Los capitanes portugueses de la Revolución de los Claveles, los militares que devolvieron la libertad a Portugal un 25 de abril hoy hace exactamente 38 años, no han participado esta mañana, en señal de protesta por la deriva política del país, en la conmemoración oficial que se celebra cada año en la Asamblea de la República. El acto ha sido marcado por las ausencias. Al boicot se han sumado dos personalidades de inmenso peso político en la izquierda portuguesa: el expresidente de la República Mário Soares y el escritor e histórico dirigente socialista Manuel Alegre.
El anuncio lo hizo el lunes Vasco Lourenço, uno de esos capitanes que andaban por la treintena en 1974, convertido ahora en presidente de la Asociación 25 de Abril, que agrupa a la mayoría de esos militares. Lourenço hizo público después un manifiesto, titulado Abril no se desarma, en el que exponen las razones que les han empujado a quedarse en casa y no acudir a la ceremonia en la Asamblea de la República por primera vez en la historia de Portugal.
Estas razones tienen que ver con el estricto programa de ajustes emprendido por el Gobierno: “Las medidas y los sacrificios impuestos a los ciudadanos sobrepasan los límites de lo soportable”, reza el texto. Y añade: “El rumbo político protege los privilegios, agrava la pobreza y desvaloriza el trabajo”. El comunicado concluye que Portugal “no ha sido respetado como un igual, en la construcción institucional común, en la Unión Europea”. Para esta asociación, Portugal (rescatado hace un año con un préstamo de 78.000 millones de euros) “está siendo tratado con arrogancia por los poderes extremos”, en referencia a las normas impuestas por la troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), instituciones que gestionaron el préstamo y que han impuesto un draconiano calendario de ajustes y recortes firmado por el Gobierno socialista de José Sócrates entonces en el poder y llevado a cabo con más escrupulosidad de la exigida y todo el convencimiento político, por el actual Gobierno conservador de Pedro Passos Coelho.
El Gobierno actual está destruyendo el Estado de bienestar que comenzó a construirse entonces”
Mario Soares, expresidente socialista
Mário Soares, al oír el lunes a Vasco Lourenço, le llamó ese mismo día por teléfono y le informó de que “por solidaridad”, tampoco acudiría a la Asamblea de la República a pesar de que a esa altura, como los 37 años anteriores, había anunciado su asistencia a esta ceremonia clave en un día clave en Portugal. Después explicó su postura: “El Gobierno actual está destruyendo el Estado de bienestar que comenzó a construirse el 25 de abril de 1974. Y tengo mucho respeto por los héroes que trajeron la democracia a Portugal”. Después, Manuel Alegre se justificó también: “No iré porque celebrar el 25 de abril sin aquellos que lo hicieron no tiene el mismo sentido. Aquel día de aquel año yo estaba en el exilio. Y si hoy en Portugal se vive en libertad se lo debemos a esos capitanes de entonces”.
Ninguno de los partidos políticos portugueses ha secundado oficialmente la iniciativa de los capitanes pero el secretario general del Partido Socialista portugués (PS), José António Seguro, quiso dejar claro que “respeta” mucho a la Asociación 25 de Abril. Por su parte, el primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, trató de quitar importancia al asunto asegurando que ya está acostumbrado, en referencia a Soares, a que determinadas personalidades “quieran acaparar protagonismo en días importantes”.
La decisión de los militares (y el respaldo de Soares y Alegre) ha levantado, pues, una tormenta política en un país hundido en una crisis económica, con un retroceso de un 3,3% del PIB previsto para este año, con un desempleo creciente del 15%, con una batería de medidas de austeridad que empobrecen día a día a la clase media en un día determinante: el 25 de abril es una fecha talismán para los portugueses, que recuerdan que gracias a este pelotón de capitanes que desafió una madrugada al estamento militar y al poder político del dictador Marcelo Caetano (sucesor de António Salazar) el país se sacudió en un día una dictadura apolillada de más de 50 años. Así, el día de hoy es utilizado por muchos para mirar atrás y comparar. Y el año 2012 no trae, precisamente, buenas noticias para Portugal. Por eso, no es extraño que haya publicaciones, como el prestigioso semanario Visão, que titulen su último número: “¿Necesitamos un nuevo 25 de abril?”.
Lissette Garcia
RosasSinEspinas
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