Kiko Rivera lleva dos meses sin ver a su hijo Francisco. Resulta increíble cómo han cambiado las cosas entre el hijo de Isabel Pantoja y la modelo Jessica Bueno, quienes hace apenas un año se juraban amor eterno. Hoy se ha levantado un muro entre ambos que hace imposible mantener una relación sana y cordial por el bien del bebé. El 6 de noviembre, el niño cumplirá su primer año de vida.
El próximo lunes Kiko y Jessica se verán las caras en el Juzgado de Familia número 17 de Sevilla, donde se presentó la demanda de medidas urgentes previa al juicio del divorcio que Rivera planteó ante el cambio de actitud de su ex. La pareja se regía por un convenio que firmaron ante sus abogados, pero que debía ratificarse en el juzgado. Antes de que llegara la fecha de ratificación, la modelo sevillana decidió romper el trato sin explicación alguna y cambiar su residencia a Eibar (Guipúzcoa) para instalarse con su hijo en la ciudad donde juega su actual pareja, el futbolista Jota Peleteiro. Kiko se enteró mediante un burofax de que su bebé, de manera inmediata, se mudaba a casi 900 kilómetros de distancia y que si quería verlo, tendría que ponerse en contacto con los abogados de Jessica.
La actitud de Jessica no se entiende, dado que tampoco ha querido aclarar por qué se ha ido casi sin previo aviso y por qué Kiko no puede estar con el niño. Salvo que este lunes llegue al juicio con un as bajo la manga, todo hace indicar que el juez le va a pedir que se explique y hasta puede que la recrimine por «apoderarse» de un bebé que tiene un padre y unos derechos.
La estrategia de Rivera
Y en eso se basará la defensa de Kiko, que considera que tras el juicio algo podrán ganar ya que peor no pueden estar. Kiko cumple con lo pactado en su día, pasando mensualmente la manutención de Francisco (1.200 euros) y abonando la mitad del alquiler de la casa donde vivían; sin embargo, parece que no tiene derecho a poder estar con él.
Estos días, el DJ se ha tatuado en el brazo la fecha de nacimiento de Francisco, mientras se desespera entre su gente por la actitud de la mujer con la que quería formar una familia. Tan desesperada como él están Isabel Pantoja y su tío Agustín. Precisamente, arropado por ellos se espera que Kiko acuda el lunes al juzgado de Sevilla. Además, es muy probable que Isabel tenga que declarar a petición de la propia Jessica.
Según se comenta, la defensa de la modelo (quien ha cambiado tres veces de abogados y se ha negado a contestar a nuestras preguntas) se centrará en el derecho de Jessica Bueno de vivir en otra ciudad, a pesar de que el motivo sea puramente sentimental; también se basará en la incapacidad de Kiko de ocuparse por sí mismo del bebé. Por eso, en la demanda que presenta Kiko se leen frases como «consideramos que la forma caprichosa de actuar de Jessica Bueno constituye una auténtica irresponsabilidad por su parte, una absoluta falta de madurez y una manifiesta mala fe, dada la forma súbita e inapropiada de actuar de manera unilateral y precipitada, pues no hay ninguna razón que justifique la urgencia en el cambio de domicilio del menor al no existir motivos laborales ni tampoco de arraigo familiar, ya que la demandada no tiene ninguna relación familiar con la provincia de Guipúzcoa. Su familia directa, con la que el menor ha creado vínculos afectivos y que han cooperado en su cuidado, sigue residiendo en Sevilla».
En busca de las pruebas
Se anuncia, pues, una guerra sin cuartel: el siguiente paso de Kiko será pedir la custodia compartida de su hijo y la defensa de Bueno buscará todo tipo de pruebas para demostrar que Jessica está mejor capacitada para ocuparse del menor.
En estos dos meses, Jessica solamente ha salido de Eibar para regresar a su pueblo de Sevilla (Los Morales) con el fin de acudir a la boda de una prima y pasearse con su bebé en brazos, tal y como hace cada vez que sale por Eibar, con o sin la familia de Peleteiro. El lunes, el pequeño Francisco Rivera Bueno se quedará al cuidado de algún pariente, mientras sus padres batallan en los tribunales.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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