Un sobre viviente al desastre natural de Oklahoma dice «Sólo espero que los niños no sufrieran»RosasSinEspinas .
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Un sobre viviente al desastre natural de Oklahoma dice «Sólo espero que los niños no sufrieran»

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Tras el paso del tornado y su ruidosa destrucción, lo que emergían de las localidades devastadas en el estado de Oklahoma eran gritos. Algunos pertenecían a los niños de la escuela primaria Plaza Towers, situada justo en mitad del camino recorrido por el torbellino de viento. «Todo lo que podías oír eran gritos, es algo que no se me olvidará», relató después Stuart Earnest, que había acudido al auxilio de aquellas voces. «Sólo espero que los pequeños no sufrieran», dijo al referirse a los que perecieron en medio del desastre. De los 24 fallecidos en Moore, en las afueras de Oklahoma City, nueve eran niños, y de ellos siete murieron en esa escuela. Otro fue encontrado por la familia Trowbridge cuando ésta emergió de un refugio. El matrimonio Trowbridge, junto con sus tres hijos pequeños, se resguardaron en el sótano de un vecino, ante los avisos de la inminente llegada del tornado. Durante unos cinco minutos estuvieron escuchando el murmullo de la devastación sobre sus cabezas. Cuando emergieron, no había casas a su alrededor. De pronto, Trowbridge dijo a su mujer que llamara a la Policía: había visto el cuerpo de una niña de unos 2 ó 3 años. «Él sabía que estaba muerta. Cuando la Policía llegó, sólo pudo sollozar», explicó la esposa. El tornado golpeó también, aunque con menor virulencia, un complejo de cines que las autoridades locales también habían previsto como refugio, así como el Centro Médico de Moore. «Hemos tenido suerte» Allí Sarah Johnson y su hija de cuatro años tuvieron suerte. A pesar de que se había dado la alarma de la proximidad del tornado, madre e hija se aventuraron a ir al hospital porque la pequeña estaba sufriendo un ataque de asma. En el centro todo el personal médico estaba evacuando a los enfermos al sótano. «Hice que mi hija se tumbara y le puse un colchón encima», referiría luego Sarah Johnson. Cuando pasó la sacudida, gran parte del material médico había quedado esparcido por el suelo y el mobiliario se encontraba fuera de su sitio, pero ambas sobrevivieron. A pesar de haber perdido todas sus pertenencias, muchos vecinos destacaban el haber sido afortunados por conservar la vida. Carolyn Booher, de 71 años, vio cómo había quedado destruida su casa, la de su hijo y la de su hija, y cómo los dos coches de la familia estaban destrozados, pero se felicitaba de que el único daño físico recibido era un ladrillazo sufrido por su marido en la cabeza. Pero seguía con el miedo en el cuerpo. «Esta noche voy a tener miedo de cerrar los ojos», comentó. Lissette Garcia RosasSinEspinas

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