El top ten de los países que contribuyen a la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF), entre los que se encuentra España, se reúnen esta mañana en Bruselas para analizar la complicada situación en el país asiático y tratar de poner orden en la cacofonía de voces, que ha creado la impresión de que la comunidad internacional está dispuesta a tirar ya la toalla en Afganistán. La reunión de ministros de Defensa del selecto grupo, que concentra el 93% de las fuerzas allí desplegadas, se produce al margen de las dos jornadas de reunión oficial, que comienzan a mediodía de este jueves y tiene mañana a Afganistán como plato fuerte. Leon Panetta, el jefe del Pentágono, ha confirmado en Washington el objetivo de que a partir de mediados de 2013 ISAF deje de participar en operaciones de combate, para asumir un papel de complemento a las fuerzas armadas afganas hasta la retirada total prevista para diciembre de 2014.
La cita bruselense de esta semana es preparatoria de la cumbre aliada de mayo en Chicago, donde debe fijarse oficialmente cuántos y cómo son financiados y equipados los soldados del Ejército afgano que debe tomar el relevo de ISAF en 2015. “Estamos viendo qué significa suficientes y sostenible (tamaño, estructura y coste) de las fuerzas de seguridad afganas”, señala una fuente aliada. “Nos encontramos solo al principio del proceso de consultas”.
Ese proceso de consultas se ve constantemente emborronado por declaraciones, filtraciones y publicaciones que hacen pensar, con fundamento, que el horizonte afgano no está despejado. En la propia librería del cuartel general aliado una revista francesa se pregunta en portada “¿Una guerra para nada?”, mientras un libro recién aparecido en el Reino Unido presenta como sumario explicativo “Por qué todo fue mal en Afganistán”.
Las fuentes aliadas en Bruselas se las ven y desean para contrarrestar ese aluvión de derrotismo no desenfocado. Como dice una señalada fuente, “no sabemos qué va a pasar en Afganistán a partir de 2014”. De ahí la reunión especial de esta mañana, convocada por Estados Unidos y con la que se estrena en la Alianza el ministro español, Pedro Morenés.
“No sabemos qué va a pasar en Afganistán a partir de 2014”, asegura una fuente de la OTAN
La línea oficial es la de mantener el rumbo trazado en la cumbre de Lisboa de finales de 2010, cuando se pactó el proceso gradual de repliegue que ha de concluir en 2014. “El compromiso de todos los aliados fue hacer esa transición posible”, comenta un diplomático, interrogado sobre si la actitud francesa de adelantar el repliegue sienta un precedente inquietante. “Fuimos juntos y queremos replegarnos juntos. Estamos trabajando para que ese acuerdo, para el que hay un sólido apoyo entre los aliados, se mantenga”.
Otra fuente revela que no ha oído al embajador francés ante la OTAN hablar de adelanto de repliegue de sus tropas y pone en contexto electoral las manifestaciones de Nicolas Sarkozy. Tras el choque de la muerte de cuatro soldados franceses --y otros 15 heridos, ocho de gravedad-- por disparos de un recluta afgano al que estaban formado, el presidente francés anunció hace unos días “el retorno de todas las fuerzas de combate [francesas] para finales de 2013”. Gérard Longuet, el ministro francés de Defensa, acude a Bruselas con ánimo de “clarificar” la posición de París y para “garantizar a los aliados que Francia no les va a dejar”, según un diplomático.
El anuncio de Sarkozy no es contradictorio con el plan trazado en Lisboa, que apuntaba teóricamente a que a mediados de 2013 la vanguardia de las operaciones de combate recayera en las tropas afganas, con ISAF en función de complemento. “Esperamos el segundo semestre de 2013 ser capaces de hacer una transición de un papel de combate a uno de asesoramiento, formación y asistencia”, confirma ahora Panetta. “Seguiremos implicados de forma importante, pero no en el actual papel de combate, aunque siempre estaremos preparados para el combate”.
Estados Unidos, mientras, se mueve activamente para conseguir el compromiso de la comunidad internacional para sostener al Estado afgano tras la retirada de 2014. Es la lección aprendida de la retirada soviética. Sin apoyo exterior, el régimen instalado por Moscú apenas aguantó tres años. Washington va a mantener soldados en Afganistán, en principio con funciones de lucha antiterrorista, y trata de que los demás socios también contribuyan al esfuerzo en función de sus propias circunstancias. Países árabes, Japón y Corea del Sur están llamados al apoyo financiero.
Si en Bruselas y las fuentes de oficiales de Kabul gustan de airear datos cuantitativos que dan cuenta de cómo ISAF va ganando la partida a la resistencia islamista, los talibanes sienten que el tiempo juega a su favor, y no en poca medida, por la corrupción de un régimen, el encabezado por Hamid Karzai, podrido hasta los tuétanos y minado por el apoyo que los talibanes reciben desde Pakistán, en particular de elementos de ese Estado dentro del Estado que es el servio de inteligencia paquistaní (Inter-Services Intelligence, ISI).
“Los talibanes consideran inevitable la victoria una vez que ISAF desaparezca de escena”, se lee en un informe secreto elaborado por la OTAN a partir del interrogatorio de prisioneros islamistas de distinta laya en Afganistán. La OTAN insiste en que esas palabras no son consecuencia de un análisis propio sino la resultante de las manifestaciones de combatientes armados. Combatientes que están con la moral por las nubes y ven que el tiempo juega a su favor.
Tanto como juega Pakistán, en cuyas áreas fronterizas con Afganistán, talibanes y allegados se mueven con plena libertad, solo amenazados por los aviones no tripulados de Estados Unidos. El Gobierno paquistaní, como acaba de hacer su ministra de Exteriores en su visita a Kabul, niega sistemáticamente lo que para Estados Unidos es una evidencia. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, se lo reprochó directamente a las autoridades paquistaníes en su última visita a Islamabad. La desafección que ambos países se profesan (encendida en el lado paquistaní por ataques como el que recientemente costó la vida a 24 soldados o la incursión estadounidense de mayo para acabar con un Osama bin Laden que vivía a placer no lejos de la academia militar afgana) solo es compensada por la necesidad de apoyo mutuo: de Estados Unidos por ofrecer cierta estabilidad a un país siempre al borde del precipicio, pero con armas nucleares, y de Pakistán por la ayuda financiera que le ofrece Washington.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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