vecinales
Los vecinos cuestionan a las autoridades por no reaccionar ante sus denuncias. Algunos incluso hablan de una llamada a la Policía en 2011 tras supuestamente ver a una mujer, con un bebé en brazos, pedir auxilio desde el patio. La Policía habría llamado a la puerta, pero se marchó al no obtener respuesta. Otro testimonio indica que una mujer desnuda fue vista gateando y gritando en el patio trasero. Esas apariciones parecen haber sido desmentidas por la investigación.
También los vecinos veían a Castro llegar con muchas bolsas de comida. Una vez que lo hizo aparcando ante la puerta el autobús escolar que conducía la Policía fue avisada. El único requerimiento que le hicieron los agentes fue que no volviera aparcar allí el autobús, según los vecinos. Las autoridades de Cleveland niegan tener registro de esas alertas y además aseguran que nunca recibieron ninguna denuncia o pista que hubiera podido llevar a encontrar el lugar donde se hallaban retenidas las mujeres.
Oficialmente las autoridades han reconocido que se presentaron en dos ocasiones ante la puerta de la casa, una antes de la desaparición de las jóvenes, a raíz de una llamada de Castro por una pelea en la calle, y otra en 2004, cuando Castro era investigado por una posible indisciplina en su trabajo de conductor de autobús escolar. Nadie salió a abrir.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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