El Ejecutivo de Israel votó ayer a favor de liberar a una segunda tanda de prisioneros palestinos condenados por delitos de sangre, dentro de un gesto de buena voluntad anunciado por el primer ministro Benjamín Netanyahu en julio. La inminente excarcelación de los 26 reos ha provocado una profunda división en la coalición de gobierno de Israel, con la facción ultraderechista oponiéndose a ella y proponiendo, sin éxito, una ley que hubiera impedido más liberaciones de palestinos en el futuro. Y aunque este gesto del gobierno israelí beneficia a las negociaciones de paz, que fueron reanudadas recientemente a instancias de Estados Unidos y avanzan en secreto, las Fuerzas de Defensa de Israel destruyeron este lunes dos lanzaderas de cohetes en Gaza en respuesta a un ataque previo desde la Franja con dos proyectiles que no causaron daños materiales o personales.
De los palestinos que serán liberados en la madrugada del martes al miércoles, 21 son de Cisjordania y cinco de Gaza. Todos fueron condenados, en su gran mayoría a cadena perpetua, por homicidio consumado o en tentativa. Han cumplido entre 19 y 28 años y, a excepción de dos, todos cometieron sus delitos antes de la firma de declaración de principios del proceso de Oslo, en 1993. En agosto ya fue liberado un primer grupo, también de 26. Entre los que Israel excarcelará en las próximas horas se hallan, entre otros, Damuni Saad Mohamed Ahmed, condenado por tomar parte en el linchamiento de un soldado en Gaza en 1990, y Masud Isa Rayib Amer, militante del Frente Popular para la Liberación de Palestina que en 1993 asesinó a Ian Feinberg, un abogado israelí que pasaba tiempo en la Franja en proyectos de cooperación.
La excarcelación de un total de 104 presos durante el proceso negociador, para el que ambas partes se han dado nueve meses, ha provocado duros enfrentamientos dentro de la coalición que lidera Netanyahu. Aislados han quedado los ministros de Israel Nuestra Casa (Israel Beitenu), del exministro imputado Avigdor Lieberman, y, sobre todo, de Casa Judía (Habayit Hayehudi), que defiende los intereses de los colonos judíos de Cisjordania en el gabinete. Para aplacarlos, el Primer Ministro les ha dado garantías de que en los próximos días propondrá una expansión de las colonias en territorios palestinos, según han avanzado en los pasados días los medios israelíes. Esas promesas no impidieron la propuesta de una ley que impediría cualquier gesto de este tipo en el futuro, rechazada por mayoría en una votación ministerial.
La semana pasada, el ministro de Economía, Naftalí Bennett, de Casa Judía, dijo en el funeral de un soldado que haría lo posible por impedir la liberación de presos porque, a su entender, “lanza el mensaje al enemigo de que la sangre judía es la más barata de Oriente Próximo”. Las mayores críticas a esas incendiarias declaraciones no le llegaron a Bennett desde la oposición laborista o los socios moderados de la coalición, sino de los ministros del Likud, el partido de Netanyahu. Durante el consejo de ministros Gideon Saar, que ocupa la cartera de Interior, invitó a Bennett a que dimitiera porque, dijo, “lo que ha hecho en las pasadas semanas y meses supera todas las líneas del principio de responsabilidad compartida”. El opositor Partido Laborista, que quedó tercero en los comicios de enero, ha indicado que podría entrar en el Gobierno para salvar el proceso de paz.
La liberación de presos se produce con una gran oposición social y ha generado concentraciones de protesta convocadas por las asociaciones de víctimas de ataques palestinos. “Si el precio a pagar por negociar con los palestinos es liberar a terroristas, es mejor no negociar”, asegura a este diario Meir Indor, que preside la agrupación Almagor. “Esta es una situación terrible para las familias de las víctimas, que ven cómo se esfuma la justicia por la presión de los gobiernos de la Unión Europea y EE UU, que no liberan a terroristas en sus países, pero que vienen a exigirlo a Israel”. Antes de la primera tanda de liberaciones, Netanyu ya admitió en una carta abierta a la ciudadanía israelí que, como primer ministro, le corresponde tomar “decisiones que van contra la opinión pública cuando el asunto es importante para el país”.
Y mientras las negociaciones con Cisjordania prosiguen su curso, desde Gaza se lanzaron dos cohetes contra Israel esta madrugada, los primeros desde junio. Uno cayó en una zona deshabitada en Ashkelon y el segundo fue interceptado por el escudo de misiles conocido como Cúpula de Hierro. El ejército de Israel, que ha responsabilizado del lanzamiento al grupo islamista Hamás, atacó dos lanzaderas sepultadas horas después. El domingo, dos proyectiles de mortero ya impactaron en la zona de Eshkol, en la frontera con la Franja. Hamás controla Gaza en solitario desde 2007, y no participa en las negociaciones de paz que lidera la Autoridad Palestina, que gobierna Cisjordania.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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