La incertidumbre de los inversores sobre el futuro de la zona euro empieza a generar dudas también sobre el destino de Francia, pero el presidente francés, Nicolas Sarkozy, parece dispuesto a hacer todo lo que esté en sus manos para evitar un mayor contagio de la crisis de la deuda europea en su país. Para alejar esta posibilidad, que supondría la llegada de los problemas al mismo corazón del euro, Sarkozy ha interrumpido sus vacaciones con el fin de reunirse con los principales ministros de su gabinete y con el director del Banco Central francés, Christian Noyer.
La intención es acelerar la conclusión del presupuesto para 2012 y anunciar, dentro de dos semanas, nuevas medidas de ajuste para calmar elánimo de los mercados. Según el ministro de Finanzas, Francois Baroin, el Consejo de Ministros para cerrar las cuentas del próximo año tendrá lugar un mes antes de lo normal, lo que en opinión del responsable de la cartera demuestra que el Gobierno está bastante comprometido a alcanzar sus metas de reducción de déficit. El presidente de Francia ha solicitado a la cúpula de su Gobierno que presente nuevas propuestas para garantizar que se cumplen los objetivos de déficit y que serán adoptadas antes de que finalice el mes de agosto. Las propuestas serán objeto de una primera evaluación el próximo 17 de agosto, mientras que las decisiones definitivas se adoptarán el 24 de agosto.
El hecho es que los inversores ya no miran a Francia con la misma confianza que hace unos meses. A pesar de que la deuda francesa sigue teniendo una calificación AAA por parte de las grandes agencias de riesgo -el nivel más alto, equivalente a una matrícula de honor-, el coste de financiación de sus bonos está actualmente tocando récords. El mercado ya exige cerca de 90 puntos básicos extra de rendimiento para comprar la deuda a 10 años francesa con respecto a los bonos alemanes, aunque los dos países tengan la máxima calificación de triple A. Esta prima supone, según Bloomberg, casi el triple del promedio de 2010, que era de 33 puntos básicos.
Los expertos, sin embargo, ya ponen en duda la permanencia de Francia en el más alto escalón de las calificaciones de riesgo. Después del histórico anuncio de la rebaja de la calificación de Estados Unidos por parte de Standard & Poor's, la sospecha es que el país galo sea el próximo de la lista. El director de la sección europea de la agencia, Jean-Michel Six, aseguró el pasado fin de semana que la calificación AAA de la deuda tiene una previsión de "estable", pero la tendencia que apunta a que los inversores solo consideraran completamente fiable a la deuda de Alemania es cada vez más fuerte. El rendimiento adicional que el mercado exige para comprar otros bonos triple A está en ascensión. El diferencial entre la deuda holandesa a 10 años y los bonos alemanes es de 39 puntos básicos, 20 más que al inicio del año. La situación se repite en Dinamarca, donde el diferencial ha saltado de los 6 puntos básicos que tenía en enero a 26, según datos de Bloomberg.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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