Amenazó con insistencia con romper el Gobierno de unidad y contra múltiples pronósticos lo ha hecho. Shaúl Mofaz, líder de Kadima, ha anunciado este martes que su partido —el mayor en el Parlamento con 28 de los 120 escaños— abandona el Gobierno de unidad, a cuyo carro se subió hace apenas 70 días. Su salida provoca una nueva crisis política, que algunos han aprovechado inmediatamente para exigir elecciones anticipadas.
Las profundas desavenencias entre Kadima y el Likud del primer ministro, Benjamín Netanyahu, en relación con la obligatoriedad del servicio militar para los ultraortodoxos judíos han terminado por quebrar el Ejecutivo de unidad que se gestó por sorpresa una madrugada de mayo pasado. “Es con un profundo dolor con el que digo que no hay otra opción que abandonar el Gobierno”, ha dicho Mofaz, viceprimer ministro israelí, durante una reunión de emergencia celebrada de su partido en la ciudad de Petah Tikva.
Dar con una ley que reemplace a la actual que exime a los haredim —literalmente, temerosos de dios— de hacer el servicio militar obligatorio para el resto de los israelíes fue una de las promesas que Kadima hizo a sus electores. El plazo legal concedido por el Tribunal Supremo para aprobar una nueva ley es el 1 de agosto, y hasta el momento no había habido un acercamiento significativo entre las posiciones enfrentadas. Mientras, la calle se va calentando, y lacios y religiosos protagonizan multitudinarias manifestaciones para defender sus posiciones.
A pesar de que el actual Ejecutivo puede prescindir numéricamente de Kadima, su salida supone un batacazo para Netanyahu y amenaza la estabilidad de un Ejecutivo, que antes de la llegada de Mofaz, planeaba acudir a las urnas en septiembre para reforzar su mayoría. Yair Lapid —la estrella ascendente de la política israelí, cuyo partido, Yesh Atid, abandera el campo del laicismo— se apresuró a exigir la convocatoria de elecciones anticipadas poco después de conocerse las declaraciones de Mofaz. “Netanhayu ha fallado completamente en la cuestión del reparto equitativo de las cargas”. Y añadió: “Como siempre, después de zigzaguear Netanyahu se encuentra justo en el punto en el que estaba al principio, capitulando ante los haredim.
La oficina de Netanyahu envió anoche una carta a Mofaz en la que dice “lamentar la decisión” y aseguró que estaban “muy cerca de llegar a un cambio significativo en la cuestión del reparto de las cargas”. El desacuerdo final ha girado en torno a la edad de alistamiento de los religiosos; un colectivo que crece a paso de gigante y que suma en torno al 11% de la población israelí. Históricamente están exentos de cumplir el servicio militar, para poder dedicarse a tiempo completo al estudio de los textos religiosos.
Mofaz dijo estar dispuesto a permitir a los judíos ultraortodoxos estudiar en sus escuelas talmúdicas hasta los 22 años, frente al resto de los israelíes a los que reclutan a los 18. Los haredim deberían forzosamente incorporarse al Ejército a partir de entonces. “El primer ministro no está dispuesto a bajar de 26 años y yo no acepto esa oferta”, dijo Mofaz. En una propuesta de última hora Netanyahu se declaró dispuesto a aceptar los 23 años como edad máxima de reclutamiento. Mofaz, que consideró la oferta tramposa, acusa a Netanyahu de alinearse con los sectores religiosos para no perder su apoyo en la coalición de Gobierno de la que también forman parte.
Kadima, el partido de centro-derecha que fundara Ariel Sharon a finales de 2005 y cuya popularidad se precipitaba en caída libre poco antes de sumarse al Gobierno hace poco más de dos meses, ha querido evitar a toda costa defraudar de nuevo a sus electores. “No fue fácil entrar [en el Gobierno] y yo pagué un precio político, pero esta cuestión [la composición del Ejército] es fundamental y no hay otra opción más que abandonar la coalición. Cualquier concesión dañaría la imagen de Kadima”, dijo Mofaz a los suyos durante la reunión de Petah Tikva.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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