Lissette, una joven profesional de turismo, está contenta porque ya puede tener un celular, mientras Roberto dice que hubiese preferido seguir trabajando para el Estado ante los magros resultados de su negocio de venta de helados. Quien se ve entusiasmado es Armando, que después de haber puesto en marcha un exitoso "paladar" en el barrio de Vedado, está apoyando a su familia en la apertura de otro restaurante.
Entre cautelosos y esperanzados, en algunos casos, o francamente decepcionados, en otros, los cubanos observan y siguen con mayor o menor expectativa las reformas económicas que está impulsando Raúl Castro en el marco de la "actualización" del modelo socialista, a cinco años de haber recibido el timón de la isla de manos de su hermano Fidel el 31 de julio de 2006.
Hombre con fama de administrador pragmático y gestor "con los pies en la tierra", como suelen describirlo quienes lo han visto trabajar de cerca, Raúl Castro pretende detener la endémica crisis económica cubana, de la que dijo que ha puesto al país al borde del "precipicio", con un paquete de medidas, que a muchos les suena a receta vieja, pero que a otros les provoca no poco entusiasmo.
"Mucha gente quiere reformas más rápidas", dijo el director del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) de la Universidad de La Habana, Omar Everleny Pérez Villanueva. "Hay gente que está contenta, está haciendo negocios", agregó en alusión a los trabajadores por cuenta propia, pero "los asalariados, no", porque no han visto incrementados sus ingresos.
José, un médico internista de La Habana, se queja: "Mi problema es que gano en una moneda, en pesos, y tengo que comprar en otra", dice en alusión al peso de libre convertibilidad, equivalente al dólar, que se utiliza prácticamente para todas las transacciones comerciales. José, como muchos profesionales, gana un salario mensual equivalente a 25 dólares.
"Esto no tiene solución", afirma la descreída secretaria de una empresa extranjera, que ya ha vivido otras reformas en el medio siglo de revolución, como el proceso de "rectificación de errores" impulsado por Fidel Castro en la década de los 90. "Ahora queremos corregir lo que entonces no se pudo rectificar", agrega la entrevistada que pide mantener su nombre en el anonimato.
La nueva política económica, avalada por el congreso del Partido Comunista celebrado en abril pasado, supone un impulso hasta ahora inédito al "sector no estatal de la economía" y una apertura al trabajo privado por cuenta propia, pero cuya aplicación parece encontrar graves escollos en la burocracia y la ineficiencia del sistema.
Lento y parcial
"La implementación de las reformas ha sido lenta y parcial", declaró desde Denver el académico cubano-americano Arturo López-Levy, quien, sin embargo, admitió que el gobierno de Raúl Castro ha creado "bases institucionales" para "cambios de mayor envergadura".
"A diferencia de los tibios ajustes de inicios de los 90, las nuevas reformas legitiman un creciente sector no estatal como parte integral de la economía, alentando su contratación de fuerza de trabajo y reinversión de ganancias no solo en la agricultura sino también en las ramas de economía urbana", agregó López-Levy, un experto en temas latinoamericanos de la Universidad de Dever.
Pérez Villanueva, quien dice que nunca hasta ahora vio "tanto realismo" en materia económica en Cuba, cree que el país está en el inicio de un proceso. "Cada mes hay algo nuevo", declaró. Él piensa que, incluso, no está lejano el día en que los cubanos puedan entrar y salir del país sin permisos previos. "Que se permitan los viajes al exterior es un grito a voces", dijo.
El académico cubano ve también cambios en otros sectores de la vida cubana, como la prensa oficial, donde -según dice- "el debate es grande". "Hay cosas duras y se publican. Se está creando estados de opinión" sobre diversos problemas que enfrenta el país, afirmó.
En esta opinión coincide el economista disidente Oscar Espinosa Chepe, uno de los 75 presos de la llamada "primavera negra" de 2003, liberado en 2004. "Hay intelectuales que están diciendo cosas que antes no podían decir", declaró a la agencia DPA.
Según Espinosa Chepe, los cambios que impulsa el gobierno son "lentos" e "insuficientes", pero la única alternativa es "seguir empujando" para "profundizarlos". "Es lo posible, no lo que uno quisiera", dijo.
Más de 320.000 cubanos han recibido autorización para trabajar como cuentapropistas en 178 profesiones y oficios, mientras unos 140.000 agricultores han recibido tierras en usufructo para sacar adelante la producción agrícola. Los cubanos esperan también con expectativa la nueva ley que permita la compraventa de viviendas entre particulares, hasta ahora prohibida.
Sin embargo, la mayoría de los cubanos no parece percibir ventaja alguna en su vida cotidiana, ni en sus ingresos ni en las mínimas comodidades de la vida moderna a las que puede aspirar.
Desde 2008, cuando el gobierno dio acceso libre al servicio de telefonía celular, el número de abonados se quintuplicó hasta un millón de usuarios, pero no todos los cubanos pueden pagarlo, como Lissette, porque no tienen divisas. Como a todo profesional médico, a José le gustaría tener acceso a Internet, pero no puede pagarlo porque el costo del servicio -30 dólares- supera el monto de sueldo.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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